Daniel  4 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 37 versitos |
1 (3:31) (3:98)

El sueño del árbol

El rey Nabucodonosor, a la gente de todos los pueblos, naciones y lenguas de toda la tierra: ¡Que su paz aumente día a día! º
2 (3:32) (3:99) Me complace hacerlos partícipes de las señales y prodigios que el Dios Altísimo ha tenido a bien hacer conmigo. º
3 (3:33) (3:100) ¡Qué grandes son sus señales, qué poderosos sus prodigios! ¡Su reino es un reino eterno, su imperio no tiene fin! º
4 (4:1) Mientras yo, Nabucodonosor, vivía tranquilo en mi residencia, rodeado de prosperidad en mi palacio, º
5 (4:2) tuve un sueño que me preocupó; las visiones que pasaron por mi mente mientras dormía llegaron a alarmarme.
6 (4:3) Di entonces la orden de que trajeran a mi presencia a todos los sabios de Babilonia, con la intención de que me proporcionaran la interpretación del sueño.
7 (4:4) Así pues, se presentaron magos, adivinos, astrólogos y hechiceros, y les relaté mi sueño, pero no supieron dar con su interpretación.
8 (4:5) Al final se presentó ante mí Daniel, apodado Baltasar en referencia al nombre de mi dios * y partícipe del espíritu de los dioses º santos. Y yo le relaté mi sueño:
9 (4:6) — Baltasar, jefe de los magos, sé que posees el espíritu de los dioses santos y que no hay misterios para ti. Escucha el sueño que he tenido e interprétalo. º
10 (4:7) En las visiones que pasaban por mi mente mientras dormía, contemplé lo siguiente: Había un árbol enorme en el centro mismo de la tierra º. º
11 (4:8) El árbol creció corpulento, su copa llegaba al cielo, visible desde toda la tierra.
12 (4:9) Tenía un ramaje magnífico y tal cantidad de frutos que había comida para todos. Las fieras del campo venían a cobijarse a su sombra; todas las aves del cielo acudían a anidar en sus ramas. Todos los seres vivientes se nutrían º de aquel árbol.
13 (4:10) En las visiones que pasaban por mi mente mientras dormía, pude ver cómo un santo vigilante º bajaba del cielo
14 (4:11) y gritaba a pleno pulmón: ¡Talen el árbol, corten su ramaje; arranquen sus hojas, tiren sus frutos º! Que las bestias huyan de debajo del árbol, que los pájaros todos abandonen sus ramas.
15 (4:12) Pero dejen en tierra tocón y raíces, sujetos con cadenas de hierro y de bronce, como una más de las matas del campo. Que el rocío del cielo lo empape de humedad, que comparta con las bestias la hierba del campo.
16 (4:13) Que sea desposeído de entendimiento humano, que su razón * se equipare a la de un animal, hasta que hayan pasado siete años º.
17 (4:14) Esta es la sentencia que dictan los Vigilantes º, esta es la decisión tomada por los Santos. Así reconocerán º todos los vivientes que el Altísimo controla los reinos humanos: se los da a quien le place y ensalza al más humilde. º
18 (4:15) Este es el sueño que tuve yo, el rey Nabucodonosor. Por tu parte, Baltasar, dime cómo se interpreta, pues ningún sabio de mi reino ha podido hacerlo. Tú serás sin duda capaz de ello, pues participas del espíritu de los dioses santos.
19 (4:16) Daniel (apodado Baltasar) permaneció de momento perplejo, alarmado por sus pensamientos. El rey insistió: — Baltasar, no te sientas alarmado por el sueño y su interpretación. Baltasar contestó: — Señor, ¡ojalá este sueño se refiriese a tus adversarios y tus enemigos fuesen los destinatarios de su interpretación!
20 (4:17) El árbol que viste crecer corpulento, cuya copa llegaba hasta el cielo y que era visible desde toda la tierra,
21 (4:18) que tenía un ramaje magnífico y tal cantidad de frutos que podía alimentar a todos, con una sombra bajo la cual iban a cobijarse los animales salvajes y unas ramas en las que anidaban las aves del cielo, ese árbol
22 (4:19) eres tú, majestad. Te has hecho grande y poderoso: tu grandeza ha llegado hasta el cielo y tu poder se ha expandido por los confines de la tierra.
23 (4:20) También viste, majestad, a un vigilante santo que bajaba del cielo y decía: “Talen el árbol y háganlo astillas, pero dejen en tierra el tocón y las raíces, sujetos con cadenas de hierro y de bronce, como una más de las matas del campo. Que lo empape el rocío del cielo y se alimente como las bestias del campo, hasta que pasen siete años”.
24 (4:21) Pues bien, majestad, esta es su interpretación y la decisión que el Altísimo ha tomado sobre el rey, mi señor:
25 (4:22) Dejarás de estar entre las personas y vivirás en compañía de las bestias del campo. Te darán hierba, igual que a los toros, quedarás empapado por el rocío del cielo. Tendrán que transcurrir siete años hasta que reconozcas que el Altísimo tiene poder sobre los reinos humanos, y los da a quien le place.
26 (4:23) La orden de dejar el tocón y las raíces del árbol significa que el reino te será devuelto en cuanto reconozcas que el único que tiene poder es el Dios del cielo º.
27 (4:24) Así pues, majestad, acepta de buen grado mi consejo: corrige tus desvíos * haciendo buenas obras º y expía tus delitos practicando la misericordia con los pobres; de ese modo, se prolongará tu felicidad. º
28 (4:25)

Cumplimiento del sueño

Esto fue lo que le sucedió al rey Nabucodonosor.
29 (4:26) Transcurridos doce meses, mientras paseaba por la terraza del palacio real de Babilonia,
30 (4:27) el rey iba pensando: “Esta es la gran Babilonia, construida por mí como residencia real, obra de mi poder y manifestación de mi magnificencia”.
31 (4:28) Todavía andaba el rey con estos pensamientos, cuando una voz bajó del cielo: — Contigo hablo, rey Nabucodonosor: has sido desposeído de tu reino.
32 (4:29) Serás retirado de en medio de las personas y vivirás con las bestias del campo; comerás hierba como los toros, y tendrán que transcurrir siete años hasta que reconozcas que el Altísimo tiene poder sobre los reinos humanos y que los da a quien le place.
33 (4:30) En aquel mismo momento se cumplieron en Nabucodonosor las palabras pronunciadas: dejó de vivir entre personas y empezó a comer hierba como los toros, su cuerpo quedó empapado por el rocío del cielo, los cabellos le crecieron como plumas de águila y le salieron uñas como las de las aves.
34 (4:31) Pasado el tiempo fijado, yo, Nabucodonosor, alcé los ojos al cielo y recobré la razón. Bendije entonces al Altísimo, alabé y glorifiqué al que vive eternamente, cuyo poder es eterno y cuyo reino no tiene fin º.
35 (4:32) Ante él nada son los habitantes de la tierra, y hace lo que quiere con el ejército del cielo * y con los habitantes de la tierra. Nadie puede detenerle la mano º ni pedirle cuentas de lo que hace. º
36 (4:33) En aquel momento recobré la razón. También recuperé el honor y la majestad, para gloria de mi reino. Mis consejeros y ministros me reclamaron, se me devolvió el reino y se acrecentó mi poder.
37 (4:34) Por eso yo, Nabucodonosor, alabo, ensalzo y reconozco la gloria del Rey del cielo º: todas sus obras son verdaderas; todas sus formas de actuar, justas. Él tiene poder para humillar a las personas arrogantes. º

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Introducción a Daniel 

INTRODUCCIÓN


1. Características generales


El libro hebreo-arameo de Daniel se define por la duplicidad. Hemos de señalar, en primer lugar, el uso de dos lenguas: de Dan 2:4 b a Dan 7:28 está escrito en arameo; para el resto, el autor o los autores han utilizado el hebreo. Además no hace falta ser un crítico literario para advertir la presencia de dos tipos de material narrativo: mientras los cps. Dan 1:1-21Dan 5:31-27 ofrecen al lector una serie de escenas que los críticos definen como “historietas cortesanas”, los cps. Dan 7:1-28Dan 12:1-13 están integrados por visiones entreveradas de material apocalíptico. Se trata, como se ve, de dos géneros literarios distintos. Por otra parte, los hechos narrados en ambas secciones transcurren en dos situaciones geopolíticas diversas. El trasfondo de Dan 1:1-21Dan 5:31-27 está relacionado con las experiencias vividas por los hebreos deportados a Babilonia por Nabucodonosor (587 a. C.), y no parece extenderse más allá del edicto de Ciro. Por otra parte, las visiones de Dan 7:1-28Dan 12:1-13, aunque supuestamente localizadas en el mismo período de tiempo, van más allá del horizonte histórico de Babilonia, pues penetran en los dramáticos acontecimientos históricos que jalonaron la existencia judía en la última parte del período helenístico (primera mitad del siglo II a. C.).


La primera parte del libro de Daniel (Libro de la historia de Daniel, cps. Dan 1:1-21Dan 5:31-27) se compone de una introducción y cinco visiones. La segunda parte (Libro de las visiones, cps. Dan 7:1-28Dan 12:1-13) está integrada por cuatro visiones, que revelan los acontecimientos de la historia del Oriente Próximo desde la deportación de Nabucodonosor hasta la irrupción del reinado de Dios en la tierra (el tiempo final). Los cps. Dan 7:1-28 y Dan 8:1-27 hablan de los reinos del mundo que ocuparán este período de tiempo y de su progresiva decadencia. En cambio, el cp. Dan 9:1-27, que pretende profundizar en un texto de Jeremías relativo a la duración de la desolación de Jerusalén, define ese período como un todo de setenta semanas de años. Los cps. Dan 10:1-21Dan 12:1-13 (cuarta visión) describen la naturaleza y el destino trágico del último de los reinos del mundo: el reino seléucida.


A pesar de la diferencia tan drástica de géneros literarios que las separan, las dos partes que integran el libro de Daniel pueden considerarse variaciones sobre un único tema: la relación entre los reinos del mundo y el reino de Dios. El enfoque es distinto, pero la finalidad idéntica.


Respecto a la fecha de composición de las partes hebrea y aramea del libro de Daniel, existe casi un consenso entre los especialistas sobre el término a quo. Dado que los acontecimientos a los que aluden las visiones coinciden con las crueles medidas tomadas por Antíoco IV Epífanes contra los israelitas residentes en Palestina, se supone que al menos el libro de las visiones (cps. Dan 7:1-28Dan 12:1-13) tuvo que ser escrito durante o poco después del espacio de tiempo que va desde la profanación del Templo de Jerusalén (167 a. C.) a la muerte de Antíoco (164 a. C.), sin poder precisar más. Y por parecidas razones, lo mismo cabe decir en relación con la primera parte del libro.


Por lo que respecta a la autoría del libro, parece claro que la atribución a Daniel (un personaje, por lo demás, del folclore israelita) debe ser considerada una pseudoepigrafía. Es imposible que una persona que vivió en la corte de Nabucodonosor (mediados del siglo VI a. C.) pudiese ser testigo de acontecimientos de la primera mitad del siglo II a. C. Por otra parte, dada la duplicidad de lenguas y de géneros literarios, es correcto pensar que tras la obra se esconde más de un autor.


Añadamos, finalmente, que la versión griega de los LXX contiene además tres pasajes deuterocanónicos conservados únicamente en griego. Son el cántico de Azarías, el relato de Susana, y los episodios de Bel y del dragón. En las Biblias para católicos, el primer pasaje ocupa un espacio entre los vv. Dan 3:24 y Dan 3:91 del cp. Dan 3:1-30, mientras que los otros dos están colocados al final del libro (cps. Dan 13:1-64 y Dan 14:1-42).


2. Marco histórico


El libro de Daniel refleja una sociedad hebrea privada de autonomía, sometida durante cuatro siglos al yugo político, a la opresión financiera y al expansionismo imperialista de babilonios, persas y griegos. Este estado de cosas comenzó con la destrucción de Jerusalén y su Templo por obra del ejército babilónico (587 a. C.), y con la deportación a Babilonia de los núcleos de población más representativos desde el punto de vista político, religioso, financiero y administrativo. El imperio, que Nabucodonosor llevó a su máximo esplendor, acabó cediendo terreno ante la presión persa. Hacia el año 539 a. C. Ciro conquistó Babilonia. Poco después permitió que los hebreos que lo desearan regresasen a Palestina (Esd 1:1-11Esd 6:1-22). A partir de aquí comienza un período de reconstrucción nacional, que incluía las instituciones religiosas, en particular el Templo de Jerusalén.


Pero Palestina siguió bajo el control de los persas que, si bien permitieron el regreso de los desterrados a sus lugares de origen y la reconstrucción de Jerusalén y de otras ciudades de la región, fue más por intereses político-militares que por razones de liberalidad y generosidad administrativa. Se trataba, en efecto, de repoblar las zonas de Palestina para no dejar desguarnecido el flanco occidental del Imperio ante un eventual avance de los griegos. De hecho, fueron las fulgurantes conquistas de Alejandro Magno las que, a raíz de la batalla de Arbelas en el año 331 a. C., acabaron con el imperio persa.


Tras la muerte del caudillo griego en 323 a. C., su imperio fue dividido entre sus generales. Para la historia crípticamente representada en el libro de Daniel, interesa saber que Ptolomeo se hizo cargo de Egipto, y Seleuco de Siria-Mesopotamia. Palestina, que en un principio fue gobernada desde Egipto, acabó siendo anexionada al reino seléucida por Antíoco III (198 a. C.). Pero la presencia beligerante de partidarios de Siria y partidarios de Egipto fue una constante en Jerusalén con las inevitables consecuencias políticas y religiosas.


El rey seléucida de mayor interés para la comprensión del libro de Daniel es Antíoco IV Epífanes (175-164 a. C.), cuya actuación, evocada de manera críptica en la segunda parte del libro de Daniel, terminó provocando la explosión política conocida como levantamiento de los Macabeos.


3. Contenido y características literarias


Como ya se ha dicho, el libro de Daniel tiene dos partes claramente diferenciadas: los relatos o “historietas cortesanas” de la primera parte (Dan 1:1-21Dan 5:31-27) y las visiones de la segunda (Dan 7:1-28Dan 12:1-13).


Los relatos de la primera parte presentan una estructura narrativa muy parecida: siempre aparece un rey (con sus ministros o astrólogos) y surge un problema del que depende la vida de Daniel; con la ayuda de Dios, todo se resuelve a favor del héroe. En general, el material de los primeros seis capítulos pone de relieve las peculiaridades morfológicas del cuento popular y se caracterizan por un lenguaje directo que ha conmovido y cautivado siempre a sus lectores.


En cuanto a las visiones de la segunda parte, ya se ha dicho que presentan claros rasgos apocalípticos. Pero ¿qué es un apocalipsis? Arriesgando una definición que probablemente será incompleta o parcialmente inadecuada, puede decirse que un apocalipsis es el relato de una supuesta revelación transmitida en dos etapas (mensaje e interpretación), recibida en una visión cargada de lenguaje simbólico (cósmico y/o teriomorfo) e interesada en interpretar la naturaleza del mundo presente y sus acontecimientos recurriendo a supuestos hechos ocurridos en el mundo celeste. En este proceso de interpretación, los sucesos del tiempo final tienen un protagonismo singular. Junto al vidente receptor de la revelación suele aparecer un ángel intérprete. Tras la visión, su destinatario suele recibir la orden de sellarla, en espera de que el “libro de la visión” sea abierto en el momento oportuno. Respecto al origen de la apocalíptica, existen dos tendencias entre los estudiosos. Mientras unos la relacionan con la profecía, otros la consideran hija de la sabiduría.


Hablando en concreto del libro de Daniel, parece indudable que tanto la primera como la segunda parte contienen numerosos elementos de carácter apocalíptico. Y es evidente que lo profético y lo sapiencial aflora aquí y allá en el curso del libro. Ello hace de Daniel un libro sui generis en el que se dan cita, junto con aspectos propios de la apocalíptica formas literarias proféticas y sapienciales atestiguadas en el resto del AT.


4. Claves de lectura


En primer lugar, el libro de Daniel es una obra en cuyas páginas alienta el espíritu de la resistencia judía, que se negaba a perder su identidad como nación y a dejarse asimilar por la cultura del imperio dominante. En este sentido representa una especie de reacción contra una lectura optimista del destierro según la cual a los desterrados no les fue tan mal, pues gozaron de unas condiciones que les permitían prosperar sin mayores problemas. El libro de Esdras sería un ejemplo de este tipo de lectura. Pero en realidad, los imperios babilónico y persa, cada uno a su modo, buscaban lo mismo: la progresiva supresión de la identidad de los pueblos sometidos, su muerte social. Los relatos del libro de Daniel han de ser inscritos en la resistencia judía a dicho proceso de eliminación pues presentan a un héroe que se opone con valentía a las exigencias aniquiladoras de un poder extranjero. Bien entendido que no es lícito identificar resistencia con formas violentas de resistencia (como las que aparecen en los libros de los Macabeos). La resistencia puede apelar a las sutilezas de la psicología o de la espiritualidad, no necesariamente a las armas.


Este sería el caso del libro de Daniel que sugiere entre líneas una resistencia pasiva, no-violenta. Su insistencia en el “ésjaton”, es decir, en el tiempo final como momento de la intervención liberadora de Dios, su actitud “sabia” de aceptar que nada tiene que aportar el ser humano para acelerar ese momento, su convicción de que la historia está en manos del Señor, todo ello ha convencido a numerosos estudiosos de que el libro de Daniel supone una especie de correctivo a la lucha armada de los Macabeos.


En segundo lugar el libro de Daniel constituye un sutil manual de teología política. Los grandes imperios del mundo y su poderosa máquina destructiva, depredadora y opresiva se encaminan hacia su aniquilación, sometidos a un plan determinado por el propio Dios. Sólo el sometimiento a la voluntad del Señor por parte de los tiranos y el reconocimiento de la supremacía divina pueden salvar a estos de la destrucción. Pero se trata de una teología política hebrea, pues a través de las páginas del libro de Daniel afloran sentimientos nacionalistas que no parecen tener en cuenta el sufrimiento del resto de los pueblos oprimidos. Se trata de una consecuencia lógica de la teología hebrea: Yahvé, el Señor, es el Dios de las naciones; pero tiene su morada en Sión, y el pueblo de Israel es su primogénito, su pueblo por excelencia. Este esquema teológico fue cristianizado principalmente durante la Edad Media, con el resultado de la teoría del sometimiento del poder civil a la autoridad de la Iglesia, representante en la tierra del propio poder de Dios.


Digamos, finalmente, que esta pequeña obra profética ha ejercido una gran influencia en las comunidades judías y cristianas a lo largo de la historia, pero la lectura que se ha hecho de ella no ha sido quizá lo debidamente equilibrada. Con frecuencia ha sido leída desde el desamparo de los pueblos sometidos. Pero también se ha convertido a veces en el libro de cabecera de grupos de resistencia violenta. Páginas bíblicas como las de Daniel son particularmente susceptibles de una lectura fundamentalista en una doble dirección: sirven para animar tanto el espíritu combativo de grupos armados como las proclamas de sometimiento, en espera de que Dios intervenga a su debido tiempo. Un peligro que debe ser conjurado desde el espíritu cristiano del evangelio.


TEXTOS DEUTEROCANÓNICOS DE DANIEL.


INTRODUCCIÓN


1. Características generales


En el texto que la versión griega de los LXX ofrece del libro de Daniel (y también en la Vulgata latina y otras versiones), nos encontramos con tres fragmentos que no aparecen en el original hebreo y arameo. La primera de estas secciones se corresponde a la “oración de Azarías” y al “cántico de los tres jóvenes”, que en el texto griego se añaden a Dan 3:24. Las otras dos secciones, “la historia de Susana” y “Daniel contra Bel y contra el Dragón”, aparecen como epílogo cerrando el libro en los capítulos Dan 13:1-64 y Dan 14:1-42 respectivamente.


Aunque estos textos nos han llegado sólo en su versión griega, la abundancia de semitismos hace suponer un original semita hebreo o arameo.


El propio texto griego nos ha llegado en dos formas diferentes: la de los LXX y la de Teodoción. Esta segunda es la que se ha impuesto en la tradición textual y es la que seguimos en esta traducción. De todas formas no son dos traducciones distintas sino dos variantes de un mismo texto traducido con mucha libertad.


2. Las tres secciones


La oración de Azarías: Es una pieza litúrgica de carácter penitencial. Es muy probable que en un primer momento tuviera vida independiente; de hecho no tiene una relación clara con el contexto en el que está insertada. Seguidamente aparece el cántico de los tres jóvenes; se trata de otro himno litúrgico, esta vez de alabanza, inspirado en los Sal 136:1-26 y Sal 148:1-14. También es probable que viera la luz en otro contexto diferente y posteriormente fuera incluido aquí.


La historia de Susana: Como la oración y el cántico pudo ser, en su origen, una historia independiente sin ningún tipo de alusión a Daniel. Podemos reconocer el itinerario de su evolución en las diferentes versiones: en la versión de los LXX aparece como epílogo a la obra, solamente hace mención de “un joven” sin precisar que se trate de Daniel; la traducción de Teodoción sitúa la historia en Babilonia, identifica al joven con Daniel y coloca ya todo el pasaje en el inicio, como introducción al personaje central del libro.


Daniel contra Bel y contra el Dragón: Se trata de otros dos relatos edificantes cuyo objeto es el de ridiculizar la adoración a los dioses paganos. El ataque no va dirigido únicamente contra los ídolos.


Fuente:

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Notas

Daniel  4,1Dan 6:25


Daniel  4,2Ver Éxo 7:3; Deu 4:34.
Daniel  4,3Dan 2:44; Dan 4:34; Dan 7:14.
Daniel  4,4Dan 5:15; Gén 41:1; Gén 41:8.
Daniel  4,8— mi dios: Baltasar es un nombre teóforo, es decir, que tiene en su composición el nombre de un dios, en este caso Bel (= Baal). Baltasar significa “Dios protege al rey”.

— de los dioses: Advirtamos que el plural “dioses” está puesto en boca de una persona no israelita. De todos modos, para evitar sin duda una interpretación politeísta, la traducción griega de los LXX dice: un espíritu santo de Dios.
Daniel  4,9Dan 5:11; Dan 5:14; Gén 41:14-15.
Daniel  4,10— de la tierra: Este árbol fantástico recuerda al oráculo de Eze 31:2-9, donde el faraón es comparado a un gigantesco cedro. No hay que pensar necesariamente en una dependencia de Daniel respecto a Ezequiel. Más bien habría que pensar en un modelo mitológico común: el árbol cósmico.
Daniel  4,10Eze 1:3-9.
Daniel  4,12— se nutrían: Este versículo define la importancia económica (“había comida para todos”) y política (“venían a cobijarse a su sombra”) del imperio neobabilónico.
Daniel  4,13— un santo vigilante: En el pensamiento del autor, parece tratarse de un ángel que está siempre observando lo que ocurre en el mundo, dispuesto a acatar las órdenes del Señor. Estos “vigilantes” aparecen con frecuencia en la literatura extrabíblica, particularmente en los escritos descubiertos en Qumrán donde es emblemático al respecto el Libro de los Vigilantes.
Daniel  4,14— hojas... frutos: La ausencia de hojas dejará sin cobijo a los “animales” y sin posibilidad de anidar a las “aves”; la falta de frutos dejará sin comida a “todos los seres vivientes” (ver v. Dan 4:12).
Daniel  4,16— su razón: Lit. su corazón.

— siete años: Lit. siete tiempos.
Daniel  4,17Jer 27:5; 1Sa 2:8; Luc 1:52.
Daniel  4,17— los Vigilantes: Ver nota a Dan 4:13.
Daniel  4,17— reconocerán: Fórmula de reconocimiento parecida a la utilizada continuamente por Ezequiel (ver Eze 5:13; Eze 6:7; Eze 6:10; Eze 6:14; Eze 7:4; Eze 7:9; Eze 7:27; etc.). La moraleja final recuerda la altanería de Nabucodonosor (vv. Dan 4:10-12).
Daniel  4,26— el Dios del cielo: Lit. el cielo; fórmula que aparece también en los libros deuterocanónicos de los Macabeos (1Ma 3:18; 2Ma 3:15).
Daniel  4,27— corrige tus desvíos: Otros traducen redime tus pecados; pero el término hebreo traducido habitualmente por “pecado” hace más bien referencia a la incapacidad de “dar en el blanco”.

— buenas obras: Lit. actuando con justicia; el término hebreo traducido generalmente por “justicia” significaba también en el judaísmo tardío “limosna”.
Daniel  4,27Tob 12:9; Sir 3:30.
Daniel  4,28Cumplimiento del sueño: Las crónicas babilónicas no mencionan este episodio del reinado de Nabucodonosor. Lo que sí dicen es que el último rey de Babilonia, Nabonido, encomendó la regencia del reino a su hijo Baltasar y se retiró durante un período de diez años al oasis de Teimán.
Daniel  4,34— no tiene fin: Esta manifestación de fe es importantísima en boca de un pagano, pues, al reconocer la eternidad del poder divino, somete indirectamente el suyo a Dios; y, al confesar que el reino divino no tiene fin, acepta las limitaciones y el carácter temporal del suyo.
Daniel  4,35— el ejército del cielo: Se refiere probablemente a los astros y constelaciones (que influían, según algunos, en el devenir de la vida en la tierra). Pero indirectamente, y dado que algunos astros y planetas habían sido divinizados en ciertas culturas del Oriente Próximo, el autor propone una crítica de esa teología astral.

— detenerle la mano: La expresión equivale a “oponerse a su poder”.
Daniel  4,35Isa 40:22-24; Sab 12:12; Rom 9:20.
Daniel  4,37Eze 17:24; Sal 18:27; Sal 111:7-8; Luc 1:52.
Daniel  4,37— Rey del cielo: En realidad, es una expresión más bien extraña para referirse al Dios hebreo (aparece en Tob 13:11). Sin embargo, dado que estamos ante una competencia entre dos “monarcas”, la expresión resulta sumamente adecuada.