II Samuel  2, 18-23

Estaban allí los tres hijos de Seruyá: Joab, Abisay y Asael. Asael corría como un ciervo en campo abierto, º y se lanzó en persecución de Abner sin desviarse lo más mínimo de su objetivo. Abner miró hacia atrás y preguntó: — ¿Eres Asael? Él contestó: — Sí. Abner le dijo: — Desvíate a cualquier lado, agarra a alguno de los muchachos y quédate con sus despojos. Pero Asael no quiso dejar de perseguirlo. Abner le insistió: — Deja ya de perseguirme o me obligarás a aplastarte. Y luego, ¿con qué cara me presento ante tu hermano Joab? Pero Asael no quiso apartarse y entonces Abner le clavó en el vientre la empuñadura de su lanza y le salió por la espalda. Y allí mismo cayó muerto. Todos los que llegaban al lugar donde Asael había caído muerto se detenían.
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