Daniel  7 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 28 versitos |
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II.— LIBRO DE LAS VISIONES (7—12)

Visión de las bestias

El año primero de Baltasar *, rey de Babilonia, Daniel tuvo un sueño y visiones * mientras dormía. Al despertar, puso por escrito el sueño que había tenido º: º
2 En mi visión nocturna contemplé cómo los cuatro vientos * del cielo agitaban el inmenso mar º, º
3 y cómo salían de él cuatro bestias enormes, diferentes entre sí.
4 La primera parecía un león con alas de águila º. Mientras la estaba contemplando, le arrancaron las alas, la levantaron en vilo, la pusieron derecha sobre sus patas, como si fuera un ser humano, y le concedieron entendimiento humano.
5 Apareció después la segunda bestia, parecida a un oso º; estaba erguida sobre un costado y llevaba tres costillas en las fauces, entre los dientes. Le decían: “Vete y atibórrate de carne”.
6 Después vi otra bestia, parecida a un leopardo º, con cuatro alas de ave en la espalda y cuatro cabezas. Le dieron el poder.
7 Después de esta, mientras contemplaba la visión nocturna, pude ver una cuarta bestia *. Era terrible, espantosa y fortísima. Tenía unos enormes dientes de hierro, con los que devoraba y trituraba; después pisoteaba las sobras con sus patas. Era distinta a las anteriores. Tenía diez cuernos º.
8 Estaba yo mirándolos, cuando de pronto vi que, entre los diez cuernos, aparecía otro más pequeño º. Para hacerle sitio, tuvieron que arrancar tres de los anteriores. Aquel nuevo cuerno tenía ojos humanos y una boca que hablaba con insolencia.
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Visión del anciano y del hijo de hombre

Mientras seguía mirando, pude ver cómo colocaban unos tronos y cómo se sentaba un anciano *. Su ropa era blanca como la nieve, y sus cabellos parecían lana purísima. Su trono eran llamas, y las ruedas que lo sostenían, fuego ardiente º. º
10 Por delante de él manaba un río de fuego. Le servían miles y miles; sus asistentes se contaban por millones º. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros.
11 Yo seguía mirando, asustado por las palabras insolentes que profería el cuerno. Entonces vi que mataban a la bestia, troceaban su cuerpo y lo arrojaban al fuego. º
12 Las otras bestias fueron privadas de poder, pero se les permitió seguir con vida hasta un tiempo y momento determinados.
13 Después, mientras contemplaba la visión nocturna, vi venir sobre las nubes del cielo a alguien que parecía un ser humano º. Cuando llegó junto al anciano, lo presentaron ante él º
14 y le fueron concedidos poder, honor y reino. Le rindieron homenaje gentes de todos los pueblos, naciones y lenguas. Su poder es eterno, nunca sucumbirá; su reino no será destruido. º
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Interpretación de la visión

Yo, Daniel, quedé profundamente impresionado, alarmado por las visiones de mi imaginación.
16 Así que me acerqué a uno de los presentes y le rogué que me explicara º el significado de todo aquello. Él me respondió con la siguiente interpretación:
17 “Esas cuatro bestias enormes representan a cuatro reyes que aparecerán en la tierra.
18 Después de ellos, los santos del Altísimo º recibirán el reino y lo poseerán para siempre, por los siglos de los siglos”.
19 Quise entonces conocer el significado de la cuarta bestia, pues era distinta a las anteriores, terrible en extremo: tenía dientes de hierro y uñas de bronce, con los que devoraba y trituraba, para después pisotear las sobras con sus patas.
20 Quise también conocer el significado de los diez cuernos de la cabeza de la bestia, así como el del cuerno que le salió a continuación y que desplazó a otros tres, que tenía ojos humanos y una boca que hablaba con insolencia, y que parecía más grande que los otros.
21 Yo había sido testigo de cómo aquel cuerno luchaba contra los santos y los vencía,
22 hasta que hizo su aparición el anciano para hacer justicia a los santos del Altísimo y llegaba el momento en que los santos tomaban posesión del reino. º
23 Me dijo: — La cuarta bestia representa a un cuarto reino que aparecerá sobre la tierra, diferente de todos los demás. Devorará la tierra entera, la pisoteará y la hará añicos.
24 Los diez cuernos representan a diez reyes que aparecerán en ese reino. Después aparecerá otro, distinto de ellos, que destronará a tres. º
25 Blasfemará contra el Altísimo, perseguirá a los santos del Altísimo y tratará de cambiar las fiestas y la ley *. Los santos le estarán sometidos durante un tiempo, dos tiempos y medio tiempo º.
26 Finalmente el tribunal lo juzgará y le quitará el poder, hasta destruirlo y aniquilarlo totalmente.
27 Y el pueblo de los santos del Altísimo recibirá la soberanía, el poder y la gloria de todos los reinos que existen bajo el cielo. Su reino será eterno y todos los poderes le obedecerán y estarán a su servicio. º
28 Aquí termina el relato. Yo, Daniel, quedé preocupado con todas las ideas que me bullían y hasta se me mudó el color del semblante, al tiempo que guardaba en mi corazón º todas aquellas cosas.

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Introducción a Daniel 

INTRODUCCIÓN


1. Características generales


El libro hebreo-arameo de Daniel se define por la duplicidad. Hemos de señalar, en primer lugar, el uso de dos lenguas: de Dan 2:4 b a Dan 7:28 está escrito en arameo; para el resto, el autor o los autores han utilizado el hebreo. Además no hace falta ser un crítico literario para advertir la presencia de dos tipos de material narrativo: mientras los cps. Dan 1:1-21Dan 5:31-27 ofrecen al lector una serie de escenas que los críticos definen como “historietas cortesanas”, los cps. Dan 7:1-28Dan 12:1-13 están integrados por visiones entreveradas de material apocalíptico. Se trata, como se ve, de dos géneros literarios distintos. Por otra parte, los hechos narrados en ambas secciones transcurren en dos situaciones geopolíticas diversas. El trasfondo de Dan 1:1-21Dan 5:31-27 está relacionado con las experiencias vividas por los hebreos deportados a Babilonia por Nabucodonosor (587 a. C.), y no parece extenderse más allá del edicto de Ciro. Por otra parte, las visiones de Dan 7:1-28Dan 12:1-13, aunque supuestamente localizadas en el mismo período de tiempo, van más allá del horizonte histórico de Babilonia, pues penetran en los dramáticos acontecimientos históricos que jalonaron la existencia judía en la última parte del período helenístico (primera mitad del siglo II a. C.).


La primera parte del libro de Daniel (Libro de la historia de Daniel, cps. Dan 1:1-21Dan 5:31-27) se compone de una introducción y cinco visiones. La segunda parte (Libro de las visiones, cps. Dan 7:1-28Dan 12:1-13) está integrada por cuatro visiones, que revelan los acontecimientos de la historia del Oriente Próximo desde la deportación de Nabucodonosor hasta la irrupción del reinado de Dios en la tierra (el tiempo final). Los cps. Dan 7:1-28 y Dan 8:1-27 hablan de los reinos del mundo que ocuparán este período de tiempo y de su progresiva decadencia. En cambio, el cp. Dan 9:1-27, que pretende profundizar en un texto de Jeremías relativo a la duración de la desolación de Jerusalén, define ese período como un todo de setenta semanas de años. Los cps. Dan 10:1-21Dan 12:1-13 (cuarta visión) describen la naturaleza y el destino trágico del último de los reinos del mundo: el reino seléucida.


A pesar de la diferencia tan drástica de géneros literarios que las separan, las dos partes que integran el libro de Daniel pueden considerarse variaciones sobre un único tema: la relación entre los reinos del mundo y el reino de Dios. El enfoque es distinto, pero la finalidad idéntica.


Respecto a la fecha de composición de las partes hebrea y aramea del libro de Daniel, existe casi un consenso entre los especialistas sobre el término a quo. Dado que los acontecimientos a los que aluden las visiones coinciden con las crueles medidas tomadas por Antíoco IV Epífanes contra los israelitas residentes en Palestina, se supone que al menos el libro de las visiones (cps. Dan 7:1-28Dan 12:1-13) tuvo que ser escrito durante o poco después del espacio de tiempo que va desde la profanación del Templo de Jerusalén (167 a. C.) a la muerte de Antíoco (164 a. C.), sin poder precisar más. Y por parecidas razones, lo mismo cabe decir en relación con la primera parte del libro.


Por lo que respecta a la autoría del libro, parece claro que la atribución a Daniel (un personaje, por lo demás, del folclore israelita) debe ser considerada una pseudoepigrafía. Es imposible que una persona que vivió en la corte de Nabucodonosor (mediados del siglo VI a. C.) pudiese ser testigo de acontecimientos de la primera mitad del siglo II a. C. Por otra parte, dada la duplicidad de lenguas y de géneros literarios, es correcto pensar que tras la obra se esconde más de un autor.


Añadamos, finalmente, que la versión griega de los LXX contiene además tres pasajes deuterocanónicos conservados únicamente en griego. Son el cántico de Azarías, el relato de Susana, y los episodios de Bel y del dragón. En las Biblias para católicos, el primer pasaje ocupa un espacio entre los vv. Dan 3:24 y Dan 3:91 del cp. Dan 3:1-30, mientras que los otros dos están colocados al final del libro (cps. Dan 13:1-64 y Dan 14:1-42).


2. Marco histórico


El libro de Daniel refleja una sociedad hebrea privada de autonomía, sometida durante cuatro siglos al yugo político, a la opresión financiera y al expansionismo imperialista de babilonios, persas y griegos. Este estado de cosas comenzó con la destrucción de Jerusalén y su Templo por obra del ejército babilónico (587 a. C.), y con la deportación a Babilonia de los núcleos de población más representativos desde el punto de vista político, religioso, financiero y administrativo. El imperio, que Nabucodonosor llevó a su máximo esplendor, acabó cediendo terreno ante la presión persa. Hacia el año 539 a. C. Ciro conquistó Babilonia. Poco después permitió que los hebreos que lo desearan regresasen a Palestina (Esd 1:1-11Esd 6:1-22). A partir de aquí comienza un período de reconstrucción nacional, que incluía las instituciones religiosas, en particular el Templo de Jerusalén.


Pero Palestina siguió bajo el control de los persas que, si bien permitieron el regreso de los desterrados a sus lugares de origen y la reconstrucción de Jerusalén y de otras ciudades de la región, fue más por intereses político-militares que por razones de liberalidad y generosidad administrativa. Se trataba, en efecto, de repoblar las zonas de Palestina para no dejar desguarnecido el flanco occidental del Imperio ante un eventual avance de los griegos. De hecho, fueron las fulgurantes conquistas de Alejandro Magno las que, a raíz de la batalla de Arbelas en el año 331 a. C., acabaron con el imperio persa.


Tras la muerte del caudillo griego en 323 a. C., su imperio fue dividido entre sus generales. Para la historia crípticamente representada en el libro de Daniel, interesa saber que Ptolomeo se hizo cargo de Egipto, y Seleuco de Siria-Mesopotamia. Palestina, que en un principio fue gobernada desde Egipto, acabó siendo anexionada al reino seléucida por Antíoco III (198 a. C.). Pero la presencia beligerante de partidarios de Siria y partidarios de Egipto fue una constante en Jerusalén con las inevitables consecuencias políticas y religiosas.


El rey seléucida de mayor interés para la comprensión del libro de Daniel es Antíoco IV Epífanes (175-164 a. C.), cuya actuación, evocada de manera críptica en la segunda parte del libro de Daniel, terminó provocando la explosión política conocida como levantamiento de los Macabeos.


3. Contenido y características literarias


Como ya se ha dicho, el libro de Daniel tiene dos partes claramente diferenciadas: los relatos o “historietas cortesanas” de la primera parte (Dan 1:1-21Dan 5:31-27) y las visiones de la segunda (Dan 7:1-28Dan 12:1-13).


Los relatos de la primera parte presentan una estructura narrativa muy parecida: siempre aparece un rey (con sus ministros o astrólogos) y surge un problema del que depende la vida de Daniel; con la ayuda de Dios, todo se resuelve a favor del héroe. En general, el material de los primeros seis capítulos pone de relieve las peculiaridades morfológicas del cuento popular y se caracterizan por un lenguaje directo que ha conmovido y cautivado siempre a sus lectores.


En cuanto a las visiones de la segunda parte, ya se ha dicho que presentan claros rasgos apocalípticos. Pero ¿qué es un apocalipsis? Arriesgando una definición que probablemente será incompleta o parcialmente inadecuada, puede decirse que un apocalipsis es el relato de una supuesta revelación transmitida en dos etapas (mensaje e interpretación), recibida en una visión cargada de lenguaje simbólico (cósmico y/o teriomorfo) e interesada en interpretar la naturaleza del mundo presente y sus acontecimientos recurriendo a supuestos hechos ocurridos en el mundo celeste. En este proceso de interpretación, los sucesos del tiempo final tienen un protagonismo singular. Junto al vidente receptor de la revelación suele aparecer un ángel intérprete. Tras la visión, su destinatario suele recibir la orden de sellarla, en espera de que el “libro de la visión” sea abierto en el momento oportuno. Respecto al origen de la apocalíptica, existen dos tendencias entre los estudiosos. Mientras unos la relacionan con la profecía, otros la consideran hija de la sabiduría.


Hablando en concreto del libro de Daniel, parece indudable que tanto la primera como la segunda parte contienen numerosos elementos de carácter apocalíptico. Y es evidente que lo profético y lo sapiencial aflora aquí y allá en el curso del libro. Ello hace de Daniel un libro sui generis en el que se dan cita, junto con aspectos propios de la apocalíptica formas literarias proféticas y sapienciales atestiguadas en el resto del AT.


4. Claves de lectura


En primer lugar, el libro de Daniel es una obra en cuyas páginas alienta el espíritu de la resistencia judía, que se negaba a perder su identidad como nación y a dejarse asimilar por la cultura del imperio dominante. En este sentido representa una especie de reacción contra una lectura optimista del destierro según la cual a los desterrados no les fue tan mal, pues gozaron de unas condiciones que les permitían prosperar sin mayores problemas. El libro de Esdras sería un ejemplo de este tipo de lectura. Pero en realidad, los imperios babilónico y persa, cada uno a su modo, buscaban lo mismo: la progresiva supresión de la identidad de los pueblos sometidos, su muerte social. Los relatos del libro de Daniel han de ser inscritos en la resistencia judía a dicho proceso de eliminación pues presentan a un héroe que se opone con valentía a las exigencias aniquiladoras de un poder extranjero. Bien entendido que no es lícito identificar resistencia con formas violentas de resistencia (como las que aparecen en los libros de los Macabeos). La resistencia puede apelar a las sutilezas de la psicología o de la espiritualidad, no necesariamente a las armas.


Este sería el caso del libro de Daniel que sugiere entre líneas una resistencia pasiva, no-violenta. Su insistencia en el “ésjaton”, es decir, en el tiempo final como momento de la intervención liberadora de Dios, su actitud “sabia” de aceptar que nada tiene que aportar el ser humano para acelerar ese momento, su convicción de que la historia está en manos del Señor, todo ello ha convencido a numerosos estudiosos de que el libro de Daniel supone una especie de correctivo a la lucha armada de los Macabeos.


En segundo lugar el libro de Daniel constituye un sutil manual de teología política. Los grandes imperios del mundo y su poderosa máquina destructiva, depredadora y opresiva se encaminan hacia su aniquilación, sometidos a un plan determinado por el propio Dios. Sólo el sometimiento a la voluntad del Señor por parte de los tiranos y el reconocimiento de la supremacía divina pueden salvar a estos de la destrucción. Pero se trata de una teología política hebrea, pues a través de las páginas del libro de Daniel afloran sentimientos nacionalistas que no parecen tener en cuenta el sufrimiento del resto de los pueblos oprimidos. Se trata de una consecuencia lógica de la teología hebrea: Yahvé, el Señor, es el Dios de las naciones; pero tiene su morada en Sión, y el pueblo de Israel es su primogénito, su pueblo por excelencia. Este esquema teológico fue cristianizado principalmente durante la Edad Media, con el resultado de la teoría del sometimiento del poder civil a la autoridad de la Iglesia, representante en la tierra del propio poder de Dios.


Digamos, finalmente, que esta pequeña obra profética ha ejercido una gran influencia en las comunidades judías y cristianas a lo largo de la historia, pero la lectura que se ha hecho de ella no ha sido quizá lo debidamente equilibrada. Con frecuencia ha sido leída desde el desamparo de los pueblos sometidos. Pero también se ha convertido a veces en el libro de cabecera de grupos de resistencia violenta. Páginas bíblicas como las de Daniel son particularmente susceptibles de una lectura fundamentalista en una doble dirección: sirven para animar tanto el espíritu combativo de grupos armados como las proclamas de sometimiento, en espera de que Dios intervenga a su debido tiempo. Un peligro que debe ser conjurado desde el espíritu cristiano del evangelio.


TEXTOS DEUTEROCANÓNICOS DE DANIEL.


INTRODUCCIÓN


1. Características generales


En el texto que la versión griega de los LXX ofrece del libro de Daniel (y también en la Vulgata latina y otras versiones), nos encontramos con tres fragmentos que no aparecen en el original hebreo y arameo. La primera de estas secciones se corresponde a la “oración de Azarías” y al “cántico de los tres jóvenes”, que en el texto griego se añaden a Dan 3:24. Las otras dos secciones, “la historia de Susana” y “Daniel contra Bel y contra el Dragón”, aparecen como epílogo cerrando el libro en los capítulos Dan 13:1-64 y Dan 14:1-42 respectivamente.


Aunque estos textos nos han llegado sólo en su versión griega, la abundancia de semitismos hace suponer un original semita hebreo o arameo.


El propio texto griego nos ha llegado en dos formas diferentes: la de los LXX y la de Teodoción. Esta segunda es la que se ha impuesto en la tradición textual y es la que seguimos en esta traducción. De todas formas no son dos traducciones distintas sino dos variantes de un mismo texto traducido con mucha libertad.


2. Las tres secciones


La oración de Azarías: Es una pieza litúrgica de carácter penitencial. Es muy probable que en un primer momento tuviera vida independiente; de hecho no tiene una relación clara con el contexto en el que está insertada. Seguidamente aparece el cántico de los tres jóvenes; se trata de otro himno litúrgico, esta vez de alabanza, inspirado en los Sal 136:1-26 y Sal 148:1-14. También es probable que viera la luz en otro contexto diferente y posteriormente fuera incluido aquí.


La historia de Susana: Como la oración y el cántico pudo ser, en su origen, una historia independiente sin ningún tipo de alusión a Daniel. Podemos reconocer el itinerario de su evolución en las diferentes versiones: en la versión de los LXX aparece como epílogo a la obra, solamente hace mención de “un joven” sin precisar que se trate de Daniel; la traducción de Teodoción sitúa la historia en Babilonia, identifica al joven con Daniel y coloca ya todo el pasaje en el inicio, como introducción al personaje central del libro.


Daniel contra Bel y contra el Dragón: Se trata de otros dos relatos edificantes cuyo objeto es el de ridiculizar la adoración a los dioses paganos. El ataque no va dirigido únicamente contra los ídolos.


Fuente:

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Notas

Daniel  7,1Dan 7:1-28; Dan 8:1-27; Dan 9:1-27; Dan 10:1-21; Dan 11:1-45; Dan 12:1-13 : Libro de las visiones: La segunda parte del libro de Daniel constituye el ejemplo más importante de material apocalíptico del Antiguo Testamento hebreo. Los sueños de los monarcas dejan paso a los sueños y visiones de Daniel. Cada una de estas visiones irá acompañada de su particular interpretación.


Daniel  7,1— Baltasar: Ver nota a Dan 5:1.

— y visiones: estas palabras parecen una glosa.

— el sueño que había tenido: Este sueño de Daniel tiene cierto parecido con el de Nabucodonosor (Dan 2:31-35) donde se hablaba de cuatro metales -aquí se habla de cuatro bestias- que representaban también a cuatro reinos.
Daniel  7,1Apo 13:1-18.
Daniel  7,2Dan 2:19; Zac 2:6; Zac 6:5.
Daniel  7,2— los cuatro vientos: En alguna obra apócrifa (pseudoepigráfica) estos cuatro vientos son regidos por otros tantos ángeles.

— mar: El mar es el símbolo del caos y de las fuerzas contrarias al Creador (ver Gén 1:2).
Daniel  7,4— león con alas de águila: El león representa al imperio neobabilónico (ver Jer 2:15; Jer 50:17). Las alas son símbolo de la celeridad de sus conquistas (ver Eze 17:3; Hab 1:8).
Daniel  7,5— un oso: El oso representa al imperio medo.
Daniel  7,6— un leopardo: El leopardo representa al imperio persa. Las cuatro cabezas aluden probablemente a cuatro soberanos persas: Ciro, Darío, Jerjes y Artajerjes.
Daniel  7,7— cuarta bestia: Se trata del imperio de Alejandro Magno. A diferencia de las bestias anteriores, esta no es representada con aspecto de animal.

— diez cuernos: Los diez cuernos representan a los generales de Alejandro (los Diadocos), que se repartieron el imperio macedónico. La rama seléucida, a quien le correspondió el gobierno de Siria, fue la más funesta para los hebreos.
Daniel  7,8— más pequeño: El cuerno más pequeño representa al seléucida Antíoco IV Epífanes (175-164 a. C.).
Daniel  7,9Apo 4:2-3.
Daniel  7,9— un anciano: Este anciano (el texto dice lit. un anciano de días, un modo de expresar la eternidad) es una figura de la divinidad hebrea, descrita aquí con rasgos similares a los de El, dios supremo del panteón cananeo.

— fuego ardiente: En la literatura bíblica es corriente hablar del ámbito ígneo o incluso de la naturaleza ígnea de la divinidad (ver Isa 6:2; Isa 6:7 y Eze 1:13; Eze 1:27; Eze 8:2; Eze 8:4; Eze 10:2).
Daniel  7,10— por millones: Hipérbole numérica para definir el poder del soberano divino. No se puede excluir que se trate de una referencia astral al “ejército del cielo” (ver primera nota a Dan 4:35).
Daniel  7,11Sal 97:3; Apo 5:11; Apo 19:20.
Daniel  7,13Mat 24:30 y par.; Mat 26:64 y par.; Apo 1:7.
Daniel  7,13— un ser humano: Lit. un hijo de hombre. No está claro el origen de esta figura literaria. Es evidente que se trata de un personaje celeste subordinado al anciano del v. Dan 7:9. Algunos autores lo identifican con la comunidad israelita en su lucha final contra los poderes políticos opresores.
Daniel  7,14Dan 2:44; Luc 1:33; Apo 5:12-13.
Daniel  7,16— me explicara: En las obras literarias apocalípticas es bastante habitual el diálogo entre el vidente, que no comprende la visión, y un personaje celestial, que hace de intérprete.
Daniel  7,18— los santos del Altísimo: Designarían a seres sobrenaturales sometidos a Yahvé, el Señor; pueden considerarse como defensores y símbolo de la comunidad de los fieles israelitas en su lucha sin cuartel contra el dominio seléucida. Los documentos de Qumrán son testigos de la mezcla de seres angélicos y de seres humanos en las batallas escatológicas.
Daniel  7,22Apo 13:7.
Daniel  7,24Dan 11:36; Apo 17:12; Apo 12:14.
Daniel  7,25— las fiestas y la ley: Alusión a las medidas tomadas por Antíoco IV para intentar cambiar las observancias religiosas de la comunidad hebrea.

— un tiempo, dos tiempos y medio tiempo: O sea, tres años y medio: media semana de años.
Daniel  7,27Dan 7:14; Apo 5:10.
Daniel  7,28— corazón: Teniendo en cuenta que, en la antropología hebrea, el corazón es también la sede de las cualidades intelectivas, la expresión podría traducirse: “trataba de entender todas aquellas cosas”.