I Reyes 22 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 53 versitos |
1 Pasaron tres años en los que no hubo guerra entre Siria e Israel.
2 Al tercero, Josafat, rey de Judá, descendió a visitar al rey de Israel.
3 Este dijo a sus servidores: «Vosotros sabéis que Ramot de Galaad nos pertenece y, sin embargo, no hacemos nada por rescatarla de manos del rey de Siria»,
4 y preguntó a Josafat: «¿Vas a venir conmigo a la guerra contra Ramot de Galaad?». Josafat respondió al rey de Israel: «Yo haré como tú, mi pueblo como tu pueblo, mis caballos como tus caballos».
5 Josafat se dirigió al rey de Israel: «Consulta en este día la palabra del Señor».
6 El rey de Israel reunió a los profetas, unos cuatrocientos hombres, para consultarles: «¿He de ir a la guerra contra Ramot de Galaad o debo desistir?». Le respondieron: «Sube, porque el Señor la entregará en manos del rey».
7 Pero Josafat insistió: «¿No hay aquí todavía otro profeta del Señor al que hacer consulta?».
8 Y contestó el rey de Israel a Josafat: «Todavía hay un hombre para consultar al Señor por su medio, pero yo lo odio, pues no me profetiza el bien, sino el mal. Se trata de Miqueas, hijo de Jimlá». Josafat dijo: «No hable el rey de esta manera».
9 El rey de Israel llamó entonces a un eunuco y le ordenó: «Trae enseguida a Miqueas, hijo de Jimlá».
10 El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, se hallaban sentados en sus tronos, vestidos con sus galas, en la era que se encuentra a la entrada de la puerta de Samaría, mientras todos los profetas profetizaban ante ellos.
11 Sedecías, hijo de Quenaaná, se había hecho unos cuernos de hierro y decía: «Así dice el Señor: “Embestirás con estos a los arameos hasta acabar con ellos”»;
12 y todos profetizaban del mismo modo diciendo: «Sube contra Ramot de Galaad, tendrás éxito. El Señor la entregará en manos del rey».
13 El mensajero que había ido a llamar a Miqueas le habló diciendo: «Los oráculos de los profetas a una voz son favorables al rey. Que tu oráculo sea como el de cualquiera de ellos y lo que anuncies favorable».
14 Respondió Miqueas: «¡Vive Dios que lo que el Señor me diga, eso anunciaré!».
15 Cuando llegó ante el rey, este le preguntó: «Miqueas, ¿hemos de marchar en guerra contra Ramot de Galaad o debemos desistir?». Le respondió: «Sube, tendrás éxito. El Señor la entregará en manos del rey».
16 Pero el rey le recriminó: «¿Cuántas veces he de hacerte jurar que no me digas sino solo la verdad en nombre del Señor?».
17 Entonces Miqueas dijo: «Veo a todo Israel en desbandada por los montes como rebaño sin pastor. Ha dicho el Señor: “No tienen señor. Cada cual regrese en paz a su casa”».
18 El rey de Israel se dirigió a Josafat diciendo: «¿No te dije que no me profetiza el bien sino el mal?».
19 Dijo entonces Miqueas: «Por todo ello, escucha la palabra del Señor: “He visto al Señor sentado en su trono, con todo el ejército de los cielos en pie junto a él, a derecha e izquierda”.
20 El Señor preguntó: “¿Quién engañará a Ajab para que suba y caiga en Ramot de Galaad?”; unos respondían una cosa y otros otra,
21 hasta que un espíritu se adelantó y de pie ante el Señor dijo: “Yo lo engañaré”. El Señor le preguntó: “¿De qué modo?”.
22 Le respondió: “Iré y me convertiré en espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas”; el Señor dijo entonces: “Lo engañarás y lo vencerás. Ve y haz como dices”.
23 Así pues, porque el Señor ha predicho el mal contra ti, ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos estos profetas tuyos».
24 Se acercó Sedecías, hijo de Quenaaná, y, dándole una bofetada a Miqueas en la cara, le preguntó: «¿Por qué camino el espíritu del Señor ha pasado de mí para hablar contigo?».
25 Miqueas respondió: «Tú mismo lo verás en el día aquel, cuando trates de esconderte en la habitación más oculta».
26 Entonces el rey de Israel sentenció: «Prende a Miqueas y entrégalo a Amón, gobernador de la ciudad, y a Joás, hijo del rey,
27 a quienes dirás: “Así habla el rey: Meted a este en la cárcel y alimentadlo con pan y agua de prisión hasta que yo vuelva victorioso”»,
28 y Miqueas murmuró: «Si vuelves salvo, es que el Señor no ha hablado por mi boca».
29 El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, subieron contra Ramot de Galaad.
30 El rey de Israel dijo a Josafat: «Voy a disfrazarme para entrar en combate, pero tú ponte tus vestiduras». El rey de Israel se disfrazó y entró en combate.
31 Ahora bien, el rey de Siria había ordenado a los jefes de los carros: «No ataquéis a chicos ni a grandes, sino solo al rey de Israel».
32 Cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, dijeron: «Seguro que este es el rey de Israel», y lo rodearon para cargar sobre él, pero Josafat dio el grito
33 y, viendo los jefes de los carros que no era él el rey de Israel, dieron la vuelta para perseguirlo.
34 Entonces un hombre disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel por entre las placas de la coraza, y dijo el rey a su auriga: «Me siento mal, da la vuelta a los caballos y sácame de la batalla».
35 Pero aquel día el combate se prolongó y el rey hubo de ser sostenido en pie en su carro frente a los arameos, hasta que murió al atardecer; la sangre de la herida corría por el fondo del carro.
36 Al caer el sol corrió un grito por el campamento: «¡Cada uno a su ciudad!, ¡cada uno a su herencia!
37 ¡El rey ha muerto!». Condujeron al rey a Samaría y allí lo enterraron;
38 lavaron el carro junto a la alberca de Samaría y los perros lamieron su sangre y las prostitutas se bañaron en ella, según la palabra que el Señor pronunciara.
39 El resto de los hechos de Ajab, todo cuanto hizo —la casa de marfil que construyera y todas las ciudades que fortificó—, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Israel?
40 Ajab se durmió con sus padres y le sucedió en el trono su hijo Ocozías.
41 En el año cuarto de Ajab, rey de Israel, Josafat, hijo de Asá, comenzó a reinar en Judá.
42 Tenía Josafat treinta y cinco años cuando inició su reinado y reinó veinticinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Azubá, hija de Siljí.
43 En todo siguió el camino de su padre, Asá, sin desviarse nada de él, haciendo lo recto a los ojos del Señor.
(44) Mas no desaparecieron aún los lugares de culto, pues el pueblo continuaba sacrificando y quemando incienso en ellos.
44 (45) Josafat mantuvo la paz con el rey de Israel.
45 (46) El resto de los hechos de Josafat, la bravura que mostró, las guerras que sostuvo, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los Reyes de Judá?
46 (47) Barrió de la tierra a los consagrados a la prostitución que habían quedado en el país en los días de Asá su padre.
47 (48) En su tiempo no hubo rey establecido en Edón; un virrey actuaba como tal.
48 (49) Construyó Josafat una flota de Tarsis para ir a Ofir por oro, pero no fue, porque la flota naufragó en Esión Guéber.
49 (50) Entonces Ocozías, hijo de Ajab, dijo a Josafat: «Que mis siervos naveguen junto a los tuyos en las mismas naves»; pero Josafat no aceptó.
50 (51) Josafat se durmió con sus padres y lo enterraron con sus padres en la ciudad de su padre David. Luego le sucedió en el trono su hijo Jorán.
51 (52) El año diecisiete de Josafat, rey de Judá, inició en Samaría su reinado Ocozías, hijo de Ajab, y dos años reinó sobre Israel.
52 (53) Hizo lo malo a los ojos del Señor, persistiendo en el camino de su padre, en el de su madre y en el de Jeroboán, hijo de Nabat, quien hizo pecar a Israel.
53 (54) Rindió culto a Baal, postrándose ante él, e irritó al Señor, Dios de Israel, exactamente como lo había hecho su padre.

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Introducción a I Reyes

1 REYES

Los dos libros de los Reyes son la continuación de los de Samuel. Juzgan la historia en su conjunto con el criterio teológico del Deuteronomio y con el esquema: pecado, destierro, retorno. Así, tras la destrucción de Samaría, se hace una larga reflexión presentando el desastre como castigo de las infidelidades de Israel (2Re 17:7-23). En los relatos de estos libros destacan, por sus intervenciones, las grandes figuras de dos profetas: Elías y Eliseo. Entre los reyes de Israel resaltan, por su corazón pervertido, Jeroboán I y Ajab con su mujer Jezabel. Se reconoce, sin embargo, la fidelidad de Ezequías (2Re 18:1-37 - 2Re 20:1-21) y la del piadoso rey Josías (2Re 22:1 - 2Re 23:30).

De su teología podemos destacar los siguientes elementos:

1) el monoteísmo: Israel no reconoce otro Dios y Señor que el de los patriarcas;

2) la esperanza mesiánica: a pesar de la maldad de los reyes, Dios hará surgir de la dinastía de David un rey verdaderamente fiel;

3) las instituciones: fundamentalmente el rey y el templo, auténticos pilares de la estabilidad del pueblo, y

4) el destierro, con el que se culmina el libro dejando en interrogante el futuro del pueblo elegido.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

I Reyes 22,1-53*17:1-22:53 El ciclo de Elías lo componen relatos que en un principio circulaban por separado, pero que forman un conjunto bien trabado, con un hilo conductor que sigue los viajes del profeta, a Transjordania primero, después al norte más allá de los límites de Israel, luego de retorno a territorio israelita, más tarde al sur, fuera también de las fronteras, hasta su regreso a Transjordania, cerrando así el círculo narrativo. Estos relatos trazan un cuadro de la vida del profeta sobre el fondo de un encarnizado enfrentamiento entre yahvismo y baalismo.