Proverbios 4 La Biblia de Nuestro Pueblo (2006) | 27 versitos |
1

La tradición

Escuchen, hijos, la corrección paterna;
pongan atención, para aprender prudencia;
2 les enseño una buena doctrina,
no abandonen mi enseñanza.
3 Yo también fui hijo de mi padre,
tierno y preferido de mi madre.
4 Él me instruía así: Conserva mis palabras en la memoria,
guarda mis preceptos y vivirás;
5 adquiere sabiduría, adquiere inteligencia,
no la olvides, no te apartes de mis consejos;
6 no la abandones, y te guardará;
ámala, y te protegerá.
7 El principio de la sabiduría es: Adquiere sabiduría,
gasta tu fortuna en adquirir prudencia;
8 estímala, y te hará noble;
abrázala, y te hará rico;
9 pondrá en tu cabeza una diadema hermosa,
te ceñirá una espléndida corona.
10

Los dos caminos

Escucha, hijo mío, recibe mis palabras,
y se alargarán los años de tu vida:
11 Te instruyo sobre el camino de la sabiduría,
te encamino por la senda recta.
12 Al caminar no serán torpes tus pasos;
al correr no tropezarás.
13 Agárrate a la instrucción, no la sueltes;
consérvala, porque ella es tu vida.
14 No entres por el sendero de los malvados,
no pises el camino de los perversos;
15 evítalo, no lo atravieses;
apártate de él y sigue.
16 No duermen si no cometen crímenes,
pierden el sueño si no hacen caer a alguien,
17 comen la maldad como pan
y beben violencias como vino.
18 La senda de los honrados brilla como la aurora,
se va esclareciendo hasta pleno día;
19 el camino de los malvados es tenebroso,
no saben dónde tropezarán.
20

El buen camino

Hijo mío, atiende a mis palabras,
escucha mis consejos:
21 que no se aparten de tus ojos,
guárdalos dentro del corazón;
22 porque son vida para el que los sigue,
son salud para su cuerpo.
23 Por encima de todo guarda tu corazón,
porque de él brota la vida.
24 Aparta de ti la lengua tramposa
y aleja de ti los labios falsos;
25 que tus ojos miren de frente
y tus pupilas se dirijan hacia adelante.
26 Fíjate bien dónde pones tus pies,
que todos tus caminos sean seguros,
27 no te desvíes a derecha ni a izquierda,
aparta tus pasos del mal.

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Introducción a Proverbios

Sapienciales

Los libros sapienciales forman uno de los grupos de libros bíblicos con perfil propio, netamente distinto de la literatura profética, de los cuerpos legales y de las obras narrativas. Cinco libros forman esta pentápolis de claras fronteras, esta especie de «pentateuco» sapiencial: Proverbios, Job, Eclesiastés (Qohelet), Eclesiástico (Ben Sirá) y Sabiduría. Como el Pentateuco invoca como autor o patrono a Moisés, así tres de estos libros invocan a Salomón como autor.
Un cierto parentesco liga a Job con el Eclesiastés como testigos y actores de una patética controversia sobre el sentido de la vida; por otro lado caminan Proverbios y Eclesiástico, mientras que Sabiduría es un enclave tardío en territorio griego.
El cuerpo sapiencial tiene indudable afinidad con nuestros refranes populares, aforismos cultos y textos didácticos. El propósito de la tarea sapiencial no es la enseñanza intelectual, ni el proponer una especie de catecismo ético, ni indagar el puesto de la vida humana en el orden cósmico. Más bien sería como una «oferta de sensatez», que no una imposición, como guía para todo ser humano.




Proverbios

Forma del libro. Es la obra más típica del cuerpo sapiencial. Bajo el nombre genérico de «meshalim» -proverbios- acoge un conjunto de colecciones de enigmas, sentencias, aforismos, refranes, adagios e instrucciones de carácter ético y moralizante a través de los cuales se transmite una sabiduría popular acumulada durante siglos. Su presentación estimula el esfuerzo de comprensión del oyente o del lector: brevedad, carácter incisivo o enigmático y forma rítmica, al mismo tiempo que facilidad de retención en la memoria.
Las doctrinas o enseñanzas de esta antología tienen dos ejes principales, cada uno con dos polos opuestos: «sensato-necio» y «honrado-malvado». Los términos no son precisos: en el primero pueden entrar dotes naturales de inteligencia y perspicacia, conocimientos adquiridos o destreza en el obrar. Lo mismo podemos decir del segundo eje, que puede referirse a la integridad, la justicia o la inocencia. Estos dos ejes se cruzan, porque la sensatez tiene algo de ético, mientras que la maldad se considera insensata.

Época de composición y autoría del libro. Por su carácter anónimo y el tamaño minúsculo de sus unidades es imposible datar los proverbios. Su composición puede abarcar varios siglos. El prólogo y el epílogo serían obra del recopilador final y, por tanto, posteriores a las otras colecciones. Que Salomón diera impulso a esta corriente de proverbios puede ser realidad o pura leyenda. En realidad, el libro salta las fronteras y las épocas.

Mensaje de los Proverbios. La sensatez es una actividad artesana, atribuida al Dios creador y ofrecida al ser humano para que sea el artífice de su existencia, para que aprenda el sentido de la vida y dé sentido a su propia vida. Para ello, el joven inexperto necesita el apoyo de la experiencia ajena, plural y compartida, que cuaja en refranes, máximas y aforismos; algunos son propios de escuelas de maestros, otros, entregados a la libre circulación ciudadana. Dios está presente en este mundo sapiencial y ético de los Proverbios: posee la sabiduría y concede la sensatez al ser humano; con su aprobación y reprobación consolida el mundo ético.
De una «sabiduría a ras de tierra», el libro va ganando en altura hasta colocar en 8,22-31 a la Sabiduría personificada en la esfera celeste de sus orígenes. Aunque no es Dios ni una divinidad, procede de Dios y precede al mundo; posterior a Dios y anterior al universo, inferior a Dios y superior al mundo. El poeta la presenta como personaje que nace, aprende, actúa.
No se sigue que el poeta se refiera a un ser personal existente fuera del poema, pero con el correr del tiempo esa «sabiduría» tendrá un nombre, Jesucristo, «Sabiduría de Dios», como lo llama San Pablo ( 1Co_1:24 ).

Fuente: La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),

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Notas

Proverbios 4,1-9La tradición. El lugar ideal donde se transmite y se recibe sabiduría es la familia. El padre y la madre enseñan a sus hijos modelos de vida, no a través de discursos, sino fundamentalmente a través del ejemplo y de palabras que se condensan en dichos, máximas y sentencias. Ante los peligros externos e internos que rodean al israelita de la época del libro, esta formación familiar se debe hacer más intensa para que el joven no se deje llevar por otras corrientes, de ahí el énfasis en el honor que se va adquiriendo por el discernimiento y que involucra todas las esferas de la vida humana. Honor e identidad se implican mutuamente, y por eso están a la base del continuo ejercicio del discernimiento.


Proverbios 4,10-19Los dos caminos. Los dos caminos a los que se refiere esta enseñanza son: 1. El camino de la sensatez, que permite caminar sin tropiezos. Quien transita por este camino no puede desechar la corrección, puesto que la sabiduría no es algo que se adquiere de un solo golpe, sino que ocupa toda la vida. 2. El camino descrito como «el sendero de los malvados» (14), que viven en función del mal. Los verbos «comer» y «beber» indican cómo la vida del malvado sólo se nutre del mal y sacia su sed con la violencia. Ambos caminos poseen características antagónicas: el camino del honrado, del justo, del sabio, es luz, no hay temor a tropezar porque todo lo que se hace está iluminado por la luz de la verdad; en cambio, la senda de los malvados es tenebrosa, se camina a tientas, sin saber dónde se va a tropezar.
Proverbios 4,20-27El buen camino. Continúa el discurso sobre el buen camino como algo deseable. El camino adquiere en la corriente sapiencial un valor metafórico para referirse al estilo de vida que el creyente siempre debe buscar y desear. En el Nuevo Testamento, Jesús se identifica con ese camino: Él es el camino que conduce al Padre. El proyecto de Jesús nos da todo lo que necesitamos para conectar con el Padre, con su proyecto original de vida.