Jueces 5 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 31 versitos |
1 Débora y Barac, hijo de Abinoán, entonaron aquel día un cántico:
2 «Cuando se sueltan las cabelleras en Israel, | cuando un pueblo se ofrece voluntariamente, | ¡bendecid al Señor!
3 Escuchad, reyes; oíd, príncipes, | que voy a cantar al Señor, | a salmodiar al Señor, Dios de Israel.
4 Señor, cuando saliste de Seír, | cuando avanzaste desde el campo de Edón, | la tierra tembló, los cielos gotearon, | las nubes destilaron agua.
5 Los montes retemblaron ante el Señor, el del Sinaí, | ante el Señor, Dios de Israel.
6 En los días de Samgar, hijo de Anat, | en los días de Yael quedaron desiertos los caminos, | y quienes solían ir por ellos marchaban por vías tortuosas.
7 Se interrumpió la vida de los pueblos, se interrumpió en Israel, | y yo, Débora, me puse en pie, | me puse en pie como una madre en Israel.
8 Habían escogido dioses nuevos. | Entonces la guerra estaba a las puertas, | ni escudo ni lanza se veía entre cuarenta mil en Israel.
9 Mi corazón por los capitanes de Israel, | por los voluntarios del pueblo: | ¡Bendecid al Señor!
10 Los que cabalgáis en borricas blancas, | los que os sentáis sobre albardas, | y quienes vais de camino, cantad.
11 A la voz de los que reparten entre los abrevaderos, | donde se celebran las gestas del Señor, | las gestas de sus aldeanos en Israel. | Entonces bajó a las puertas el pueblo del Señor.
12 ¡Despierta, despierta, Débora! | ¡Despierta, despierta, entona un canto! | ¡Levántate, Barac, y apresa a tus cautivos, hijo de Abinoán!
13 Entonces el resto bajó hacia los nobles, | el pueblo del Señor bajó por mí contra los poderosos.
14 Los de Efraín que tienen sus raíces en Amalec, | tras de ti, Benjamín, con tus tropas. | De Maquir bajaron los jefes, | y de Zabulón los que reclutan con el bastón de escriba.
15 Los príncipes de Isacar están con Débora, | e Isacar es fiel a Barac: | se lanzó al valle tras sus pasos. | En los clanes de Rubén fueron grandes las deliberaciones del corazón.
16 ¿Por qué has permanecido entre los apriscos, | escuchando los silbidos de los rebaños? | En los clanes de Rubén fueron grandes las deliberaciones del corazón.
17 Galaad se instaló allende el Jordán. | Y Dan ¿por qué se alojaba en naves? | Aser permaneció a la orilla del mar | y se instaló en sus ensenadas.
18 Zabulón es un pueblo que expuso su vida a la muerte, | lo mismo que Neftalí sobre las alturas del campo.
19 Llegaron los reyes, lucharon. | Lucharon, entonces, los reyes de Canaán, | en Taanac, junto a las aguas de Meguido. | Pero no obtuvieron un botín de plata.
20 Desde los cielos lucharon las estrellas, | desde sus órbitas lucharon contra Sísara.
21 El torrente Quisón los arrolló, | torrente antiquísimo, torrente Quisón. | Alma mía, camina con brío.
22 Entonces, resonaron los cascos de los caballos, | al galope, al galope de los corceles.
23 Maldecid a Meroz, dijo el ángel del Señor. | Maldecid a sus habitantes, | pues no vinieron en auxilio del Señor, | en auxilio del Señor contra los poderosos.
24 Bendita Yael entre las mujeres, | la esposa de Jéber, el quenita; | entre las mujeres que viven en tiendas, sea bendita.
25 Pidió agua, le dio leche, | en taza de nobles le presentó cuajada.
26 Alargó su mano a la estaca, | su diestra al martillo de los trabajadores. | Golpeó a Sísara, machacó su cabeza. | Destrozó y perforó su sien.
27 Entre sus pies se desplomó, cayó y quedó tendido; | entre sus pies se desplomó, cayó. | Donde se desplomó, allí cayó deshecho.
28 A la ventana se asomó, | y tras la celosía gritó la madre de Sísara: | ¿Por qué tarda en venir su carro? | ¿Por qué se retrasa la marcha de sus carros?
29 Las más sabias de sus damas le responden, | y ella lo repite:
30 “Estarán repartiéndose el botín encontrado: | una muchacha, dos muchachas para cada soldado, | un botín de telas de colores para Sísara, | un botín de telas de colores con recamado, | una tela de colores con doble recamado para el cuello del vencedor”.
31 ¡Así perezcan, Señor, todos tus enemigos! | ¡Sean sus amigos como cuando el sol despunta en su fuerza!». Y el país estuvo en paz cuarenta años.

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Introducción a Jueces

JUECES

El libro de los Jueces está incluido en la Biblia Hebrea en los «Profetas Antiguos», mientras que la cristiana le dio cabida entre los «Libros Históricos». El título evoca las doce figuras de los «jueces», a los que hay que entender no conforme a nuestra mentalidad sino a la de la época, es decir, como a personas dotadas de autoridad y amplios poderes sobre un territorio o diversos clanes, que desempeñaban entre sus funciones de gobierno tanto las de orden militar como las de ámbito judicial o espiritual.

Los tres primeros capítulos del libro (Jue 1:1 - Jue 3:6) son una introducción, que resume el asentamiento de las tribus y ofrece varias reflexiones en torno al contacto de las mismas con la cultura y la religión cananeas. Los capítulos centrales (Jue 3:7 - Jue 16:31) entran de lleno en el complejísimo entramado de la convivencia de las tribus con las gentes de su entorno, y están orientados por la clave interpretativa del comienzo. Los capítulos finales (Jue 17:1 - Jue 21:25) añaden dos episodios más al panorama de la época: uno expone a las claras el sincretismo religioso, en Dan, y el otro deja al descubierto la depravación moral a la que se llegó en algún momento.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Jueces 5,1-31*3:7-16:31 Las diversas tribus vivieron dramáticamente la tensión entre el abandono de Dios y el sometimiento a otros pueblos en espera de la llegada de un salvador. En esta parte central se repite hasta siete veces el mismo esquema relativo a los hechos con diferentes jueces y enemigos, pero latiendo siempre el mismo problema religioso. Las actuaciones de un buen número de jueces quedan enmarcadas en un esquema teológico común: Los israelitas obraron mal a los ojos del Señor, provocando que los entregara o vendiera en manos de un enemigo; pero clamaron al Señor, que les suscitó un salvador y entregó en sus manos al enemigo; así que el país estuvo en paz algunos años.


Jueces 5,1-31*4-5 Estos capítulos tratan el mismo acontecimiento con perspectivas, acentos y lenguaje distintos. A la primera narración en prosa le siguió la celebración poética de la victoria: los enemigos de las tribus serán enemigos de Dios; el ejército conducido por Débora y Barac pasa a ser ejército del Señor, y la intervención divina, apenas enunciada en el primer relato, se hace bien patente en el segundo.