Ezequiel  44 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 31 versitos |
1 El hombre me hizo volver en dirección a la puerta exterior del Santuario, la que miraba hacia el oriente, y esa puerta estaba cerrada.
2 Entonces el Señor me dijo: "Esta puerta permanecerá cerrada. No será abierta, y nadie entrará por ella, porque el Señor, el Dios de Israel, ha entrado por ella. Por eso permanecerá cerrada.
3 Solamente el príncipe en ejercicio se sentará allí para comer en la presencia del Señor. El entrará por el camino del vestíbulo de la puerta y saldrá por ese mismo camino".
4 Luego me llevó por la puerta septentrional hacia la fachada de la Casa. Yo miré, y vi que la gloria del Señor llenaba la Casa del Señor. Entonces caí con el rostro en tierra.
5 El Señor me dijo: Presta atención, hijo de hombre; mira bien, y escucha cuidadosamente lo que te voy a decir acerca de todas las prescripciones concernientes a la Casa del Señor y a todo su ritual. Ten bien en cuenta quiénes podrán ser admitidos en la Casa del Señor y quiénes deberán ser excluidos del Santuario.
6 Tú dirás a esos rebeldes, al pueblo de Israel: Así habla el Señor: ¡Basta ya, pueblo de Israel, de todas las abominaciones que ustedes han cometido,
7 introduciendo gente extranjera, de corazón y cuerpo incircuncisos, para que estuvieran en mi Santuario y profanaran mi Casa, mientras ustedes me ofrecían grasa y sangre como alimento! Así ustedes, con todas sus abominaciones, quebrantaron mi alianza.
8 No se encargaron ustedes mismos de ejercer mi sagrado ministerio, sino que pusieron a esa gente para que lo ejerciera en lugar de ustedes, en mi propio Santuario.
9 Por eso, así habla el Señor: Ningún extranjero, de corazón y cuerpo incircuncisos, ninguno de los extranjeros que residen en medio de Israel, podrá entrar en mi Santuario.
10 Los levitas, que me abandonaron cuando Israel se descarriaba lejos de mí para seguir a sus ídolos, cargarán con su culpa:
11 ellos tendrán a su cargo en mi Santuario la custodia de las puertas de la Casa y el cuidado de la Casa. Ellos inmolarán el holocausto y el sacrificio para el pueblo, y estarán ante el pueblo para servirlo.
12 Porque ellos lo sirvieron delante de sus ídolos e hicieron caer en la iniquidad a la casa de Israel, por eso yo levanto mi mano contra ellos -oráculo del Señor- y ellos cargarán con su culpa:
13 no se aproximarán a mí para ejercer la función sacerdotal, ni se aproximarán a mis cosas santas -las cosas santísimas- sino que cargarán con el oprobio y las abominaciones que cometieron.
14 Yo los pongo como encargados del cuidado de la Casa y de todo el servicio que deba prestarse en ella.
15 En cambio, los sacerdotes levíticos, hijos de Sadoc, que ejercieron el ministerio en mi Santuario cuando Israel se descarriaba lejos de mí, se acercarán a mí para servirme y estarán en mi presencia para ofrecerme la grasa y la sangre -oráculo del Señor-.
16 Ellos entrarán en mi Santuario, se acercarán a mi mesa para servirme y se encargarán de mi servicio.
17 Cuando entren por las puertas del atrio interior, se revestirán con vestiduras de lino: no llevarán ropa de lana cuando presten servicio a las puertas del atrio interior y en la Casa.
18 Tendrán turbantes de lino sobre su cabeza y también usarán calzoncillos de lino. No se ceñirán con nada que haga transpirar.
19 Cuando salgan al atrio exterior, donde está el pueblo, se quitarán las vestiduras que se hayan puesto para prestar servicio, dejándolas en las habitaciones del Santuario, y se pondrán otra ropa, para no santificar al pueblo con sus vestiduras.
20 No se raparán la cabeza ni dejarán crecer libremente sus cabellos, sino que se cortarán los cabellos cuidadosamente.
21 Ningún sacerdote beberá vino cuando deba entrar en el atrio interior.
22 Ellos no se casarán con una viuda ni con una mujer repudiada, sino sólo con una virgen de la raza del pueblo de Israel. Pero podrán casarse con la viuda de otro sacerdote.
23 Los sacerdotes instruirán a mi pueblo sobre la diferencia entre lo sagrado y lo profano, y le enseñarán a distinguir lo puro de lo impuro.
24 En los litigios, ellos tendrán autoridad para juzgar: juzgarán según mis leyes, observarán mis preceptos y mis instrucciones en todas mis solemnidades, y observarán mis sábados.
25 Los sacerdotes no tocarán a un hombre muerto, para no incurrir en impureza, a no ser que se trate de padre o la madre, de un hijo o de una hija, o de un hermano o hermana que no haya tenido marido.
26 Después de su purificación, se contarán siete días,
27 y el día que entren en el lugar santo, en el atrio interior, para prestar servicio en el lugar santo, ofrecerán su sacrificio por el pecado -oráculo del Señor-.
28 Los sacerdotes no tendrán una herencia, porque yo soy su herencia. Ustedes no les darán una propiedad en Israel, porque yo soy su propiedad.
29 Ellos se alimentarán con la oblación y con las víctimas del sacrificio por el pecado y del sacrificio de reparación. Todo lo dedicado al Señor en Israel, será para ellos.
30 También será para el sacerdote la mejor de todas las primicias y de todas las ofrendas que ustedes presenten. Ustedes entregarán al sacerdote lo mejor de sus moliendas, para que la bendición permanezca sobre tu casa.
31 Los sacerdotes no comerán ningún animal encontrado muerto o destrozado por las fieras, sea ave o ganado.

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Introducción a Ezequiel 


Ezequiel

En el 597 a. C., Nabucodonosor, rey de Babilonia, realizó una campaña contra Jerusalén. El rey Joaquín se rindió después de soportar un breve asedio y tuvo que pagar un pesado tributo. Como consecuencia de esta primera invasión, el reino davídico no quedó destruido, pero sí considerablemente diezmado. En efecto, con el fin de reafirmar su soberanía sobre Judá, Nabucodonosor destituyó a Joaquín y lo llevó cautivo a Babilonia con varios miles de deportados, entronizando en su lugar a Sedecías (17. 12-14; 2Ki_24:8-17 ). Entre las víctimas de aquella primera deportación se encontraba un sacerdote de Jerusalén, llamado EZEQUIEL, nombre que significa "Dios es fuerte", o bien, "Que Dios fortalezca". El lugar de su destierro fue una colonia de exiliados instalada en Tel Aviv, población situada junto al río Quebar, en las cercanías de Babilonia. Allí vivía acompañado de su esposa, cuando tuvo la deslumbrante visión que lo convirtió en profeta del Señor. A partir de ese momento, ejerció su actividad profética a lo largo de más de veinte años, entre el 593 y el 571 a. C.
La pertenencia de Ezequiel a la clase sacerdotal dejó una huella profunda en su mensaje. Así lo manifiestan su interés por las instituciones cultuales, su preocupación por separar lo sagrado de lo profano ( 2Ki_45:1-6 ; 2Ki_48:9-14 ), su horror por las impurezas legales ( 2Ki_4:14 ; 2Ki_44:6-8 ) y su competencia para resolver casos de moral y derecho, función esta específica de los sacerdotes ( 2Ki_20:1 ). Pero su máxima preocupación es el Templo, ya sea el Templo presente, contaminado por toda suerte de ritos idólatras ( 2Ki_8:1-18 ), ya sea el Santuario de la nueva Jerusalén, donde la Gloria del Señor habitará para siempre ( 2Ki_43:1-9 ) y cuyo diseño él describe minuciosamente (caps. 40-48). El pensamiento y el estilo de Ezequiel están hondamente arraigados en la tradición sacerdotal, así como los de su contemporáneo Jeremías reflejan cierta influencia de la corriente "deuteronomista".
Sin embargo, Ezequiel fue ante todo un profeta. El Señor lo estableció como "un presagio para el pueblo de Israel" ( 2Ki_12:6 ; 2Ki_24:24 ), y él puso en evidencia ante los exiliados en Babilonia que había "un profeta en medio de ellos" ( 2Ki_2:5 ; 2Ki_33:33 ). Su función fue semejante a la del "centinela", encargado de dar el grito de alerta ante la inminencia del peligro y, al mismo tiempo, responsable de aquellos que se perdían por no haber sido alertados oportunamente ( 2Ki_3:16-21 ).
A través de sus escritos, Ezequiel se manifiesta como una personalidad sumamente desconcertante. El lector queda desorientado ante sus sorprendentes acciones simbólicas ( 2Ki_4:1-3 ; 2Ki_5:1-4 ; 2Ki_12:1-20 ), ante sus posturas extravagantes ( 2Ki_4:4-8 ) y sus transportes extáticos ( 2Ki_11:1-13 ; 2Ki_37:1-14 ; 2Ki_40:1-4 ). Estos mismos elementos ya habían aparecido en otros profetas anteriores a él. Pero mientras que Oseas, Isaías o Jeremías se valen de ellos con cierta discreción, Ezequiel parece complacerse en emplearlos hasta resultar chocante. Por ese modo de proceder, se lo ha tachado de "excéntrico" e incluso se ha pensado que padecía de ciertas perturbaciones síquicas. Lo cierto es que poseía un genio excepcionalmente sensible e imaginativo, a la vez que complejo y paradójico. Era un "visionario" en el mejor sentido del término. Pero eso no le impedía expresarse a veces con la fría precisión de un jurista y la sutileza de un casuista o bien detenerse minuciosamente en la seca enumeración de detalles arquitectónicos.
El libro de Ezequiel aparece a primera vista como un conjunto sólidamente estructurado. Después de la introducción dedicada a relatar la vocación del profeta (1. 4-3. 21), siguen cuatro partes que tratan temas bien definidos. Dentro de este plan lógico, es fácil descubrir algunas repeticiones, interrupciones bruscas y ampliaciones, debidas en gran parte al trabajo redaccional de los discípulos del profeta, que dieron al Libro su forma definitiva.
Los grandes temas de Ezequiel han encontrado un profundo eco en el Nuevo Testamento, sobre todo en el Evangelio según san Juan. La Morada definitiva de Dios entre los hombres, anunciada por Ezequiel (37. 27), es Jesucristo ( Joh_1:14 ). Él es también el Buen Pastor que congrega a su Pueblo ( Joh_34:11-16 ; Joh_10:11-16 ), lo hace renacer por el agua y el Espíritu ( Joh_36:25-27 ; Joh_3:5 ) y le da la Vida ( Joh_37:1-14 ; Joh_11:25-26 ). Las visiones de Ezequiel son asimismo el punto de partida de casi todas las imágenes con que el Apocalipsis describe la Nueva Jerusalén, cuyo Templo "es el Señor Dios todopoderoso y el Cordero" ( Rev_21:22 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas