Daniel  11 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 45 versitos |
1 Por mi parte, el año primero de Darío el medo º estuve a su lado para darle fuerzas y apoyo.
2 Y ahora voy a revelarte la verdad.

Interpretación de las visiones

Tres reyes más aparecerán en Persia, y el cuarto º será mucho más rico que los otros. Cuando haya crecido en poder gracias a su riqueza, incitará a todos contra el reino de Grecia.
3 Después surgirá un rey batallador º, que desplegará un poder inmenso y actuará a su capricho. º
4 Pero estando aún en el poder, su reino será destruido y repartido hacia los cuatro puntos cardinales. Mas no será para sus descendientes que no tendrán el poder que él había ejercido, pues su reino será arrancado de raíz y entregado a otros. º
5 Crecerá la fuerza del rey del sur º, pero uno de sus generales llegará a ser más fuerte que él y gobernará sus propios dominios con un poder inmenso.
6 Pasados algunos años, concertarán una alianza. La hija del rey del sur acudirá al rey del norte a ratificar la alianza º; pero no conservará su poder ni su descendencia subsistirá, pues será entregada junto con su séquito, su hijo y quien la había servido de apoyo.
7 Un retoño º de sus raíces ocupará su lugar. Atacará al ejército del rey del norte y penetrará en sus fortalezas; luchará contra ellos y saldrá victorioso.
8 Incluso se llevará consigo a Egipto, como botín, a sus dioses, sus ídolos de metal y otros valiosos utensilios de plata y oro. Durante algunos años dejará tranquilo al rey del norte.
9 Después el rey del norte invadirá el país del rey del sur, pero acabará retirándose a su propio territorio.
10 Sus hijos, sin embargo, romperán las hostilidades y congregarán un ejército inmenso, que barrerá todo como una impetuosa inundación; después uno de ellos regresará y seguirá combatiendo hasta la fortaleza º.
11 Entonces, el rey del sur se pondrá en marcha encolerizado y luchará contra el rey del norte, que movilizará un ejército enorme, pero acabará derrotado º.
12 La derrota del ejército enemigo llenará de orgullo al rey del sur, que mandará matar a miles de personas, aunque no conseguirá imponerse,
13 pues el rey del norte movilizará una multitud mayor que la primera y, después de varios años, avanzará con un colosal ejército perfectamente pertrechado.
14 En aquel tiempo se alzarán muchos contra el rey del sur. Gente violenta de tu propio pueblo se rebelará en cumplimiento de la visión, pero sin éxito.
15 Entonces el rey del norte llegará, mandará construir terraplenes y acabará conquistando una ciudad fortificada º. Las tropas del rey del sur serán demasiado débiles como para resistir; incluso lo mejor de su ejército carecerá de fuerzas para mantenerse.
16 El invasor actuará a su capricho; nadie podrá hacerle frente. Se establecerá en la Tierra del Esplendor, que caerá por entero en su poder º. º
17 Decidirá venir con la fuerza de todo su reino para establecer una alianza con el rey del sur; le dará una hija en matrimonio con el propósito de destruir el reino, pero sus planes no tendrán éxito ni le servirán de nada.
18 Entonces dirigirá su mirada a las ciudades de las zonas costeras * y se apoderará de algunas de ellas, pero un general º acabará poniendo fin a su insolencia haciendo que esta recaiga sobre él.
19 Después de esto, regresará a las fortalezas de su país, pero tropezará y caerá para no reaparecer.
20 Su sucesor * enviará a un cobrador de tributos para expoliar el esplendor del reino º. Sin embargo, será destruido en pocos años, sin enfados ni luchas. º
21 Ocupará su lugar en el trono una persona despreciable º, a quien nadie le ha concedido el honor de la realeza. Invadirá el reino cuando sus habitantes estén confiados y se hará con él mediante intrigas.
22 Los ejércitos enemigos se desmoronarán ante él, y acabarán siendo aniquilados junto con el príncipe de la alianza º.
23 Usará la traición contra sus propios aliados y obtendrá el poder con unos pocos efectivos.
24 Cuando las provincias más ricas se sientan confiadas, las invadirá y llevará a cabo lo que no habían hecho ni sus padres ni sus abuelos: repartir el botín, los despojos y las riquezas entre sus seguidores. Planeará el ataque de las ciudades fortificadas, aunque por breve tiempo.
25 Desplegará todo su poder y su coraje para atacar al rey del sur con un gran ejército. El rey del sur º le hará frente con un ejército enorme y muy poderoso, pero no podrá resistir a causa de las conspiraciones urdidas contra él,
26 pues hasta sus propios comensales intentarán destruirlo. Su ejército será aniquilado y muchos caerán en el campo de batalla.
27 Los dos reyes, urdiendo planes funestos, se sentarán a la misma mesa y se intercambiarán mentiras º, pero nada de lo que planeen tendrá éxito, pues el fin sólo llegará en el tiempo fijado.
28 El rey del norte volverá a su país con grandes riquezas, pero planeando hacer frente a la santa alianza, proyecto que llevará a cabo antes de regresar. º
29 Volverá e invadirá el sur º en el tiempo fijado, pero esta vez las cosas no serán como la vez anterior,
30 pues lo atacarán naves de Quitín º. Él se acobardará y huirá, pero desfogará su cólera contra la santa alianza. Y volverá a ponerse de acuerdo con los dispuestos a abandonar la santa alianza.
31 Enviará tropas que ocuparán y profanarán el Templo y la ciudadela, y suprimirán el sacrificio permanente. Después instalarán la abominación devastadora º.
32 Corromperá con halagos a los que han violado la alianza, pero la gente que es leal a su Dios le hará frente con firmeza.
33 La gente sabia del pueblo instruirá a muchos, aunque durante algún tiempo caerán víctimas de la espada, serán quemados o soportarán cautiverios y saqueos. º
34 Cuando caigan, recibirán poca ayuda; incluso algunos se unirán a ellos con falsedad º.
35 Algunos sabios caerán, pero eso les valdrá para ser probados, purificados y quedar sin mancha hasta que llegue el momento final, pues hay todavía un intervalo hasta el tiempo fijado.
36 El rey actuará a su capricho. Se engrandecerá y se exaltará a sí mismo por encima de todos los dioses y dirá cosas inauditas contra el Dios de los dioses º. Y tendrá éxito hasta que se haya colmado el tiempo de la cólera, pues lo que ha sido decidido tiene que cumplirse. º
37 No mostrará respeto alguno por los dioses de sus antepasados * ni por el favorito de las mujeres º, ni respetará a dios alguno; antes bien, se exaltará a sí mismo por encima de todos.
38 En su lugar rendirá honores al dios de las fortalezas, un dios desconocido de sus antepasados; lo honrará con oro y plata, piedras preciosas y objetos valiosos.
39 Con la ayuda de un dios extranjero atacará las más sólidas fortalezas. Colmará de honores a quienes lo reconozcan, los nombrará gobernadores de una inmensa ciudadanía y les repartirá tierras en recompensa.
40 En el tiempo final º el rey del sur le declarará la guerra. Pero el rey del norte se lanzará contra él con carros de combate, caballería y numerosas naves. Invadirá numerosos países y barrerá todo como una inundación.
41 Invadirá también la Tierra del Esplendor y caerán numerosos países, aunque Edom, Moab y una parte principal de los amonitas podrán librarse de su mano.
42 Ampliará su poder a numerosos países; Egipto no escapará:
43 se adueñará de los tesoros de oro y plata y de todas las riquezas de Egipto. Libios y nubios seguirán el mismo camino.
44 Pero llegarán informes de oriente y del norte que lo alarmarán; partirá enfurecido con ánimo de destruir y aniquilar a cuantos sea necesario.
45 Montará el campamento real entre los mares º, en el monte santo del Esplendor. Sin embargo, le llegará el fin sin nadie que lo ayude.

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Introducción a Daniel 

INTRODUCCIÓN


1. Características generales


El libro hebreo-arameo de Daniel se define por la duplicidad. Hemos de señalar, en primer lugar, el uso de dos lenguas: de Dan 2:4 b a Dan 7:28 está escrito en arameo; para el resto, el autor o los autores han utilizado el hebreo. Además no hace falta ser un crítico literario para advertir la presencia de dos tipos de material narrativo: mientras los cps. Dan 1:1-21Dan 5:31-27 ofrecen al lector una serie de escenas que los críticos definen como “historietas cortesanas”, los cps. Dan 7:1-28Dan 12:1-13 están integrados por visiones entreveradas de material apocalíptico. Se trata, como se ve, de dos géneros literarios distintos. Por otra parte, los hechos narrados en ambas secciones transcurren en dos situaciones geopolíticas diversas. El trasfondo de Dan 1:1-21Dan 5:31-27 está relacionado con las experiencias vividas por los hebreos deportados a Babilonia por Nabucodonosor (587 a. C.), y no parece extenderse más allá del edicto de Ciro. Por otra parte, las visiones de Dan 7:1-28Dan 12:1-13, aunque supuestamente localizadas en el mismo período de tiempo, van más allá del horizonte histórico de Babilonia, pues penetran en los dramáticos acontecimientos históricos que jalonaron la existencia judía en la última parte del período helenístico (primera mitad del siglo II a. C.).


La primera parte del libro de Daniel (Libro de la historia de Daniel, cps. Dan 1:1-21Dan 5:31-27) se compone de una introducción y cinco visiones. La segunda parte (Libro de las visiones, cps. Dan 7:1-28Dan 12:1-13) está integrada por cuatro visiones, que revelan los acontecimientos de la historia del Oriente Próximo desde la deportación de Nabucodonosor hasta la irrupción del reinado de Dios en la tierra (el tiempo final). Los cps. Dan 7:1-28 y Dan 8:1-27 hablan de los reinos del mundo que ocuparán este período de tiempo y de su progresiva decadencia. En cambio, el cp. Dan 9:1-27, que pretende profundizar en un texto de Jeremías relativo a la duración de la desolación de Jerusalén, define ese período como un todo de setenta semanas de años. Los cps. Dan 10:1-21Dan 12:1-13 (cuarta visión) describen la naturaleza y el destino trágico del último de los reinos del mundo: el reino seléucida.


A pesar de la diferencia tan drástica de géneros literarios que las separan, las dos partes que integran el libro de Daniel pueden considerarse variaciones sobre un único tema: la relación entre los reinos del mundo y el reino de Dios. El enfoque es distinto, pero la finalidad idéntica.


Respecto a la fecha de composición de las partes hebrea y aramea del libro de Daniel, existe casi un consenso entre los especialistas sobre el término a quo. Dado que los acontecimientos a los que aluden las visiones coinciden con las crueles medidas tomadas por Antíoco IV Epífanes contra los israelitas residentes en Palestina, se supone que al menos el libro de las visiones (cps. Dan 7:1-28Dan 12:1-13) tuvo que ser escrito durante o poco después del espacio de tiempo que va desde la profanación del Templo de Jerusalén (167 a. C.) a la muerte de Antíoco (164 a. C.), sin poder precisar más. Y por parecidas razones, lo mismo cabe decir en relación con la primera parte del libro.


Por lo que respecta a la autoría del libro, parece claro que la atribución a Daniel (un personaje, por lo demás, del folclore israelita) debe ser considerada una pseudoepigrafía. Es imposible que una persona que vivió en la corte de Nabucodonosor (mediados del siglo VI a. C.) pudiese ser testigo de acontecimientos de la primera mitad del siglo II a. C. Por otra parte, dada la duplicidad de lenguas y de géneros literarios, es correcto pensar que tras la obra se esconde más de un autor.


Añadamos, finalmente, que la versión griega de los LXX contiene además tres pasajes deuterocanónicos conservados únicamente en griego. Son el cántico de Azarías, el relato de Susana, y los episodios de Bel y del dragón. En las Biblias para católicos, el primer pasaje ocupa un espacio entre los vv. Dan 3:24 y Dan 3:91 del cp. Dan 3:1-30, mientras que los otros dos están colocados al final del libro (cps. Dan 13:1-64 y Dan 14:1-42).


2. Marco histórico


El libro de Daniel refleja una sociedad hebrea privada de autonomía, sometida durante cuatro siglos al yugo político, a la opresión financiera y al expansionismo imperialista de babilonios, persas y griegos. Este estado de cosas comenzó con la destrucción de Jerusalén y su Templo por obra del ejército babilónico (587 a. C.), y con la deportación a Babilonia de los núcleos de población más representativos desde el punto de vista político, religioso, financiero y administrativo. El imperio, que Nabucodonosor llevó a su máximo esplendor, acabó cediendo terreno ante la presión persa. Hacia el año 539 a. C. Ciro conquistó Babilonia. Poco después permitió que los hebreos que lo desearan regresasen a Palestina (Esd 1:1-11Esd 6:1-22). A partir de aquí comienza un período de reconstrucción nacional, que incluía las instituciones religiosas, en particular el Templo de Jerusalén.


Pero Palestina siguió bajo el control de los persas que, si bien permitieron el regreso de los desterrados a sus lugares de origen y la reconstrucción de Jerusalén y de otras ciudades de la región, fue más por intereses político-militares que por razones de liberalidad y generosidad administrativa. Se trataba, en efecto, de repoblar las zonas de Palestina para no dejar desguarnecido el flanco occidental del Imperio ante un eventual avance de los griegos. De hecho, fueron las fulgurantes conquistas de Alejandro Magno las que, a raíz de la batalla de Arbelas en el año 331 a. C., acabaron con el imperio persa.


Tras la muerte del caudillo griego en 323 a. C., su imperio fue dividido entre sus generales. Para la historia crípticamente representada en el libro de Daniel, interesa saber que Ptolomeo se hizo cargo de Egipto, y Seleuco de Siria-Mesopotamia. Palestina, que en un principio fue gobernada desde Egipto, acabó siendo anexionada al reino seléucida por Antíoco III (198 a. C.). Pero la presencia beligerante de partidarios de Siria y partidarios de Egipto fue una constante en Jerusalén con las inevitables consecuencias políticas y religiosas.


El rey seléucida de mayor interés para la comprensión del libro de Daniel es Antíoco IV Epífanes (175-164 a. C.), cuya actuación, evocada de manera críptica en la segunda parte del libro de Daniel, terminó provocando la explosión política conocida como levantamiento de los Macabeos.


3. Contenido y características literarias


Como ya se ha dicho, el libro de Daniel tiene dos partes claramente diferenciadas: los relatos o “historietas cortesanas” de la primera parte (Dan 1:1-21Dan 5:31-27) y las visiones de la segunda (Dan 7:1-28Dan 12:1-13).


Los relatos de la primera parte presentan una estructura narrativa muy parecida: siempre aparece un rey (con sus ministros o astrólogos) y surge un problema del que depende la vida de Daniel; con la ayuda de Dios, todo se resuelve a favor del héroe. En general, el material de los primeros seis capítulos pone de relieve las peculiaridades morfológicas del cuento popular y se caracterizan por un lenguaje directo que ha conmovido y cautivado siempre a sus lectores.


En cuanto a las visiones de la segunda parte, ya se ha dicho que presentan claros rasgos apocalípticos. Pero ¿qué es un apocalipsis? Arriesgando una definición que probablemente será incompleta o parcialmente inadecuada, puede decirse que un apocalipsis es el relato de una supuesta revelación transmitida en dos etapas (mensaje e interpretación), recibida en una visión cargada de lenguaje simbólico (cósmico y/o teriomorfo) e interesada en interpretar la naturaleza del mundo presente y sus acontecimientos recurriendo a supuestos hechos ocurridos en el mundo celeste. En este proceso de interpretación, los sucesos del tiempo final tienen un protagonismo singular. Junto al vidente receptor de la revelación suele aparecer un ángel intérprete. Tras la visión, su destinatario suele recibir la orden de sellarla, en espera de que el “libro de la visión” sea abierto en el momento oportuno. Respecto al origen de la apocalíptica, existen dos tendencias entre los estudiosos. Mientras unos la relacionan con la profecía, otros la consideran hija de la sabiduría.


Hablando en concreto del libro de Daniel, parece indudable que tanto la primera como la segunda parte contienen numerosos elementos de carácter apocalíptico. Y es evidente que lo profético y lo sapiencial aflora aquí y allá en el curso del libro. Ello hace de Daniel un libro sui generis en el que se dan cita, junto con aspectos propios de la apocalíptica formas literarias proféticas y sapienciales atestiguadas en el resto del AT.


4. Claves de lectura


En primer lugar, el libro de Daniel es una obra en cuyas páginas alienta el espíritu de la resistencia judía, que se negaba a perder su identidad como nación y a dejarse asimilar por la cultura del imperio dominante. En este sentido representa una especie de reacción contra una lectura optimista del destierro según la cual a los desterrados no les fue tan mal, pues gozaron de unas condiciones que les permitían prosperar sin mayores problemas. El libro de Esdras sería un ejemplo de este tipo de lectura. Pero en realidad, los imperios babilónico y persa, cada uno a su modo, buscaban lo mismo: la progresiva supresión de la identidad de los pueblos sometidos, su muerte social. Los relatos del libro de Daniel han de ser inscritos en la resistencia judía a dicho proceso de eliminación pues presentan a un héroe que se opone con valentía a las exigencias aniquiladoras de un poder extranjero. Bien entendido que no es lícito identificar resistencia con formas violentas de resistencia (como las que aparecen en los libros de los Macabeos). La resistencia puede apelar a las sutilezas de la psicología o de la espiritualidad, no necesariamente a las armas.


Este sería el caso del libro de Daniel que sugiere entre líneas una resistencia pasiva, no-violenta. Su insistencia en el “ésjaton”, es decir, en el tiempo final como momento de la intervención liberadora de Dios, su actitud “sabia” de aceptar que nada tiene que aportar el ser humano para acelerar ese momento, su convicción de que la historia está en manos del Señor, todo ello ha convencido a numerosos estudiosos de que el libro de Daniel supone una especie de correctivo a la lucha armada de los Macabeos.


En segundo lugar el libro de Daniel constituye un sutil manual de teología política. Los grandes imperios del mundo y su poderosa máquina destructiva, depredadora y opresiva se encaminan hacia su aniquilación, sometidos a un plan determinado por el propio Dios. Sólo el sometimiento a la voluntad del Señor por parte de los tiranos y el reconocimiento de la supremacía divina pueden salvar a estos de la destrucción. Pero se trata de una teología política hebrea, pues a través de las páginas del libro de Daniel afloran sentimientos nacionalistas que no parecen tener en cuenta el sufrimiento del resto de los pueblos oprimidos. Se trata de una consecuencia lógica de la teología hebrea: Yahvé, el Señor, es el Dios de las naciones; pero tiene su morada en Sión, y el pueblo de Israel es su primogénito, su pueblo por excelencia. Este esquema teológico fue cristianizado principalmente durante la Edad Media, con el resultado de la teoría del sometimiento del poder civil a la autoridad de la Iglesia, representante en la tierra del propio poder de Dios.


Digamos, finalmente, que esta pequeña obra profética ha ejercido una gran influencia en las comunidades judías y cristianas a lo largo de la historia, pero la lectura que se ha hecho de ella no ha sido quizá lo debidamente equilibrada. Con frecuencia ha sido leída desde el desamparo de los pueblos sometidos. Pero también se ha convertido a veces en el libro de cabecera de grupos de resistencia violenta. Páginas bíblicas como las de Daniel son particularmente susceptibles de una lectura fundamentalista en una doble dirección: sirven para animar tanto el espíritu combativo de grupos armados como las proclamas de sometimiento, en espera de que Dios intervenga a su debido tiempo. Un peligro que debe ser conjurado desde el espíritu cristiano del evangelio.


TEXTOS DEUTEROCANÓNICOS DE DANIEL.


INTRODUCCIÓN


1. Características generales


En el texto que la versión griega de los LXX ofrece del libro de Daniel (y también en la Vulgata latina y otras versiones), nos encontramos con tres fragmentos que no aparecen en el original hebreo y arameo. La primera de estas secciones se corresponde a la “oración de Azarías” y al “cántico de los tres jóvenes”, que en el texto griego se añaden a Dan 3:24. Las otras dos secciones, “la historia de Susana” y “Daniel contra Bel y contra el Dragón”, aparecen como epílogo cerrando el libro en los capítulos Dan 13:1-64 y Dan 14:1-42 respectivamente.


Aunque estos textos nos han llegado sólo en su versión griega, la abundancia de semitismos hace suponer un original semita hebreo o arameo.


El propio texto griego nos ha llegado en dos formas diferentes: la de los LXX y la de Teodoción. Esta segunda es la que se ha impuesto en la tradición textual y es la que seguimos en esta traducción. De todas formas no son dos traducciones distintas sino dos variantes de un mismo texto traducido con mucha libertad.


2. Las tres secciones


La oración de Azarías: Es una pieza litúrgica de carácter penitencial. Es muy probable que en un primer momento tuviera vida independiente; de hecho no tiene una relación clara con el contexto en el que está insertada. Seguidamente aparece el cántico de los tres jóvenes; se trata de otro himno litúrgico, esta vez de alabanza, inspirado en los Sal 136:1-26 y Sal 148:1-14. También es probable que viera la luz en otro contexto diferente y posteriormente fuera incluido aquí.


La historia de Susana: Como la oración y el cántico pudo ser, en su origen, una historia independiente sin ningún tipo de alusión a Daniel. Podemos reconocer el itinerario de su evolución en las diferentes versiones: en la versión de los LXX aparece como epílogo a la obra, solamente hace mención de “un joven” sin precisar que se trate de Daniel; la traducción de Teodoción sitúa la historia en Babilonia, identifica al joven con Daniel y coloca ya todo el pasaje en el inicio, como introducción al personaje central del libro.


Daniel contra Bel y contra el Dragón: Se trata de otros dos relatos edificantes cuyo objeto es el de ridiculizar la adoración a los dioses paganos. El ataque no va dirigido únicamente contra los ídolos.


Fuente:

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Notas

Daniel  11,1— Darío el medo: Ver nota a Dan 5:31.


Daniel  11,2— tres reyes... el cuarto: Se discute mucho sobre la identidad de estos cuatro reyes persas. Podrían ser Ciro, Cambises, Darío y Jerjes I, que inició una campaña contra Grecia el año 480 a. C.
Daniel  11,3— un rey batallador: Se trata, sin duda, de Alejandro Magno.
Daniel  11,3Dan 8:4; Dan 11:16; Dan 11:36.
Daniel  11,4Dan 8:8; Dan 8:22.
Daniel  11,5— el rey del sur: A partir de este momento, el autor va a denominar de forma sistemática “rey del sur” al rey egipcio de turno, y “rey del norte” al correspondiente rey de Siria. En el presente pasaje el rey del sur es Tolomeo I Soter, que gobernó Egipto del 323 al 283 a. C. Uno de sus generales se convertirá en el fundador de la dinastía seléucida con el nombre de Seleuco I Nicator (305-281 a. C.).
Daniel  11,6— alianza: Esta alianza fue sellada con el matrimonio entre el seléucida Antíoco II Teos (261-246 a. C.) y Berenice, hija de Tolomeo II Filadelfo (285-246 a. C.).
Daniel  11,7— un retoño: Se trata del hermano de Berenice, que reinará en Egipto con el nombre de Tolomeo III Evergetes (246-221 a. C.).
Daniel  11,10— sus hijos... la fortaleza: Debe tratarse de Seleuco III Cerauno (226-223 a. C.) y sobre todo de Antíoco III el Grande (223-187 a. C.); en cuanto a la fortaleza podría ser la ciudadela de Jerusalén (1Ma 1:33).
Daniel  11,11— acabará derrotado: Probable alusión a la batalla de Rafia (217 a. C.).
Daniel  11,15— ciudad fortificada: Es probablemente Sidón (otros prefieren Gaza), donde se refugió el general egipcio Escopas al tener que retirarse de Jerusalén el año 198 a. C.
Daniel  11,16Dan 8:9+.
Daniel  11,16— en su poder: Antíoco III se apodera por completo de Judea y Jerusalén -“la Tierra del Esplendor”- en el año 197 a. C.
Daniel  11,18— a las ciudades de las zonas costeras: Lit. a las islas.

— un general: Antíoco III fue derrotado por el general romano Escipión en las Termópilas (191 a. C.) y en Magnesia (190 a. C.).
Daniel  11,202Ma 3:7-40.
Daniel  11,20— sucesor: Su hijo Seleuco IV Filopátor (187-175 a. C.).

— ... expoliar el esplendor del reino: Puede referirse al hecho narrado en 2Ma 3:1-40.
Daniel  11,21— una persona despreciable: Antíoco IV Epífanes (175-164 a. C.). Aunque el sucesor legítimo de Seleuco era su hijo Demetrio, Antíoco obtiene el control del reino seléucida mediante artimañas, eliminando a los posibles aspirantes al trono.
Daniel  11,22— príncipe de la alianza: Es sin duda el mismo personaje que el “ungido” Deu 9:25-26, es decir, el sumo sacerdote Onías III (ver primera nota a Dan 9:25).
Daniel  11,25— el rey del sur: Se trata en este caso de Tolomeo VI Filométor (180-145 a. C.) a quien sus consejeros sugirieron ladinamente que huyera a Samotracia.
Daniel  11,27— intercambiarán mentiras: Alusión al intento de ambos reyes -Antíoco IV y Tolomeo VI- de hacer las paces, intento plagado de insinceridad.
Daniel  11,28Dan 11:30; 1Ma 1:17-63; 1Ma 6:1-16; 2Ma 5:1-9; 2Ma 9:1-2; 2Ma 9:5; 2Ma 9:28.
Daniel  11,29— invadirá el sur: Segunda campaña de Antíoco IV contra Egipto, que comienza el año 168 a. C.
Daniel  11,30— Quitín: Aunque con este término la Biblia designa habitualmente a Chipre -o a lo sumo a Grecia-, aquí se trata de los romanos dirigidos por el cónsul Cayo Pompilio.
Daniel  11,31— abominación devastadora: Ver nota a Dan 8:13.
Daniel  11,33Dan 12:3; Dan 12:10.
Daniel  11,33-34— La gente sabia... con falsedad: Estos dos versículos aluden tal vez a las primeras manifestaciones de la guerra de liberación liderada por los Macabeos.
Daniel  11,36Dan 8:4+; 2Ts 2:4; Apo 13:5.
Daniel  11,36— Dios de los dioses: La expresión, que equivale a un superlativo, era inhabitual entre los judíos de la época.
Daniel  11,37— los dioses de sus antepasados: La impiedad de Antíoco llegó a tal extremo que reestructuró el panteón seléucida no respetando ni a sus propios dioses.

— el favorito de las mujeres: Debe tratarse de Adonis (adaptación griega del dios Tamuz de Mesopotamia), relacionado con los cultos de la fertilidad.
Daniel  11,40-45— En el tiempo final... sin que nadie lo ayude: Estos versículos pretenden describir los últimos días de Antíoco IV. Pero más que una descripción histórico-geográfica, poco concorde con la realidad de los hechos, parece tratarse de una descripción teológica elaborada por el autor del pasaje.
Daniel  11,45— entre los mares: Es decir, entre el Mediterráneo y el Mar Muerto. Otros traducen: “entre el mar y el monte santo”. El monte santo del Esplendor es una clara referencia al monte Sión; compárese con Tierra del Esplendor en Dan 8:9.