Hechos 16 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 40 versitos |
1 Llegó a Derbe y luego a Listra. Había allí un discípulo que se llamaba Timoteo, hijo de una judía creyente, pero de padre griego.
2 Los hermanos de Listra y de Iconio daban buenos informes de él.
3 Pablo quiso que fuera con él y, puesto que todos sabían que su padre era griego, por consideración a los judíos de la región, lo tomó y lo hizo circuncidar.
4 Al pasar por las ciudades, comunicaban las decisiones de los apóstoles y presbíteros de Jerusalén, para que las observasen.
5 Las iglesias se robustecían en la fe y crecían en número de día en día.
6 Atravesaron Frigia y la región de Galacia, al haberles impedido el Espíritu Santo anunciar la palabra en Asia.
7 Al llegar cerca de Misia, intentaron entrar en Bitinia, pero el Espíritu de Jesús no se lo consintió.
8 Entonces dejaron Misia a un lado y bajaron a Tróade.
9 Aquella noche, Pablo tuvo una visión: se le apareció un macedonio, de pie, que le rogaba: «Pasa a Macedonia y ayúdanos».
10 Apenas tuvo la visión, inmediatamente tratamos de salir para Macedonia, seguros de que Dios nos llamaba a predicarles el Evangelio.
11 Nos hicimos a la mar en Tróade y pusimos rumbo hacia Samotracia; al día siguiente salimos para Neápolis
12 y de allí para Filipos, primera ciudad del distrito de Macedonia y colonia romana. Allí nos detuvimos unos días.
13 El sábado salimos de la ciudad y fuimos a un sitio junto al río, donde pensábamos que había un lugar de oración; nos sentamos y trabamos conversación con las mujeres que habían acudido.
14 Una de ellas, que se llamaba Lidia, natural de Tiatira, vendedora de púrpura, que adoraba al verdadero Dios, estaba escuchando; y el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.
15 Se bautizó con toda su familia y nos invitó: «Si estáis convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa». Y nos obligó a aceptar.
16 Una vez que íbamos nosotros al lugar de oración, nos salió al encuentro una joven esclava, poseída por un espíritu adivino, que proporcionaba a sus dueños grandes ganancias haciendo de adivina.
17 Esta, yendo detrás de Pablo y de nosotros, gritaba y decía: «Estos hombres son siervos del Dios altísimo, que os anuncian un camino de salvación».
18 Venía haciendo esto muchos días, hasta que Pablo, cansado de ello, se volvió al espíritu y le dijo: «Te ordeno en el nombre de Jesucristo que salgas de ella». Y en aquel momento salió de ella.
19 Pero al ver sus amos que se les había ido su esperanza de ganancia, cogiendo a Pablo y a Silas, los arrastraron al ágora ante los magistrados
20 y, presentándolos a los pretores, dijeron: «Estos hombres, judíos como son, están perturbando nuestra ciudad
21 y están enseñando costumbres que no nos está permitido aceptar ni practicar, pues somos romanos».
22 La plebe se amotinó contra ellos, y ordenaron que les arrancaran los vestidos y que los azotaran con varas;
23 después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien;
24 según la orden recibida, él los cogió, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo.
25 A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los presos los escuchaban.
26 De repente, vino un terremoto tan violento que temblaron los cimientos de la cárcel. Al momento se abrieron todas las puertas, y a todos se les soltaron las cadenas.
27 El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado.
28 Pero Pablo lo llamó a gritos, diciendo: «No te hagas daño alguno, que estamos todos aquí».
29 El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas;
30 los sacó fuera y les preguntó: «Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?».
31 Le contestaron: «Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia».
32 Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa.
33 A aquellas horas de la noche, el carcelero los tomó consigo, les lavó las heridas, y se bautizó enseguida con todos los suyos;
34 los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.
35 Al hacerse de día, los pretores enviaron a los lictores con la orden: «Pon en libertad a esos hombres».
36 El carcelero comunicó a Pablo la orden: «Los pretores han mandado a decir que os ponga en libertad. Ahora, pues, salid y continuad vuestro camino en paz».
37 Pero Pablo les replicó: «A nosotros, ciudadanos romanos ° , nos han hecho azotar en público, sin previo juicio, y nos han arrojado a la cárcel, ¿y ahora nos quieren echar fuera a escondidas? De ninguna manera. Que vengan ellos en persona y nos saquen fuera».
38 Los lictores comunicaron estas palabras a los pretores. Al oír que eran ciudadanos romanos, se asustaron,
39 vinieron y les dieron satisfacción y, habiéndolos sacado fuera, les rogaban que se alejaran de la ciudad.
40 Entonces ellos salieron de la cárcel y fueron a la casa de Lidia y, después de ver y animar a los hermanos, se marcharon.

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Introducción a Hechos

HECHOS DE LOS APÓSTOLES

La tradición ha atribuido esta obra a san Lucas, que la habría escrito en el último tercio del siglo i d.C., dirigiéndola a cristianos de origen paulino situados en regiones griegas, tal vez en los entornos de Éfeso. Existe una estrecha relación entre los evangelios (proclamación de Jesucristo) y los Hechos que contienen el cumplimiento de la promesa del envío del Espíritu Santo, el nacimiento de la Iglesia y su expansión hasta el confín de la tierra. El libro es, pues, de alguna manera el cumplimiento del mandato misionero que traen los cuatro evangelios (Mat 28:16-20; Mar 16:15 s; Luc 24:47; Jua 17:17; Jua 20:21), pero especialmente el de san Lucas, del que constituye el segundo libro; de hecho, lo mismo que en Lc, el mandato misionero de Jesús se expresa en términos de testimonio sobre él por parte de los discípulos (Hch 1:8). Los Hechos tienen dos grandes partes, dedicadas respectivamente al testimonio de la Iglesia de Jerusalén con los Doce (Hch 1:1-26 - Hch 12:1-25) y al testimonio de Pablo hasta el confín de la tierra (Hch 13:1-52 - Hch 28:1-31). San Lucas continúa aquí la presentación teológica del camino profético y salvador comenzado en el evangelio, destacando especialmente cómo este camino, programado y dirigido por Dios Padre y recorrido en su ministerio terreno por Jesús, es continuado actualmente por Cristo glorioso a través de su Espíritu y por medio del testimonio profético de la Iglesia.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Hechos 16,1-40*13-28 La segunda parte del libro narra cómo el Evangelio llega hasta el confín de la tierra, con lo que se cumple el mandato del Señor referido en Hch 1:8. El gran protagonista será Pablo, que, en sus viajes, da testimonio de Jesús en el mundo grecorromano.


Hechos 16,1-40*15:36-19:22 Segunda sección de la segunda parte del libro, que relata un largo periplo misionero, con diversas etapas y en el que Pablo evangelizó las ciudades griegas más importantes. La primera unidad (Hch 15:36-41; Hch 16:1-40; Hch 17:1-34; Hch 18:1-22) narra la evangelización de las ciudades importantes de Macedonia y Acaya: Filipos, Tesalónica, Atenas y Corinto; es lo que se conoce como segundo viaje de Pablo.
Hechos 16,37*16:37 La Lex Julia de vi publica y la ley Porcia prohibían flagelar a un ciudadano romano sin juicio previo. Pablo volverá a acogerse e esta ley en Hch 22:25.