Apocalipsis  18 Biblia Peshitta en Español (Holman Bible Publishers, 2015) | 24 versitos |
1 Después de estas cosas vi a otro ángel que descendía del Cielo, que tenía gran poder; y la tierra se iluminó a causa de su gloria.
2 Y exclamó con potente voz, diciendo: ¡Ha caído, ha caído la gran Babilonia! Se ha convertido en cueva de espíritus malignos, en albergue de todo espíritu inmundo, en guarida de toda ave inmunda y detestable, y en madriguera de toda bestia salvaje inmunda y aborrecible,
3 porque todas las naciones bebieron del vino de su pasión, y los reyes de la tierra fornicaron con ella, y se enriquecieron los mercaderes de la tierra con su riqueza corrupta.
4 Entonces escuché otra voz del Cielo, que dijo: Sal de ella, pueblo mío, para que no participes de sus pecados, no sea que recibas de sus plagas,
5 porque sus pecados hasta el Cielo se han amontonado, y Dios ha recordado sus iniquidades.
6 Páguenle como ella también ha pagado; denle el doble, conforme a sus obras. Mézclenle el doble en la copa en la que ella ha mezclado;
7 tanto como ella se ha deleitado en la lascivia, todo eso denle de tormento y llanto, porque ha dicho en su corazón: “Estoy sentada, soy reina y no viuda, y no veré llanto”.
8 Por tanto, le sobrevendrán sus plagas en un solo día: muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego, porque Yahweh Dios que la ha sentenciado es poderoso.
9 Entonces llorarán, se lamentarán y harán duelo por ella cuando contemplen el humo de su incendio los reyes de la tierra que fornicaron y fueron lascivos junto con ella,
10 permaneciendo a distancia debido al terror de su tormento, diciendo: “¡Ay, ay, de la gran ciudad, Babilonia, la ciudad fuerte, porque en una hora ha llegado tu juicio!”
11 También los mercaderes de la tierra se lamentarán a causa de ella, porque nadie compra sus cargamentos.
12 Ya nunca habrá cargamentos de oro, ni de plata, ni de piedras preciosas, ni de perlas, ni de lino fino blanco, ni de púrpura, ni de seda, ni de escarlata, ni de ninguna madera aromática, ni de ningún tipo de utensilios de marfil, ni de ningún tipo de objetos de madera finísima, ni de bronce, ni de hierro, ni de mármol;
13 ni de canela, ni de amomo, ni de perfumes, ni de mirra, ni de incienso, ni de vino, ni de aceite, ni de flor de harina, ni de trigo, ni de ganado, ni de ovejas, ni de caballos y carros, ni de cuerpos, ni de vidas de hombres.
14 Se ha apartado de ti el fruto que tu alma codiciaba; han desaparecido de ti todas las cosas exquisitas y espléndidas; ya nunca encontrarás a los mercaderes de estas cosas.
15 Los que se han enriquecido a costa suya, se pararán a lo lejos por el terror de su tormento; llorarán y se lamentarán,
16 diciendo: “¡Ay, ay, de la gran ciudad que se ataviaba de lino fino blanco, púrpura y escarlata, la que estaba adornada con oro, con piedras preciosas y con perlas!, porque en una hora ha sido destruida tanta riqueza”.
17 Todo capitán, todo el que navega a cualquier lugar, y los marineros y todos los que trabajan en el mar se pararon a distancia,
18 y contemplando el humo de su incendio gritaron, diciendo: “¿Cuál ciudad se asemeja a esta gran ciudad?”
19 Y echaron polvo sobre sus cabezas y gritaron llorando y haciendo lamentación, y decían: “¡Ay, ay, de la gran ciudad!, de la que todos los que poseían barcos en el mar se habían enriquecido por sus cosas valiosas, porque en una hora fue devastada”.
20 Gócense a causa de ella, cielos, ángeles, apóstoles y profetas, porque Dios les ha hecho justicia de ella.
21 Entonces un ángel tomó una piedra como una gran piedra de molino, y la arrojó al mar, diciendo: De esta manera será derribada la gran ciudad de Babilonia, con violencia, y ya nunca será encontrada,
22 y no se escuchará más en ti sonido de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompetistas; ningún artesano de oficio alguno se volverá a encontrar en ti;
23 la luz de la lámpara no se mirará en ti, ni la voz del novio y de la novia se escucharán más en ti, porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra, porque a causa de tu hechicería fueron engañadas todas las naciones.
24 En ella fue encontrada la sangre de profetas, de santos, y de todos los que fueron inmolados en la tierra.

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Introducción a Apocalipsis 

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