Josué 5 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 15 versitos |
1 Cuando los reyes amorreos que habitaban al lado occidental del Jordán y los reyes cananeos que vivían en la región costera oyeron que el Señor había secado el agua del Jordán ante los hijos de Israel hasta que pasaron, desfalleció su corazón y les faltó el aliento para hacerles frente.
2 En aquella ocasión dijo el Señor a Josué: «Hazte unos cuchillos de pedernal y vuelve a circuncidar (por segunda vez) a los hijos de Israel».
3 Josué se hizo unos cuchillos de pedernal y circuncidó a los hijos de Israel en la colina de Aralot.
4 Josué llevó a cabo esta circuncisión porque, después de la salida de Egipto, todos los varones que habían salido de Egipto, todos los guerreros, habían muerto por el camino, en el desierto.
5 Toda la población que había salido de Egipto estaba circuncidada, pero los nacidos en el desierto, por el camino, después de la salida de Egipto, estaban sin circuncidar.
6 Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que pereció toda la generación de guerreros salidos de Egipto. No obedecieron la voz del Señor y el Señor les juró que no les dejaría ver la tierra que había prometido a sus padres que nos la daría a nosotros, una tierra que mana leche y miel.
7 En su lugar puso el Señor a los hijos de aquellos; y estos son los que Josué circuncidó, porque estaban sin circuncidar, ya que no los habían circuncidado durante el viaje.
8 Cuando todos acabaron de circuncidarse, se quedaron en el campamento guardando reposo, hasta que se curaron.
9 Entonces dijo el Señor a Josué: «Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto». Por eso se llama aquel lugar Guilgal, hasta el día de hoy.
10 Los hijos de Israel acamparon en Guilgal y celebraron allí la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó.
11 Al día siguiente a la Pascua, comieron ya de los productos de la tierra: ese día, panes ácimos y espigas tostadas.
12 Y desde ese día en que comenzaron a comer de los productos de la tierra, cesó el maná. Los hijos de Israel ya no tuvieron maná, sino que ya aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.
13 Sucedió que, estando ya cerca de Jericó, Josué alzó los ojos y vio a un hombre en pie frente a él, con la espada desenvainada en la mano. Josué se adelantó hacia él y le preguntó: «¿Eres de los nuestros o del enemigo?». Contestó aquel:
14 «No. Soy el general del ejército del Señor y acabo de llegar». Josué cayó rostro en tierra, adorándolo. Después le preguntó: «¿Qué manda mi señor a su siervo?».
15 El general del ejército del Señor le contestó: «Quítate las sandalias de los pies, porque el lugar que pisas es sagrado». Josué lo hizo así.

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Introducción a Josué

JOSUÉ

Este libro narra la ocupación de la tierra prometida, con la que se cierra el ciclo iniciado con las promesas a los patriarcas. Sin los hechos aquí narrados, la promesa de la tierra habría sido vana y la salida de Egipto una condena a la vida mísera del desierto. El libro de Josué es, pues, imprescindible para completar el relato del Pentateuco.

La idea central del libro es que la posesión de la tierra prometida a los padres es, para un israelita, el compendio de todos los bienes. Sus redactores relacionaron ese valor de la tierra con el valor supremo: la adhesión incondicional al Señor, Dios de Israel. La tierra prometida es un don del Señor, que se da con una condición: la fidelidad. Si Israel se aparta del Señor, el mismo Dios que les dio la tierra los expulsará de ella. Para evitarlo, hay que guardarse de toda contaminación de los cananeos. Por eso es necesario no mezclarse con ellos, sino exterminarlos. Junto a esto se concede mucha importancia a la unidad del pueblo: es preciso borrar cualquier diferencia entre las tribus. Es decir, Israel debe actuar siempre como un solo hombre.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas