Amos  1 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 15 versitos |
1 Palabras de Amós, uno de los pastores de Técoa. Esto es lo que vio acerca de Israel en tiempos de Ozías, rey de Judá, y en tiempos de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto.
2 El dijo: El Señor ruge desde Sión y desde Jerusalén hace oír su voz: los campos de pastoreo están desolados y se ha secado la cumbre del Carmelo.
3 Así habla el Señor: Por tres crímenes de Damasco, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque trillaron a Galaad con trilladoras de hierro,
4 yo enviaré fuego contra la casa de Jazael, y él consumirá los palacios de Ben Hadad;
5 haré saltar el cerrojo de Damasco, extirparé de Bicat Aven a los habitantes y de Bet Edén al que empuña el cetro, y el pueblo de Aram será deportado a Quir -dice el Señor.
6 Así habla el Señor: Por tres crímenes de Gaza, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque deportaron poblaciones enteras para entregarlas a Edom,
7 yo enviaré fuego contra los muros y de Gaza y él consumirá sus palacios;
8 extirparé de Asdod a los habitantes, y de Ascalón al que empuña el cetro; volveré mi mano contra Edom, y el resto de los filisteos perecerá, dice el Señor.
9 Así habla el Señor: Por tres crímenes de Tiro, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque entregaron a Edom poblaciones enteras de cautivos, sin acordarse de una alianza entre hermanos,
10 yo enviaré fuego contra los muros de Tiro y él consumirá sus palacios.
11 Así habla el Señor: Por tres crímenes de Edom, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque persiguió a su hermano con la espada y ahogó todo sentimiento de piedad; porque conserva su enojo para siempre y mantiene incesantemente su furor,
12 yo enviaré fuego contra Temán y él consumirá los palacios de Bosrá.
13 Así habla el Señor: Por tres crímenes de los amonitas, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque abrieron el vientre de las embarazadas de Galaad, a fin de ensanchar su propio territorio,
14 yo incendiaré los muros de Rabá y el fuego consumirá sus palacios, entre gritos de guerra, en un día de combate, entre la borrasca, en un día de tempestad;
15 y su rey irá al cautiverio, junto con todos sus oficiales, dice el Señor.

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Introducción a Amos 


Amós

Con AMÓS empieza la "edad de oro" del profetismo bíblico. Antes que él, muchos otros profetas habían intervenido activamente en la vida política y religiosa de Israel. Pero ninguno de ellos había escrito nada, y la tradición sólo había conservado el recuerdo de sus acciones y ocasionalmente algunas de sus palabras. A partir de Amós, en cambio, lo que importa en primer lugar es la "palabra" del profeta, y ese mensaje -recogido y recopilado por sus discípulos- ha llegado hasta nosotros en forma escrita. Así se inicia la era de los llamados "profetas escritores".
Amós era un campesino de Técoa, pequeña población situada a unos veinte kilómetros al sur de Jerusalén (1. 1; 7. 14). Pero la dura vida del campo no le impidió adquirir una cultura poco común en su tiempo. Él conoce los hechos más relevantes de la historia de su pueblo y está perfectamente al tanto de todo lo que ocurre en el reino de Israel. Posee una vasta información sobre los acontecimientos de su época y presiente el avance de Asiria hacia el oeste. Lo que más impresiona en el estilo de Amós es la sobriedad. Pocas palabras le bastan para lanzar un oráculo incisivo, violento y lleno de imágenes sugestivas. Tampoco faltan en su lenguaje las sutilezas del estilo sapiencial (3. 3-8; 6. 12) y ciertos toques de punzante ironía (4. 4-5).
A pesar de ser nativo de Judá, Amós proclamó su mensaje en el reino del Norte, hacia el 750 a. C. En esa época, Samaría vivía su gran momento de euforia bajo el reinado de Jeroboám II (787-747). Los enemigos de siempre -Asiria, Egipto y Arám- se habían eclipsado transitoriamente, y el rey aprovechó la coyuntura para recuperar los antiguos territorios de Israel ( 2Ki_14:25 ). La paz exterior favorecía la actividad económica y el acrecentamiento de las riquezas. Un ansia desenfrenada de lujo se había apoderado de las clases más pudientes, que se construían suntuosas mansiones y vivían en la opulencia. Pero esta prosperidad económica beneficiaba únicamente a un sector privilegiado. Mientras unos pocos se enriquecían, la gran masa del pueblo estaba más oprimida que nunca.
Dentro de este marco social, resuena la palabra de Amós, el profeta de la "justicia". Toda su predicación es una violenta denuncia de la manera cómo el reino de Israel interpretaba su condición de Pueblo "elegido". Para Israel, la elección divina era un privilegio y una garantía absoluta de seguridad, cualquiera fuera su comportamiento moral, social y religioso. Para Amós, en cambio, esa elección era una gracia que implicaba la responsabilidad de revelar a los pueblos el rostro del verdadero Dios, por medio de una convivencia fraternal, basada en el derecho y la justicia. Al ver el sufrimiento y la opresión de los débiles, el lujo y la indiferencia de los ricos, él se convirtió en el testigo insobornable de la Justicia del Señor, "que resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes" ( Jam_4:6 ).
El amor a los pobres y la primacía de la justicia sobre el culto encontraron amplio eco en el resto de la Biblia, sobre todo, en el mensaje evangélico ( Mat_5:3 , Mat_5:23-24 ; Luk_4:18 ; Luk_6:20 ; Jam_2:5-7 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Amos  1,1-15

1. "Uno de los pastores": la expresión hebrea significa propiamente "criador de rebaños", es decir, propietario de una considerable cantidad de ganado. En 2Re_3:4, este mismo título se aplica al rey de Moab.

El "terremoto" al que se alude aquí, acaecido a mediados del siglo VIII a. C., causó tanta impresión que aún se lo recordaba varios siglos más tarde ( Zac_14:5).

3. La progresión numérica -tres y todavía uno más- es un procedimiento literario para indicar que la medida ha sido colmada.

4. "Jazael" y "Ben Hadad" son los nombres de varios reyes arameos de Damasco, enemigos irreductibles de Israel ( 1Re_20:1; 2Re_8:12; 2Re_10:32).

5. "Bicat Aven" -"Valle de vanidad"- y "Bet Eden" -"Casa de placer"- parecen ser designaciones simbólicas de Damasco.

8. La palabra "resto" aparece aquí en su acepción original. A partir de la misma, el término fue adquiriendo el significado religioso que suelen asignarle los profetas (5. 15; Isa_10:21-22; Sof_3:12-13).

12. "Temán" y "Bosrá" eran las ciudades donde residían los jefes de Edóm, al sudeste del Mar Muerto.