Jueces 8 Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011) | 35 versitos |
1 Los hombres de Efraín se quejaron a Gedeón: «¿Por qué has hecho esto con nosotros, no convocándonos cuando fuiste a luchar contra Madián?». Y discutieron violentamente con él.
2 Les contestó: «¿Se puede comparar lo que he hecho yo con lo que habéis hecho vosotros? ¿Acaso no es mejor el rebusco de Efraín que la vendimia de Abiezer?
3 Dios ha entregado en vuestras manos a los príncipes de Madián, a Oreb y a Zeeb. ¿Qué he podido hacer comparable a vosotros?». Dichas estas palabras, se apaciguó su ánimo.
4 Gedeón llegó después al Jordán. Y lo cruzó con los trescientos hombres que iban con él. Como estaban agotados, casi no podían continuar la persecución.
5 Gedeón dijo entonces a los habitantes de Sucot: «Dadnos, por favor, hogazas de pan para los que siguen mis pasos, pues están agotados. Yo voy tras Zébaj y Salmuná, reyes de Madián».
6 Los príncipes de Sucot respondieron: «¿Acaso están en tus manos las palmas de Zébaj y de Salmuná, como para que hayamos de dar pan a tu tropa?».
7 Gedeón replicó: «Pues bien, en cuanto el Señor entregue a Zébaj y a Salmuná en mi mano, trillaré vuestras carnes con espinos y cardos del desierto».
8 Subió de allí a Penuel y les habló de igual modo. Los hombres de Penuel respondieron como las gentes de Sucot.
9 Y dijo a los de Penuel: «Cuando vuelva en paz, derribaré esta torre».
10 En cuanto a Zébaj y a Salmuná, se encontraban en Carcor con su campamento, unos quince mil hombres que quedaban de todo el campamento de los hijos de Oriente. Los caídos habían sido ciento veinte mil hombres armados de espada.
11 Gedeón subió por el camino de los que habitan en tiendas, al este de Nóbaj y Yogbohá, y batió al campamento, pues la tropa estaba confiada.
12 Zébaj y Salmuná huyeron, pero fue tras ellos. Capturó a los dos reyes de Madián, Zébaj y Salmuná, y amedrentó a toda la tropa.
13 Gedeón, hijo de Joás, regresó de la campaña por la subida de Jeres.
14 Capturó a un muchacho de las gentes de Sucot y le interrogó. Él le escribió el nombre de los príncipes de Sucot y de sus ancianos: setenta y siete hombres.
15 Llegó luego donde estaban las gentes de Sucot y dijo: «He aquí a Zébaj y a Salmuná, por cuya causa me ofendisteis, diciendo: “¿Están acaso en tus manos las palmas de Zébaj y Salmuná como para que hayamos de dar pan a tu gente desfallecida?”».
16 Cogió a los ancianos de la ciudad y dio una lección a las gentes de Sucot con espinos y cardos del desierto.
17 Derribó la torre de Penuel y mató a las gentes de la ciudad.
18 Dijo luego a Zébaj y a Salmuná: «¿Cómo eran los hombres que matasteis en el Tabor?». Respondieron: «Eran como tú. Cada uno tenía prestancia de hijo de rey».
19 Él les dijo: «Eran mis hermanos, hijos de mi madre. ¡Por vida del Señor!, si los hubieseis dejado vivos, no os mataría».
20 Después ordenó a Yéter, su primogénito: «¡Vamos, mátalos!». Pero el muchacho no desenvainó su espada, pues tenía mucho miedo; era todavía joven.
21 Entonces Zébaj y Salmuná dijeron: «Vamos, arremete contra nosotros, pues el hombre se mide por su bravura». Gedeón se levantó y mató a Zébaj y a Salmuná. Luego recogió las lunetas del pescuezo de sus camellos.
22 Los israelitas dijeron a Gedeón: «Manda tú sobre nosotros, y lo mismo tu hijo y el hijo de tu hijo, pues nos has salvado de la mano de Madián».
23 Pero Gedeón les respondió: «Ni yo ni mi hijo mandaremos sobre vosotros. El Señor es quien mandará sobre vosotros».
24 Y seguidamente Gedeón les pidió: «Quiero haceros un ruego: que cada uno me dé un anillo de su botín» —los vencidos llevaban anillos de oro porque eran ismaelitas—.
25 Respondieron: «Los entregaremos de buen grado». Extendieron un manto y cada uno echó allí el anillo de su botín.
26 El peso de los anillos de oro que había pedido fue de unos diecinueve kilos de oro, aparte de las lunetas, los pendientes y vestidos de púrpura que llevaban los reyes de Madián, y de los collares que llevaban al pescuezo sus camellos.
27 Gedeón hizo con todo ello un efod que erigió en su ciudad, en Ofrá. Todo Israel se prostituyó ante el efod, de modo que se convirtió en una trampa para Gedeón y su casa.
28 Madián quedó sometido a los hijos de Israel y no volvió a levantar cabeza. El país estuvo en paz cuarenta años, mientras vivió Gedeón.
29 Jerubaal, hijo de Joás, se fue a vivir a su casa.
30 Gedeón tuvo setenta hijos, nacidos de él, pues tenía muchas mujeres.
31 En cuanto a la concubina que vivía en Siquén, también le engendró un hijo, a quien puso de nombre Abimélec.
32 Gedeón, hijo de Joás, murió en buena vejez y fue enterrado en el sepulcro de su padre Joás, en Ofrá de Abiezer.
33 Muerto Gedeón, los hijos de Israel volvieron a prostituirse tras los baales, y adoraron como dios a Baal Berit.
34 Los hijos de Israel no se acordaron del Señor, su Dios, que les había librado de la mano de todos los enemigos de alrededor,
35 ni obraron lealmente con la casa de Jerubaal, es decir, Gedeón, por todo el bien que había hecho a Israel.

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Introducción a Jueces

JUECES

El libro de los Jueces está incluido en la Biblia Hebrea en los «Profetas Antiguos», mientras que la cristiana le dio cabida entre los «Libros Históricos». El título evoca las doce figuras de los «jueces», a los que hay que entender no conforme a nuestra mentalidad sino a la de la época, es decir, como a personas dotadas de autoridad y amplios poderes sobre un territorio o diversos clanes, que desempeñaban entre sus funciones de gobierno tanto las de orden militar como las de ámbito judicial o espiritual.

Los tres primeros capítulos del libro (Jue 1:1 - Jue 3:6) son una introducción, que resume el asentamiento de las tribus y ofrece varias reflexiones en torno al contacto de las mismas con la cultura y la religión cananeas. Los capítulos centrales (Jue 3:7 - Jue 16:31) entran de lleno en el complejísimo entramado de la convivencia de las tribus con las gentes de su entorno, y están orientados por la clave interpretativa del comienzo. Los capítulos finales (Jue 17:1 - Jue 21:25) añaden dos episodios más al panorama de la época: uno expone a las claras el sincretismo religioso, en Dan, y el otro deja al descubierto la depravación moral a la que se llegó en algún momento.

Fuente: Sagrada Biblia (Conferencia Episcopal Española, 2011)

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Notas

Jueces 8,1-35*3:7-16:31 Las diversas tribus vivieron dramáticamente la tensión entre el abandono de Dios y el sometimiento a otros pueblos en espera de la llegada de un salvador. En esta parte central se repite hasta siete veces el mismo esquema relativo a los hechos con diferentes jueces y enemigos, pero latiendo siempre el mismo problema religioso. Las actuaciones de un buen número de jueces quedan enmarcadas en un esquema teológico común: Los israelitas obraron mal a los ojos del Señor, provocando que los entregara o vendiera en manos de un enemigo; pero clamaron al Señor, que les suscitó un salvador y entregó en sus manos al enemigo; así que el país estuvo en paz algunos años.


Jueces 8,1-35*6-9 Comienza el ciclo de Gedeón (Jue 6:6-8) y la historia de su hijo Abimélec (Jue 6:9). Las dificultades que creó en su época la expansión de los madianitas -unas veces aliados y otras, enemigos de Israel- las interpreta un profeta de acuerdo con las reflexiones de Jue 2:1-23: los sufrimientos de entonces eran la consecuencia de haber hecho oídos sordos a los mandatos del Señor (Jue 6:7-10).