Deuteronomio  27 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 26 versitos |
1 Moisés y los ancianos de Israel mandaron al pueblo: «Observad todo precepto que yo os mando hoy.
2 El día en que paséis el Jordán hacia la tierra que el Señor, tu Dios, te da, levantarás unas piedras grandes, las revocarás de cal,
3 y escribirás en ellas todas las palabras de esta ley, cuando pases para entrar en la tierra que el Señor, tu Dios, te da, una tierra que mana leche y miel, como te dijo el Señor, Dios de tus padres.
4 Cuando paséis el Jordán, levantaréis estas piedras que yo os mando hoy en el monte Ebal y las revocaréis con cal.
5 Allí construirás un altar al Señor, tu Dios, un altar de piedras. No las labrarás con utensilios de hierro,
6 sino que construirás un altar al Señor, tu Dios, de piedras intactas y ofrecerás sobre él holocaustos al Señor tu Dios.
7 Allí inmolarás sacrificios de comunión, comerás y te regocijarás ante el Señor, tu Dios.
8 Y escribirás sobre las piedras las palabras de esta ley; grábalas bien».
9 Moisés y los sacerdotes levitas dijeron a todo Israel: «Calla y escucha, Israel: hoy te has convertido en el pueblo del Señor, tu Dios.
10 Escucharás la voz del Señor, tu Dios, y cumplirás los preceptos y mandatos que yo te mando hoy».
11 Aquel día Moisés ordenó al pueblo:
12 «Cuando paséis el Jordán, para bendecir al pueblo se colocarán en el monte Garizín los siguientes: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín.
13 Y en el monte Ebal, para la maldición, se colocarán estos: Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí.
14 Los levitas tomarán la palabra y dirán en voz alta a todos los hombres de Israel:
15 Maldito el hombre que haga un ídolo tallado o fundido —abominación del Señor, obra de las manos de artífice— y lo coloque en lugar secreto. Y todo el pueblo dirá: Amén.
16 Maldito quien desprecie a su padre o a su madre. Y todo el pueblo dirá: Amén.
17 Maldito quien remueva los mojones de su vecino. Y todo el pueblo dirá: Amén.
18 Maldito quien desvíe a un ciego en el camino. Y todo el pueblo dirá: Amén.
19 Maldito quien viole el derecho del emigrante, del huérfano y de la viuda. Y todo el pueblo dirá: Amén.
20 Maldito quien se acueste con la mujer de su padre, porque abre el lecho de su padre. Y todo el pueblo dirá: Amén.
21 Maldito quien se acueste con cualquier bestia. Y todo el pueblo dirá: Amén.
22 Maldito quien se acueste con su hermana, hija de su padre o hija de su madre. Y todo el pueblo dirá: Amén.
23 Maldito quien se acueste con su suegra. Y todo el pueblo dirá: Amén.
24 Maldito quien mate a escondidas a su prójimo. Y todo el pueblo dirá: Amén.
25 Maldito quien se deje sobornar para quitar la vida a un inocente. Y todo el pueblo dirá: Amén.
26 Maldito quien no mantenga las palabras de esta ley para cumplirlas. Y todo el pueblo dirá: Amén.

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Introducción a Deuteronomio 

DEUTERONOMIO

Deuteronomio significa «segunda ley» (deuteros-nomos). En realidad, se trata de las palabras que Moisés dirige a los israelitas en los umbrales de la tierra prometida. El Señor es presentado ante todo, como el Dios de Israel, y este como el pueblo de Dios. Así reza la fórmula central de la alianza (Deu 26:17-19). La lealtad debe ser la actitud fundamental de los israelitas hacia su Señor; su amor a él ha de ser uno y único, como uno y único es el mismo Señor (Deu 6:4 s). Esta unión del pueblo con el Señor implica el vínculo de los distintos miembros del pueblo entre sí. La reforma deuteronómica apuesta por una sociedad solidaria, igualitaria y sin pobres, por «un pueblo de hermanos», unidos en torno a su Dios.

Un lugar destacado lo ocupa la ley, que es un don de Dios a su pueblo, para que viva dignamente y en libertad en la tierra que el Señor le ha dado (véase Deu 6:20-25). Esta ley, no se ha de considerar como una imposición, sino como un camino de vida. En cuanto tarea a cumplir, la ley de Dios salvaguarda la vida libre en la tierra prometida. Traspasarla compromete no solo la libertad del pueblo, sino también su misma posesión de la tierra. Del cumplimiento de la ley depende la vida y la bendición de Israel (Deu 28:1-15; Deu 30:15-20).

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Deuteronomio  27,1-26*4:44-28:68 El segundo discurso se asemeja, por su estructura, a algunos códigos legales del antiguo Oriente Próximo. El Código de Hammurabi consta de un prólogo, una amplia colección de leyes y un epílogo (con bendiciones y maldiciones), equiparables en líneas generales a las tres secciones de este discurso.