1 El 15 de enero,* durante el noveno año de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del SEÑOR: |
2 «Hijo de hombre, anota la fecha de hoy, porque en este preciso día el rey de Babilonia comenzará el ataque contra Jerusalén. |
3 Luego transmíteles a esos rebeldes, mediante una ilustración, este mensaje de parte del SEÑOR Soberano: »“Pon una olla al fuego y échale un poco de agua. |
4 Llénala con trozos selectos de carne: de cadera, de lomo y de los cortes más tiernos. |
5 Usa sólo las mejores ovejas del rebaño y amontona leña en el fuego, debajo de la olla. Hierve el contenido de la olla, y cocina los huesos junto con la carne. |
6 »”Ahora bien, esto dice el SEÑOR Soberano: ¡qué aflicción le espera a Jerusalén, ciudad de asesinos! Ella es una olla de cocina cuya corrupción no puede limpiarse. Saca los trozos de carne al azar, porque ningún pedazo es mejor que otro. |
7 Pues la sangre de sus homicidios quedó salpicada en las rocas. ¡Ni siquiera se derramó en el suelo donde el polvo podría cubrirla! |
8 Así que yo salpicaré su sangre en una roca para que todos vean una expresión de mi enojo y mi venganza contra ella. |
9 »”Esto dice el SEÑOR Soberano: ¡Qué aflicción le espera a Jerusalén, ciudad de asesinos! Yo mismo amontonaré leña debajo de ella. |
10 ¡Sí, échale más leña! Que ardan las llamas para que hierva la olla. Cocina la carne con muchas especias y después quema los huesos. |
11 Luego deja la olla vacía sobre los carbones encendidos. ¡Que se caliente al rojo vivo! Que se quemen la inmundicia y la corrupción. |
12 Pero es un caso perdido; la corrupción no puede limpiarse. Así que échala al fuego. |
13 Tu impureza es tu lascivia y la corrupción fruto de tu idolatría. Yo traté de limpiarte, pero tú te negaste. Ahora quedarás en tu inmundicia hasta que sacie mi furia contra ti”. |
14 »¡Yo, el SEÑOR, he hablado! Ha llegado la hora y no me contendré. No cambiaré de parecer ni tendré compasión de ti. Serás juzgada por tus acciones perversas, dice el SEÑOR Soberano». |
15 Luego recibí este mensaje del SEÑOR: |
16 «Hijo de hombre, de un solo golpe te quitaré tu tesoro más querido; sin embargo, no debes expresar ningún dolor ante su muerte. No llores; que no haya lágrimas. |
17 Gime en silencio, pero sin que haya lamentos junto a su tumba. No te descubras la cabeza ni te quites las sandalias. No cumplas con los ritos acostumbrados en el tiempo de duelo ni aceptes la comida de los amigos que se acerquen a consolarte». |
18 Así que, por la mañana, anuncié ese mensaje al pueblo y por la tarde mi esposa murió. A la mañana siguiente hice todo lo que se me indicó. |
19 Entonces la gente me preguntó: «¿Qué significa todo esto? ¿Qué tratas de decirnos?». |
20 Así que les contesté: «Recibí un mensaje del SEÑOR, |
21 quien me dijo que se lo transmitiera a los israelitas. Esto dice el SEÑOR Soberano: “Contaminaré mi templo, que es fuente de seguridad y orgullo para ustedes, el lugar en el que se deleita su corazón. Los hijos y las hijas que dejaron en Judea serán masacrados a espada. |
22 Entonces ustedes harán lo mismo que hizo Ezequiel. No harán duelo en público ni se consolarán entre ustedes comiendo lo que les traigan sus amigos. |
23 Se dejarán la cabeza cubierta y no se quitarán las sandalias. No harán luto ni llorarán, pero se consumirán a causa de sus pecados. Harán luto en secreto por todo el mal que hicieron. |
24 Ezequiel les sirve de ejemplo; ustedes harán lo mismo que él. Y cuando llegue ese tiempo, sabrán que yo soy el SEÑOR Soberano”». |
25 Luego el SEÑOR me dijo: «Hijo de hombre, el día que les quite su fortaleza —su alegría y su gloria, el deseo de su corazón, su tesoro más querido— también les quitaré a sus hijos e hijas. |
26 Ese día, un sobreviviente llegará desde Jerusalén a Babilonia para contarte lo que sucedió. |
27 Cuando llegue, enseguida recuperarás la voz para que hables con él y serás un símbolo para los de este pueblo. Entonces ellos sabrán que yo soy el SEÑOR». |