Juan  7 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 53 versitos |
1 ° ° Después de estas cosas, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo.
2 Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.
3 Le decían sus hermanos: «Sal de aquí y marcha a Judea para que también tus discípulos vean las obras que haces,
4 pues nadie obra nada en secreto, sino que busca estar a la luz pública. Si haces estas cosas, manifiéstate al mundo».
5 Y es que tampoco sus hermanos creían en él.
6 Jesús les dice: «Mi tiempo no ha llegado todavía, el vuestro está siempre dispuesto.
7 El mundo no puede odiaros a vosotros, a mí sí me odia porque doy testimonio contra él de que sus obras son malas.
8 Subid vosotros a la fiesta. Yo no subo a esta fiesta, porque mi tiempo no se ha cumplido todavía».
9 Después de decir estas cosas, permaneció en Galilea.
10 Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.
11 Los judíos lo buscaban en la fiesta y decían: «¿Dónde está?»,
12 y había muchos comentarios acerca de él entre las turbas. Unos decían: «Es bueno»; otros decían: «No, sino que engaña a la gente».
13 Pero nadie hablaba de él en público por miedo a los judíos.
14 A mitad de la fiesta, subió Jesús al templo y se puso a enseñar.
15 Los judíos preguntaban extrañados: «¿Cómo es este tan instruido si no ha estudiado?».
16 Jesús entonces les contestó: «Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado;
17 el que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios podrá apreciar si mi doctrina viene de Dios o si hablo en mi nombre.
18 Quien habla en su propio nombre busca su propia gloria; en cambio, el que busca la gloria del que lo ha enviado, ese es veraz y en él no hay injusticia.
19 ¿Acaso no os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumple la ley? ¿Por qué queréis matarme?».
20 Respondió la gente: «Tienes un demonio, ¿quién quiere matarte?».
21 Jesús les contestó: «He hecho una obra y todos os admiráis
22 por ello. Moisés os dio la circuncisión —aunque no es de Moisés, sino de los patriarcas— y vosotros circuncidáis a un hombre en sábado.
23 Si un hombre recibe la circuncisión en sábado para que no se quebrante la ley de Moisés, ¿por qué os enojáis contra mí porque he curado en sábado a un hombre enteramente?
24 No juzguéis según apariencia, sino juzgad según un juicio justo».
25 Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es este el que intentan matar?
26 Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías?
27 Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene».
28 Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis;
29 yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado».
30 Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
31 De la gente, muchos creyeron en él y decían: «Cuando venga el Mesías, ¿acaso hará obras mayores que las que ha hecho este?».
32 Oyeron los fariseos que la gente comentaba estas cosas sobre él, y los sumos sacerdotes y los fariseos enviaron guardias para apresarlo.
33 Jesús dijo: «Todavía un poco de tiempo estoy con vosotros y después voy al que me ha enviado.
34 Me buscaréis y no me encontraréis, y donde yo estoy vosotros no podéis venir».
35 Decían los judíos unos a otros: «¿Adónde va a marchar este que no podamos encontrarlo? ¿Acaso va a marchar a la diáspora para instruir a los griegos?
36 ¿Qué significa esta palabra que dijo: “Me buscaréis y no me encontraréis, y donde yo estoy no podéis venir vosotros”?».
37 El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús en pie gritó: «El que tenga sed, que venga a mí y beba
38 el que cree en mí; como dice la Escritura: “de sus entrañas manarán ríos de agua viva”».
39 Dijo esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en él. Todavía no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado.
40 Algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: «Este es de verdad el profeta».
41 Otros decían: «Este es el Mesías». Pero otros decían:
42 «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?».
43 Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
44 Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.
45 Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron: «¿Por qué no lo habéis traído?».
46 Los guardias respondieron: «Jamás ha hablado nadie como ese hombre».
47 Los fariseos les replicaron: «¿También vosotros os habéis dejado embaucar?
48 ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él?
49 Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos».
50 Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
51 «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?».
52 Ellos le replicaron: «¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas».
53 ° Y se volvieron cada uno a su casa.

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Introducción a Juan 

JUAN

Según indica su encabezamiento, la tradición ha ligado la composición del cuarto evangelio al apóstol san Juan, hijo de Zebedeo y de Salomé, y hermano de Santiago el Mayor. Como evangelio, el de san Juan se caracteriza por la presentación de la persona de Jesucristo como enviado del Padre para salvar al mundo. El cuarto evangelista ha sido llamado «Juan el teólogo», un título que pone de relieve la profundidad teológica de su obra. Tal profundidad hunde sus raíces en la condición del discípulo amado como confidente de Jesús (Jua 13:23) y la experiencia y guía del Espíritu Santo prometido por Jesús para la comprensión de la verdad (Jua 16:13). La obra del cuarto evangelista constituye la cumbre de la revelación trinitaria. De hecho, el Padre y el Hijo, juntamente con el Espíritu Santo, son el centro del evangelio. El uso que la liturgia hace del Evangelio de Juan es amplísimo. El Prólogo se proclama en Navidad; el relato de las bodas de Caná y el bautismo de Jesús, en Epifanía; en Cuaresma, especialmente en el ciclo A, se hacen presentes algunos de sus grandes temas; en el tiempo pascual, ocupa un lugar privilegiado; ello es un signo del carácter especial de esta obra, penetrada más que cualquier otro evangelio por la gloria del misterio de la Palabra hecha carne.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Juan  7,1-53*7-8 En estos capítulos se suceden una serie de unidades literarias centradas en la fiesta de las Tiendas, en cuyo marco realiza Jesús siete grandes manifestaciones mesiánicas, señalándose las diversas reacciones de los judíos: fe (Jua 7:31; Jua 8:31), intento de apresarlo (Jua 7:30; Jua 7:32; Jua 7:44-47; Jua 8:20) y, finalmente, rechazo (Jua 8:59).


Juan  7,1-30*7:1-30 La fiesta de las Tiendas tenía connotaciones muy a propósito para la manifestación mesiánica: era fiesta del agua, de la luz y, finalmente, de esperanza de liberación.
Juan  7,53*7:53-8:11 Aunque aparezca en unos pocos manuscritos, este relato es canónico y por tanto inspirado. Presenta un episodio de controversia a la vez que un hecho de perdón, y se parece mucho al material sinóptico, pese a que no faltan en él elementos de sabor joánico (como Jua 8:11; véase Jua 5:14); es probable que haya sido incorporado aquí por su relación con la expresión de Jua 8:15 b.