I Reyes 13, 1-5

Condena del altar de Betel

Mientras Jeroboán estaba junto al altar quemando incienso, llegó a Betel desde Judá un hombre de Dios º enviado por el Señor, que se puso a gritar contra el altar, por orden del Señor: — ¡Altar, altar! Esto dice el Señor: “Nacerá un descendiente de David, llamado Josías, que sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los santuarios que ofrecen incienso sobre ti y quemará sobre ti huesos humanos” º. º E inmediatamente el profeta ofreció una señal, diciendo: — He aquí la prueba de lo que el Señor ha dicho: el altar va a romperse en pedazos y se esparcirán las cenizas que hay en él. Cuando el rey escuchó las palabras que el profeta gritaba contra el altar de Betel, extendió su mano desde el altar y ordenó: — Apresadlo. Pero la mano que había levantado contra él se le quedó rígida y no podía bajarla. El altar se rompió en pedazos y se esparcieron sus cenizas, de acuerdo con la señal que el hombre de Dios había anunciado por orden del Señor.
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