I Juan 5 Biblia Hispanoamericana de la Nueva Evangelización (Sociedad Bíblica, 2015) | 21 versitos |
1

La fe que vence al mundo

Si creemos que Jesús es el Cristo, somos hijos de Dios. Ahora bien, no es posible amar al padre sin amar también al que es hijo del mismo padre. º
2 Y conocemos que estamos amando a los hijos de Dios, cuando de veras amamos a Dios cumpliendo sus mandamientos,
3 puesto que amar a Dios consiste en cumplir sus mandamientos. No se trata, por lo demás, de preceptos insoportables, º
4 ya que los hijos de Dios están equipados para vencer al mundo. Nuestra fe, en efecto, es la que vence al mundo, º
5 pues quien cree que Jesús es el Hijo de Dios, triunfará sobre el mundo.
6 Jesucristo ha venido con agua y sangre º; no sólo con el agua, sino con el agua y la sangre. Y el Espíritu, que es la verdad, da testimonio de esto. º
7 Porque los testigos º son tres: º
8 el Espíritu, el agua y la sangre. Y los tres están de acuerdo.
9 Nosotros aceptamos testimonios humanos; pues bien, el testimonio de Dios es mucho más digno de crédito y consiste en haber declarado a favor de su Hijo. º
10 Por eso, si creemos en el Hijo de Dios, es que hemos aceptado el testimonio de Dios. Pero quien no se fía de Dios ni presta crédito al testimonio que él ha dado en favor de su Hijo, está acusando a Dios de mentiroso. º
11 Y lo que se testifica es que Dios nos ha dado la vida eterna y que esa vida está en su Hijo. º
12 Quien vive unido al Hijo, tiene la vida; quien no vive unido al Hijo de Dios, no tiene la vida.
13

Conclusión (5:13-21)

Vida y muerte eternas

A ustedes, los que creen en el Hijo de Dios, les he escrito todo esto para hacerles saber que poseen la vida eterna º.
14 Tenemos plena confianza en que, si algo pedimos a Dios tal y como él quiere, nos atenderá. º
15 Y si estamos seguros de que Dios siempre nos atiende, lo estamos también de conseguir lo que le pedimos.
16 Hay hermanos que cometen pecados que no llevan a la muerte º. Debemos orar por ellos para que Dios les dé la vida. Pero sólo si se trata de pecados que no llevan a la muerte. En cambio, no mando rogar por quien comete el pecado que lleva a la muerte.
17 Cierto que toda mala conducta es pecado, pero hay pecados que no llevan a la muerte.
18

El Hijo de Dios nos protege

En cuanto a nosotros, sabemos que todos los que han nacido de Dios no siguen pecando, pues el Hijo de Dios los protege º y los mantiene lejos del alcance del maligno. º
19 Sabemos también que somos de Dios, mientras que el mundo entero está sometido al maligno.
20 Sabemos, en fin, que el Hijo de Dios ha venido y ha iluminado nuestras mentes para que conozcamos al Verdadero º. Y nosotros estamos unidos al Verdadero y a su Hijo Jesucristo, que es Dios verdadero y vida eterna. º
21 Hijos míos, manténganse alejados de la idolatría º. º

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Introducción a I Juan

LAS CARTAS DE JUAN


INTRODUCCIÓN


1. Marco histórico


Los tres escritos del NT conocidos como cartas de Juan (en adelante se utilizará preferentemente las abreviaturas 1 Jn; 2 Jn; 3 Jn) integran, junto con el cuarto evangelio y el libro del Apocalipsis, la llamada tradición joánica. Desde antiguo se ha venido atribuyendo la composición de todos estos escritos al apóstol Juan, el hijo de Zebedeo. La verdad es que no existen demasiadas probabilidades de que sea correcta tal atribución. Sí parece cierto, en cambio, que su origen está ligado a los avatares por los que pasaron a finales del siglo I una serie de iglesias cristianas estrechamente relacionadas con la persona y la actividad evangelizadora de Juan apóstol.


En concreto, hay razones para pensar que una lectura radicalizada del cuarto evangelio condujo a determinados miembros de estas comunidades joánicas a conclusiones inaceptables en relación con la persona de Cristo, con la moral cristiana y con la doctrina sobre el Espíritu Santo. Para hacer frente a tales interpretaciones radicalizadas, un miembro de la comunidad, de reconocido prestigio dentro de ella — en 2Jn 1:1 y 3Jn 1:1 recibe el título de “anciano”, lit. “presbítero” — , escribió estas tres cartas que la tradición cristiana no tardó en colocar a la sombra del apóstol Juan. No fue igual, sin embargo, para las tres cartas el nivel de aceptación como Escritura inspirada; de hecho la segunda y tercera carta encontraron ciertas dificultades para entrar en la lista de libros sagrados.


Aunque los destinatarios de las tres cartas no sean exactamente los mismos, sí es probable que lo sea al autor que, además, las debió escribir y enviar en un orden inverso al de su actual colocación en la Biblia. Se trata de un autor que conoce perfectamente el cuarto evangelio (ver 1Jn 4:16 y Jua 14:21; 1Jn 3:24 y Jua 14:20; 1Jn 1:9 y Jua 15:3; 1Jn 2:29 y Jua 17:2; etc.), pero que no tiene por qué ser necesariamente la misma persona. Bastantes estudiosos modernos del tema sugieren que el autor de las cartas bien pudo ser el redactor final del cuarto evangelio (ver Introducción al evangelio de Juan). El lugar desde donde escribe es prácticamente imposible de precisar.


2. Género y características literarias


El carácter epistolar de 2 Jn y 3 Jn es evidente: remitente y destinatarios concretos, abundantes referencias personales en ambas cartas, saludos finales personalizados. No es tan evidente en la primera carta, cuyo encabezamiento y conclusión están desprovistos de rasgos epistolares y en la que no se menciona ningún nombre concreto. Sin embargo, el autor se dirige por escrito a un círculo de lectores bien conocidos cuya fe está pasando por un grave peligro (1Jn 2:21; 1Jn 4:16). Unos lectores a los que llama cariñosamente “hijos míos” (1Jn 2:1) haciendo memoria de la fe común y exhortándolos a permanecer fieles. Puede hablarse, por tanto, de una especie de carta pastoral dirigida a las comunidades joánicas aludidas en el apartado anterior. Las tres cartas, pero sobre todo la primera, dejan traslucir un claro planteamiento polémico. Han hecho acto de presencia unos peligrosos enemigos de la fe y es preciso combatirlos sin miramientos. Se ha querido ver en esos enemigos a los precursores del movimiento gnóstico que habría de conocer un amplio desarrollo a lo largo del siglo II. En todo caso, el autor de las cartas trata a estos adversarios con extrema dureza llamándolos anticristos, falsos profetas, mentirosos, mundanos, seductores, hijos de Caín e hijos del diablo.


Aunque, propiamente hablando, sólo encontramos en las cartas una única referencia expresa al AT (1Jn 3:12), las alusiones más o menos veladas a las Escrituras hebreas son numerosas: por ejemplo las expresiones “fiel y justo” (1Jn 1:9), “víctima de expiación por los pecados” (1Jn 2:2; 1Jn 4:10), “conocer a Dios” (1Jn 2:3; 1Jn 4:6-8); y sobre todo el tema central de 1 Jn — comunión y conocimiento de Dios — remite a lo que el profeta Jeremías presenta como signo distintivo de la nueva alianza (ver Jer 31:31-34 y 1Jn 2:3-13; 1Jn 3:9; 1Jn 5:20-21). Subrayemos, finalmente, la semejanza entre el vocabulario de las cartas y el de la literatura extrabíblica del judaísmo contemporáneo, particularmente la literatura de Qumrán. Pueden citarse, a modo de ejemplo, las expresiones “practicar (caminar en) la verdad” (1Jn 1:6; 3Jn 1:4), “el espíritu de la verdad y el del error” (1Jn 4:6), o el uso de antítesis tales como “luz-tinieblas” (1Jn 1:5-7; 1Jn 2:10-11), “verdad-mentira” (1Jn 2:21; 1Jn 2:27), “Dios-mundo” (1Jn 2:15-16; 1Jn 3:1; 1Jn 4:4-6), “hijos de Dios-hijos del diablo” (1Jn 3:10).


3. Mensaje doctrinal de las cartas


No debe extrañar que, habida cuenta de su respectiva extensión, la primera carta recoja y amplíe los elementos doctrinales de las otras dos. En realidad la tercera carta apenas contiene doctrina propiamente tal; se limita a elogiar la fidelidad a la verdad y la hospitalidad para con los hermanos creyentes (probablemente se refiera el autor a miembros de la comunidad joánica que no compartían las posturas radicales de los secesionistas y actuaban como predicadores itinerantes tratando de combatirlas: 3Jn 1:3-4; 3Jn 1:6-8; 3Jn 1:10). La segunda carta, a pesar de su brevedad, ofrece un contenido más denso. Un contenido del que la primera carta se hace eco en su totalidad explicitándolo y subrayando los siguientes puntos:


— La vida del verdadero creyente debe girar en torno a la comunión-conocimiento de Dios Padre y de su Hijo Jesucristo (1Jn 1:3; 1Jn 2:3-6; 1Jn 2:14; 1Jn 3:24; 1Jn 4:6-8; 1Jn 4:15-16; 1Jn 5:12-13; 1Jn 5:20).


— Esta comunión-conocimiento implica conocer y experimentar a Dios como lo que verdaderamente es, como luz y amor eterno que se comunican a los seres humanos a través de su Hijo Jesucristo (1Jn 1:5-7; 1Jn 3:1; 1Jn 3:16; 1Jn 4:7-10; 1Jn 4:16; 1Jn 4:19).


— El amor de Dios a sus criaturas humanas debe ser correspondido por el amor de estas a Dios (1Jn 4:19) a través de la observancia de los mandamientos (1Jn 2:3-5; 1Jn 3:22; 1Jn 3:24; 1Jn 5:3; ver 2Jn 1:6) y sobre todo a través de la práctica del amor fraterno (1Jn 2:7-10; 1Jn 3:11-18; 1Jn 3:23; 1Jn 4:7; 1Jn 4:11-12; 1Jn 4:20-21; 1Jn 5:1-2; ver 2Jn 1:3; 2Jn 1:5-6).


— Creer en Cristo como verdadero Hijo de Dios (1Jn 1:3; 1Jn 3:8; 1Jn 4:15; 1Jn 5:10-12; 1Jn 5:20) no debe hacer olvidar su también verdadera dimensión humana (1Jn 1:1-3; 1Jn 2:22; 1Jn 4:2-3; 1Jn 5:1; ver 2Jn 1:7), que le permite ofrecerse en sacrificio por nuestros pecados (1Jn 2:1-2; 1Jn 3:16; 1Jn 5:6).


— Los creyentes viven bajo la constante amenaza del mal (1Jn 2:13-16; 1Jn 3:12; 1Jn 5:19; ver 3Jn 1:11). No todo en el mundo es luz, amor, vida y verdad. El creyente tiene que habérselas también con las tinieblas, el odio, la muerte y la mentira; tiene que enfrentarse a anticristos y falsos profetas de todo tipo (1Jn 2:18-19; 1Jn 4:1-3; ver 2Jn 1:7); y tiene que contar con la sangrante realidad del pecado (1Jn 1:8-10; 1Jn 2:1; 1Jn 2:12; 1Jn 2:15-16; 1Jn 3:4-10; 1Jn 5:16-17).


— Y todo ello deben aceptarlo y vivirlo los creyentes porque esa es la enseñanza recibida desde el principio (1Jn 1:5; 1Jn 2:7; 1Jn 2:24; 1Jn 3:11). Frente a interpretaciones radicalizadas y aparentemente progresistas del mensaje, es preciso regresar a las fuentes, no perder jamás de vista los orígenes.


4. Estructura


Cae de su peso que la brevedad de 2-3 Jn impide hablar en ellas ni siquiera de una mínima estructura literaria. En cuanto a la primera carta, podría decirse que no avanza en forma rectilínea, sino más bien siguiendo un movimiento en espiral. Los principales temas de la carta reaparecen una y otra vez en el curso de la exposición, girando siempre en torno al dato central de la “unión” (comunión) con el Padre y con su Hijo Jesucristo (1Jn 1:4; 1Jn 5:20). Con las reservas del caso, podrían distinguirse estas partes:


— Introducción (1Jn 1:1-4)


I. — LUZ EN MEDIO DE LAS TINIEBLAS (1Jn 1:51Jn 2:29)


II. — COMPORTARNOS COMO HIJOS DE DIOS (1Jn 3:11Jn 4:6)


III. — EL AMOR Y LA FE (1Jn 4:71Jn 5:12)


— Conclusión (1Jn 5:13-21)


Fuente:

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Notas

I Juan 5,11Jn 2:29; 1Jn 3:23; 1Pe 1:22-23.


I Juan 5,3Deu 30:11; Mat 11:30; Jua 14:15; Jua 14:23-24; Jua 15:10; 2Jn 1:6.
I Juan 5,41Jn 4:4; 1Co 15:57; Efe 6:16.
I Juan 5,6— con agua y sangre: Bastantes mss., entre ellos algunos de reconocido valor, como el Sinaítico y el Alejandrino, al agua y a la sangre añaden el Espíritu, variante que encaja perfectamente en el contexto siguiente. Si por otra parte, se admite la equivalencia, universalmente aceptada, entre agua = bautismo y sangre = muerte, podría pensarse en la siguiente traducción: Este es Jesucristo que vino a salvarnos con el agua del bautismo, la sangre de su muerte y la unción de su Espíritu.
I Juan 5,6Jua 14:17; Jua 15:26; Jua 19:34.
I Juan 5,7— los testigos: Varios mss. de no mucho valor y muy tardíos, pero sobre todo la traducción latina de la Vulgata, añaden aquí el siguiente texto: los testigos en el cielo son tres: el Padre, la Palabra y el Espíritu Santo; y los tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu.
I Juan 5,7Núm 35:30; Deu 19:15.
I Juan 5,9Jua 5:32; Jua 5:36-37; Jua 8:18.
I Juan 5,10Jua 5:24; Jua 5:37; Jua 5:40.
I Juan 5,111Jn 5:20; Jua 3:36; Jua 17:3.
I Juan 5,13— la vida eterna: Algunos autores sugieren que aquí debía terminar originalmente la carta; los vv. 1Jn 5:14-21 constituirían una especie de apéndice añadido; algo semejante a lo que sucede con Jua 21:1-25.
I Juan 5,141Jn 3:22; Jua 14:13-14.
I Juan 5,16— ... a la muerte: Habitualmente se interpreta este pecado como el rechazo persistente y obstinado de la obra del Espíritu; rechazo que imposibilita toda conversión. Sería, pues, “el pecado contra el Espíritu” al que se refieren Mat 12:31-37; Mar 3:29 y probablemente Heb 6:4-8 y Heb 10:26-31. Pero debe admitirse que no es absolutamente segura dicha interpretación.
I Juan 5,181Jn 3:9; Jua 17:15.
I Juan 5,18— los protege: Según numerosos mss., entre ellos algunos de los más antiguos y mejores, habría que traducir: el que ha nacido de Dios se protege a sí mismo.
I Juan 5,20— al Verdadero: Bastantes mss., alguno de valor, dicen: al verdadero Dios. El calificativo verdadero se aplica en este pasaje tanto a Dios Padre como a Jesucristo.
I Juan 5,20Jua 11:25; Jua 17:3; Rom 9:5; Efe 1:17-18; Apo 3:7.
I Juan 5,211Co 10:14.
I Juan 5,21— la idolatría: A primera vista, resulta un tanto extraño este final ya que, al menos explícitamente, no se habla para nada de ídolos en la carta. A no ser que con esta expresión se quiera aludir a las perniciosas enseñanzas de los falsos profetas o anticristos que sí ocupan un lugar importante en la carta (1Jn 4:1-6).