Exodo  4 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 31 versitos |
1 Moisés replicó:
–¿Y si no me creen ni me hacen caso, y dicen que no se me ha aparecido el Señor?
2 El Señor le preguntó:
–¿Qué tienes en la mano?
Contestó:
– Un bastón.
3 Dios le dijo:
– Tíralo al suelo.
Él lo tiró al suelo, y al instante se convirtió en serpiente. Moisés retrocedió asustado.
4 El Señor dijo a Moisés:
– Extiende tu mano y agárrala por la cola.
Moisés extendió la mano, y al agarrarla en su mano la serpiente se convirtió nuevamente en un bastón.
5 – Esto es para que crean que se te ha aparecido el Señor, Dios de sus padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob.
6 El Señor siguió diciéndole:
– Mete la mano en el pecho.
Él la metió, y al sacarla tenía la piel descolorida como la nieve, enferma de lepra.
7 Le dijo:
– Métela otra vez en el pecho.
La metió, y al sacarla ya estaba tan sana como todo su cuerpo.
8 – Si no te creen ni te hacen caso al primer signo, te creerán al segundo.
9 Y si no te creen ni hacen caso a ninguno de los dos, toma agua del Nilo, derrámala en tierra, y el agua que hayas sacado del Nilo se convertirá en sangre.
10 Pero Moisés insistió al Señor:
– Yo no tengo facilidad de palabra, ni antes ni ahora que has hablado a tu servidor; soy torpe de boca y de lengua.
11 El Señor replicó:
–¿Quién da la boca al hombre? ¿Quién lo hace mudo o sordo o perspicaz o ciego? ¿No soy yo, el Señor?
12 Por tanto, ve; yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que tienes que decir.
13 Insistió:
– No, Señor; envía el que tengas que enviar.
14 El Señor se irritó con Moisés y le dijo:
– Aarón, tu hermano, el levita, sé que habla bien. Él viene ya a tu encuentro y se alegrará al verte.
15 Háblale y ponle mis palabras en la boca. Yo estaré en tu boca y en la suya, y les enseñaré lo que tienen que hacer.
16 Él hablará al pueblo en tu nombre, él será tu boca, tú serás su dios.
17 Tú toma el bastón con el que realizarás los signos.
18

Moisés vuelve a Egipto

Moisés volvió a casa de Jetró, su suegro, y le dijo:
– Voy a volver a Egipto a ver si mis hermanos viven todavía.
Jetró le contestó:
– Puedes irte en paz.
19 El Señor dijo a Moisés en Madián:
– Vuelve a Egipto, que han muerto los que intentaban matarte.
20 Moisés tomó a su mujer y a sus hijos, los montó en asnos y se encaminó a Egipto. En la mano llevaba el bastón prodigioso.
21 El Señor dijo a Moisés:
– Mientras vuelves a Egipto, fíjate en los prodigios que he puesto a tu disposición, porque los tienes que hacer delante del faraón. Yo lo pondré terco y no dejará salir al pueblo.
22 Tú le dirás: Así dice el Señor: Israel es mi hijo primogénito,
23 y yo te ordeno que dejes salir a mi hijo para que me sirva; si te niegas a soltarlo, yo daré muerte a tu hijo primogénito.
24 En un albergue del camino, el Señor le salió al paso para darle muerte.
25 Séfora entonces tomó un cuchillo de piedra, le cortó el prepucio a su hijo, lo aplicó a las partes de Moisés y dijo:
– Eres para mí un marido de sangre.
26 Y el Señor lo dejó cuando ella dijo: marido de sangre – por la circuncisión– .
27 El Señor dijo a Aarón:
– Ve al desierto a recibir a Moisés.
Él fue, lo encontró en el monte de Dios y lo besó.
28 Moisés contó a Aarón todas las cosas que el Señor le había encomendado y los signos que le había mandado hacer.
29 Moisés y Aarón fueron y reunieron a las autoridades de Israel.
30 Aarón repitió todo lo que el Señor había dicho a Moisés, y éste realizó los signos ante el pueblo.
31 El pueblo creyó, y al oír que el Señor se ocupaba de los israelitas y se fijaba en su opresión, se inclinaron en actitud de adoración.

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Introducción a Exodo 

ÉXODO

El Éxodo, segundo libro del Pen tateuco, es el libro de la li beración y de la Alianza, de los primeros pa sos por el desierto y de la fabricación del instrumental cúltico. Libro heterogéneo por tema y origen. La división te máti ca se da por bloques bastante diferenciados, la división por origen impone mu chas veces destrenzar lo trenzado por el autor del libro ac tual.

Salida de Egipto. Éste es el gran libro épico de la liberación. El Señor irrumpe en la historia poniéndose al lado de un pueblo de esclavos, oprimido por Egipto, una de las potencias de aquel entonces. El faraón resiste al actuar divino por ra zón de Estado: razón política, por que la minoría extranjera se está haciendo mayoría; razón militar, porque podrían convertirse en peli groso apoyo del enemigo; ra zón económica, porque suministran mano de obra gratis.
Es inevitable el choque de fuerzas. En diez encuentros el Señor descarga sus golpes. Los dos primeros encuentros quedan indecisos; al tercero, el Señor se impone; al séptimo, el faraón reconoce su culpa; al décimo, los israelitas son empujados a salir del país de la opresión. El autor último, utilizando textos diversos, compone un cuadro estilizado y grandioso.
El Señor actúa, en parte, por medio de Moisés, el gran liberador humano, que repite por adelantado la experiencia del pueblo, se so lidariza con él, lo moviliza. Se en frenta tenazmente con el faraón y va creciendo en estatura hasta hacerse figura legendaria.
El último acto se desenvuelve en un escenario cósmico: un de sierto hostil que se dilata a la espalda, un agua amenazadora que cierra el paso al frente, un viento aliado que cumple las órdenes de Dios. En la batalla cósmica se consuma la derrota de un ejército prepotente y la salvación de un pueblo desarmado.
Estos capítulos se clavan en la memoria del pueblo, convirtiéndose en modelo o patrón de sucesivas liberaciones; con la misma función penetran en el Nuevo Testamento y extienden su influjo e inspiración incluso a gente que no cree en ese Dios liberador. El Señor será para siempre en Israel «el que nos sacó de Egipto, de la esclavitud».

Historicidad. ¿Quiso el autor escribir historia, o sea, relatar hechos sucedidos? En caso afirmativo, ¿qué criterios y técnicas narrativas empleó? Partiendo del texto, ¿podemos reconstruir un proceso histórico? Y si esto es posible, ¿podemos rastrear sus huellas?
El libro no nos ayuda mucho a responder a estas preguntas, pues es muy vago en detalles significativos, y contiene grandes silencios y lagunas al respecto, p. ej. ¿Cómo se llama el faraón? -En otros libros se suministran nombres: Necó, Nabucodonosor, Ciro, etc.-. No se aducen fechas. Casi todo es anónimo e indiferenciado.
Fuera del libro no encontramos en la literatura circundante referencias precisas a los hechos narrados. La arqueología de Palestina ofrece un testimonio ambiguo. Evidencia movimientos de población y cambios culturales hacia el 1200 a.C. al pasar de la edad de bronce a la del hierro; pero en muchos detalles no concuerda con el relato bíblico.
No cabe duda, sin embargo, que el autor está narrando hechos que sucedieron y que marcaron para siempre la identidad del pueblo de Israel. Y es este sentido de su propia trayectoria histórica lo que quiere dejar constancia escrita.
A favor de la historicidad básica del libro del Éxodo, se aduce la exactitud del color egipcio y muchos detalles: nombres, prácticas, fenómenos. Y sobre todo, un argumento de coherencia: sin una experiencia egipcia y una salida con un guía, es muy difícil explicar la historia sucesiva y los textos bíblicos.
Se señala como fecha más probable para los acontecimientos el reinado en Egipto de Ramsés II, nieto de Ramsés I, fundador de la dinastía XVIII, e hijo de Seti I, quien restableció el dominio egipcio sobre Palestina y Fenicia. Firmado el tratado de paz con el monarca hitita Hatusilis III, el faraón sucumbió a una fiebre constructora; ciudades, monumentos, estatuas.

Mensaje religioso. Pero por encima de todo, el Éxodo es el testimonio de la revelación de Dios como liberador, sensible al dolor y al clamor de un pueblo que sufre la opresión y que, por tanto, decide inclinar su fuerza en favor del débil.
Esta auto-revelación de un Dios que no tolera la opresión ni la injusticia, es la clave para entender la forma cómo la fe israelita describe las acciones que dieron como resultado su liberación del poderío egipcio. Pero también sigue siendo la clave permanente para que todo pueblo oprimido, de hoy y de mañana, se sacuda de la opresión de toda esclavitud, contando siempre no sólo con la aprobación de Dios, sino lo que es más importante, con el poder y el aliento de su presencia liberadora.

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Exodo  4,1-17Vocación de Moisés. Este largo episodio del encuentro y diálogo entre Dios y Moisés encierra una gran riqueza de contenido y, por tanto, refleja una variada intencionalidad de los redactores del libro. El Dios que se revela a Moisés es el mismo Dios de los patriarcas (3,6.13.15); se trata de un Dios que se interesa por la situación del débil y marginado sin perder su trascendencia, trascendencia que podemos deducir de su manifestación a través del fuego, y del carácter sagrado que adquiere el lugar. El acercamiento de Moisés -y del ser humano- no es de cualquier modo, debe quitarse las sandalias y cubrirse el rostro en gesto de respeto y veneración. Los versículos 7-15 describen la vocación de Moisés y la misión a la que es llamado. Vocación y misión conforman una única realidad, pero dan cuenta, además, de la revelación completa de parte de Dios, de su esencia más íntima (7s). En medio del gran número de divinidades que seguramente se conocían en aquellos lugares, ninguna ha manifestado su esencia ni su interés por un puñado de esclavos, de desheredados.
Esta revelación de la identidad divina y de su compromiso total y eterno con el oprimido adquiere un nuevo sentido en la época del exilio israelita en Babilonia (587-534 a.C.). Ésta es la Buena Noticia: el dios o los dioses que justifican la opresión y las políticas del faraón no tienen nada que ver con el Dios de la justicia y de la libertad; «Yo soy» es el Dios que rescata, el Dios que se lo juega todo a favor de la vida y de la libertad del oprimido.
Quizá Moisés, igual que nosotros, ve demasiado compleja la situación y una competencia demasiado desigual, pues el referente grabado en su conciencia y en la conciencia de su pueblo es que el dios o los dioses del faraón bendicen y acompañan la política opresora egipcia; ésa es la voluntad divina y por lo tanto inmodificable. El diálogo de Dios y Moisés y las inquietudes que Moisés dirige a Dios reflejan ese esquema mental que nosotros aún manejamos. Las palabras de Dios son ese rasgo de la conciencia de Moisés que se rebela contra una supuesta voluntad divina que aniquila poco a poco la vida humana y la existencia del pueblo.
Es fundamental que siempre que haya dudas sobre la auténtica identidad de Dios, sobre su genuina voluntad y sobre el sentido de cualquier texto de la Escritura, se vuelva a este pasaje 3,7-15. Es el criterio máximo que no puede ser derogado por ningún otro. Ni siquiera Jesús lo derogó, sino que lo ratificó y lo llevó a la máxima plenitud.


Exodo  4,18-31Moisés vuelve a Egipto. Esta última parte del capítulo presenta al menos tres secciones: 1. Moisés regresa a Egipto con el consentimiento de su suegro (18), la confirmación de dicha decisión por parte de Dios (19) y el anuncio de la futura terquedad del faraón que acarreará las plagas, la última de las cuales será la muerte de los primogénitos. 2. La segunda describe una situación difícil de entender: el intento del Señor de asesinar a Moisés, lo cual hace que Séfora, su esposa, se apresure a circuncidar a su hijo y declarar a Moisés como esposo de sangre, después de untarle con la sangre de su hijo (24-26). Se trata de una extraña tradición sobre Moisés y sobre el rito de la circuncisión que, al parecer, no resultó demasiado clara para los redactores del texto, ya que el versículo 26b intenta explicar dicho ritual sin conseguirlo. 3. El encuentro de Moisés y Aarón y el convencimiento de las autoridades israelitas para preparar el encuentro con el faraón.
El motivo de la alegría y de la fe de la gente era que Dios se ocupaba de los israelitas y se fijaba en su opresión (31). Ésta es la clave que también tiene que mover la fe de nuestros pueblos. Este «ocuparse» y «fijarse» en la opresión no son eventos de un pasado que quedaron allá, como si a Dios sólo le hubiera interesado aquella gente, su situación y nada más. Siempre que haya hombres, mujeres y niños que sufren opresión, violencia y muerte habrá también un «ocuparse» y un «fijarse» por parte de Dios.