Jeremías  26 Biblia Peshitta en Español (Holman Bible Publishers, 2015) | 24 versitos |
1 Al inicio del reinado de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, vino a Jeremías esta palabra de parte de Yahweh, diciendo:
2 Así dice Yahweh: “Ponte de pie en el atrio de la casa de Yahweh y habla todo lo que te ordené decir a todas las ciudades de Judá que vienen a adorar en la casa de Yahweh. No omitas ni una sola palabra.
3 “Quizás escuchen y cada uno se vuelva de su mal camino, y yo me retracte del mal que me había propuesto hacerles por causa de la maldad de sus obras.
4 “Entonces les dirás: ‘Así dice Yahweh: “Si no me escuchan para andar en mi ley la cual puse delante de ustedes,
5 ni escuchan las palabras de mis siervos los profetas que yo les he enviado (y me he presentado cada día y he enviado, pero no han escuchado),
6 entonces haré a esta casa como hice a Silo, y expondré a esta ciudad como una maldición para todas las naciones de la tierra”’”.
7 Y escucharon al profeta Jeremías cuando habló estas palabras en la casa de Yahweh, los sacerdotes, los falsos profetas y el pueblo entero.
8 Entonces, cuando terminó de hablar Jeremías todo lo que Yahweh le había ordenado decir a todo el pueblo, lo capturaron los sacerdotes, los falsos profetas y todo el pueblo, y dijeron:
9 Sea muerto, pues en el nombre de Yahweh ha profetizado, diciendo: “Esta casa será como Silo, y esta ciudad quedará desolada, sin habitante”. Y todo el pueblo se encontraba congregado contra Jeremías en la casa de Yahweh.
10 Al enterarse de estas cosas los príncipes de Judá, subieron de la casa del rey a la casa de Yahweh y se sentaron a la entrada de la puerta nueva de la casa de Yahweh.
11 Entonces los sacerdotes y los falsos profetas hablaron a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: ¡Este hombre merece la muerte!, pues ha profetizado contra esta ciudad y contra sus habitantes, como lo han escuchado con sus propios oídos.
12 Luego dijo Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo: Yahweh me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad todas las cosas que han escuchado.
13 Ahora pues, corrijan sus caminos y sus obras, y atiendan a la voz de Yahweh su Dios, y Yahweh desistirá del mal que ha pronunciado en su contra.
14 En cuanto a mí, he aquí que estoy en sus manos; hagan de mí como parezca bien y recto ante sus ojos.
15 Pero sepan con certeza que si me matan, cargarán contra ustedes sangre inocente, contra esta ciudad y contra sus habitantes, pues en verdad Yahweh me envió a ustedes para decir todas estas palabras a sus oídos.
16 Luego dijeron los príncipes y todo el pueblo a los sacerdotes y a los falsos profetas: Este hombre no merece la muerte, pues nos ha hablado en el nombre de Yahweh nuestro Dios.
17 Entonces se levantaron algunos de los ancianos del país y se dirigieron a toda la asamblea del pueblo diciendo:
18 En el tiempo de Ezequías, rey de Judá, profetizó Miqueas de Moréset, diciendo a todo el pueblo de Judá:
“Así dice Yahweh de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Sion será arada como campo, Jerusalén será convertida en una desolación y el monte de la casa en una arboleda’”.
19 ¿Acaso Ezequías, rey de Judá, y todo Judá le dieron muerte? No, sino que tuvieron temor de Yahweh y oraron ante Él, y Yahweh desistió del mal que había pronunciado contra ellos. Nosotros, pues, pretendemos llevar a cabo un gran mal contra nosotros mismos.
20 Hubo además otro varón que profetizó en el nombre de Yahweh: Urías, hijo de Semaías de Quiriat-jearim, quien profetizó contra esta ciudad y contra este país, conforme a todas las palabras de Jeremías.
21 Entonces, el rey Joacim, todos sus siervos y todos sus príncipes escucharon sus palabras, y el rey intentó matarlo; pero Urías se enteró y tuvo temor, y escapó y se marchó a Egipto.
22 Pero el rey Joacim envió a algunos egipcios: a Elnatán, hijo de Acbor, y a otros con él a Egipto.
23 Y ellos sacaron a Urías de Egipto y lo llevaron al rey Joacim, quien le dio muerte a espada y arrojó su cadáver en las sepulturas de la gente común.
24 No obstante, la mano de Ajicam, hijo de Safán, estaba a favor de Jeremías, para que no lo entregaran en manos del pueblo para darle muerte.

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Introducción a Jeremías 

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