Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
1. Primera Lamentación: Jerusalen, Desolada.
Podíamos resumir el contenido ideológico de las
Lamentaciones en tres facetas: desolación de la Ciudad Santa, reconocimiento de la justicia divina y oración implorando misericordia al Señor. Estas ideas se repiten machaconamente, pero las expresiones son bellísimas y variadas. Por todo esto, las
Lamentaciones pueden considerarse como una de las mejores composiciones de la Biblia desde el punto de vista lírico-afectivo. El metro poético suele ser el característico de las elegías o
qinah, a base de tres dísticos cada letra del alefato. El carácter especial de las
Lamentaciones excluye un desarrollo estrictamente lógico de ideas; por eso las consideraciones se repiten entrecortadas, como expresión de un alma lacerada que por encima de las leyes lógicas de la inteligencia tiene las del corazón.
Se suele dividir esta
primera lamentación en dos partes:
a) 1-11, en que habla el poeta (excepto en el v.8
y 11);
b) 12-22: habla Sión (excepto el v.17).
1 Alef. - ¡Cómo se sienta en soledad la ciudad populosa, es como viuda la grande entre las naciones; la señora de provincias ha sido hecha tributaria!El profeta contrapone dos situaciones de la Ciudad Santa, que es presentada como una dama o princesa que ha quedado viuda. En una medalla acuñada por Tito después de la toma de Jerusalén en el año 70 d.C. aparece una mujer llorando debajo de una palmera con esta inscripción: ludaea capta. Es el mejor comentario de estos primeros versos de las
Lamentaciones. El autor 110 puede comprender el cambio de situación de la que era
señora de provincias, y se ha convertido en
viuda y tributaria. La primera palabra,
¡Cómo.! es característica del verso elegiaco llamado
qinah l
. Sión se
sienta en soledad como madre que ha quedado sin hijos, como doncella que ha quedado sin amantes y como
viuda que ha quedado sin marido, expuesta a la penuria sin sombra protectora2. La
ciudad populosa y la
señora de provincias son dos frases que han de entenderse en el horizonte relativo del hagiógrafo. Sión era la capital más poblada de Judá, y también, como capital,
señora de provincias, no sólo de las tribus de Judá y de Simeón, que constituían el reino del sur, sino que en tiempos de Jeremías era aún
señora de amplias zonas de TransJordania, como Edom y Moab. Pero ahora
ha sido hecha tributaria, formando sólo parte de un distrito del inmenso imperio babilónico.
2 Beth. - Llora copiosamente en la noche y corre el llanto por sus mejillas; no tiene quien le consuele entre todos sus amantes; le fallaron todos sus amigos y se volvieron enemigos.En las horas nocturnas siente más su soledad e infortunio, porque nada le distrae de su dolor. El día con su luz trae siempre impresiones optimistas y alegres, pero
en la noche, el ambiente de vacío, de soledad, pesa como una fría losa sobre el alma del desgraciado; por eso, en esas horas de intimidad y de sinceridad
corre el llanto por sus mejillas. Sólo el desahogo de las lágrimas puede compensar algo la tremenda tragedia interior de la dama desolada. Por otra parte, en la hora trágica del infortunio, en la hora de la verdad,
le fallaron todos sus amigos. Sión había confiado en Egipto y en la alianza de otros pueblos 3; pero, cuando la ciudad ha sido convertida en un montón de ruinas,
no tiene quién la consuele. Es el patrimonio de todo el que ha sido visitado por el infortunio: los que antes creía sus amigos, se
le volvieron enemigos.
3 Guímel. - Emigró Judá a causa de la aflicción y de la gran servidumbre; está sentada entre las gentes sin hallar reposo; todos sus perseguidores le dieron alcance y la estrecharon.Asolada la ciudad, los habitantes que quedaron sin ser llevados al destierro emigraron voluntariamente
a causa de la aflicción y de la gran servidumbre. El yugo babilónico era demasiado pesado 5. Pero Judá tampoco encontró
reposo en el exilio,
sentada entre las gentes. Sus enemigos siguieron persiguiéndola en desfiladeros estrechos, según dice el texto hebreo.
4 Dálet. - Los caminos de Sión están en luto por 110 haber quien venga a las solemnidades. Todas sus puertas están desoladas, sus sacerdotes gimiendo, sus vírgenes escuálidas, y ella llena de amargura.El estado de la ciudad no puede ser más triste: los caminos que conducían a Sión, antes rebosantes de peregrinos, ahora están
en luto, desiertos:
no hay quien venga a las solemnidades. Por la mente del profeta pasa el gozoso recuerdo de los millares de peregrinos que avanzaban hacia la Ciudad Santa con cantos alegres de acción de gracias por las cosechas. Ya no hay
solemnidades o fiestas litúrgicas tradicionales, hitos durante el año de la vida religiosa: las tradicionales fiestas de Pascua, de Pentecostés y de Tabernáculos, en las que se presentaban las primicias de los cereales y de los frutos impetrando protección para el próximo año agrícola. Ya no salen a recibir a los peregrinos los
sacerdotes, que ahora están
gimiendo. Las mismas
vírgenes, que en alegres danzas amenizaban la presencia de los peregrinos en estas fiestas, están ahora
escuálidas o encorvadas por el dolor 6. Y las
puertas de la ciudad, en otro tiempo lugar de concentración de la vida social de la ciudad,
están desoladas. Ya no están allí los ancianos para juzgar, ni los mercaderes para recibir las caravanas con las mercancías, ni los niños alegrando con sus juegos la vida de la ciudad 7. Todo es atmósfera de tristeza y
amargura.
5 He. - Prevalecieron sus enemigos y prosperaron los que la aborrecían, pues la afligió Yahvé por la muchedumbre de sus rebeldías; sus niños fueron a la cautividad delante del enemigo.En la lucha han vencido los
enemigos de Judá. Pero, en realidad, todos los sufrimientos de Judá vienen enviados por el mismo Dios:
pues la afligió Yahvé por la muchedumbre de sus rebeldías. La conducta pecadora de Judá es la causa de su desventura. Y ni siquiera sus pequeñuelos se ven libres de la deportación.
6 Wau. - Ha desaparecido de la hija de Sión toda su gloria; sus príncipes han venido a ser como ciervos que no hallan pastos, y huyeron sin fuerzas ante el perseguidor.En la catástrofe ha perdido
la hija de Sión, es decir, Jerusalén,
toda su gloria, a saber, lo que constituía su orgullo: sus príncipes y su rey, como puntualiza a continuación 8. Sus
príncipes, debilitados por el hambre y la miseria, andan vagando como
ciervos que no hallan pastos 9. Y huyeron agotados
ante el perseguidor. En efecto, el rey Sedecías, con sus magnates, se dio a la fuga, siendo vergonzosamente capturado 10.
7 Zain. - Acordóse Jerusalén, en los días de su aflicción y de su vivir errante, de todos los bienes que de antiguo tuvo. Cuando cayó su pueblo en manos del enemigo, sin que nadie le ayudase, miráronla sus enemigos y se burlaron de su perdición.En los días de la prueba comprendió Jerusalén
los bienes que de antiguo tuvo. Pero ahora nada le queda de su antigua gloria y riqueza, y sus enemigos se alegran, burlones, ante su ruina.
8 Jet. - Muchos son los pecados de Jerusalén; por eso fue objeto de aversión; cuantos antes la honraron la desprecian viendo su desnudez, y ella misma suspira y vuelve su rostro.Jerusalén es presentada ahora como una cortesana que por sus pecados es convertida en
objeto de aversión 11, despreciada de los que antes le hacían el amor, porque
vieron su desnudez 12. Jerusalén, humillada por su Dios, ha descubierto sus pecados, presentándose como una mujer pública que ha mostrado impudentemente sus atractivos sexuales 13. Y Jerusalén misma se avergüenza de su estado menstrual y
vuelve el rostro.
9 Tet. - Su inmundicia manchaba sus vestiduras, y no se cuidaba de su fin, y cayó de modo sorprendente, sin que nadie la consolara. Mira, ¡oh Yahvé! mi aflicción, mira la arrogancia del enemigo.Sigue la misma imagen. Jerusalén se halla como mujer pública en período menstrual, su
inmundicia se nota en sus
vestiduras 14. Aquí
inmundicia tiene un sentido religioso. Sus pecados la hacen inmunda a los ojos de los demás pueblos, y son tantos, que no puede disimularlos. Y está tan ciega en sus extravíos, que no se cuida
de su fin, es decir, del castigo que le espera 15. De repente, ante tanta perversidad, se escapa un grito de auxilio de Jerusalén:
Mira mi aflicción. Ella es ciertamente pecadora ante los ojos de Yahvé, pero sus enemigos no lo son menos y se muestran insolentes con arrogancia insoportable 16.
10 Yod. - Echó mano el enemigo de todos sus tesoros, vio penetrar en su santuario a las gentes, a quienes prohibiste penetraran en tu congregación.El pensamiento del profeta se vuelve a la depredación del templo de Jerusalén. Esto era el mayor crimen que debía Dios castigar, pues, aparte de la expoliación, penetraron en el
santuario gentes a quienes estaba prohibido entrar en el sagrado recinto 17. En el templo construido por Herodes se puso una placa de bronce, que ahora está en el museo de Estambul, en la que se conminaba con la pena de muerte a todo gentil que osara pasar del atrio de los gentiles al de los israelitas 18. El allanamiento, pues, de la morada de Yahvé por los gentiles era para el profeta la mayor enormidad que pudiera cometerse.
11 Kaf. - Todo su pueblo va suspirando en busca de pan; han dado cuanto tenían de precioso para mantener la vida. Mira, oh Yahvé! y contempla cuan abatida estoy.La ruina política de la ciudad ha traído la catástrofe económica. Es tal la carestía de alimentos, que los habitantes tienen que dar sus objetos más preciados para subvenir a las necesidades más elementales. Ante los ojos del profeta está el espectro del pueblo macilento
en busca de pan.
12 Lamed. - ¡Oh vosotros cuantos pasáis por el camino! mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor, al dolor con que yo soy atormentada. Afligióme Yahvé el día de su ardiente cólera.Sión pide comprensión para la tragedia de su pueblo, de su capital destruida, y por eso interpela a los viandantes que indiferentes contemplan las ruinas de la ciudad, sin preocuparse de su situación, siguiendo su marcha conforme a las exigencias comerciales. Cerca de la Ciudad Santa pasaba el camino hacia Egipto para unirse a la
vía maris, o ruta caravanera comercial entre el país del Nilo y Mesopotamia 19. Podemos, pues, considerar la exclamación angustiada del profeta, puesta en boca de Jerusalén, como una llamada a la piedad de estos comerciantes despreocupados de su malhadada suerte. No hay
dolor comparable al de la Ciudad Santa, arrasada y deshabitada. Sus ruinas son un recuerdo perenne del paso asolador de la
ardiente cólera de Yahvé. La frase es un humilde reconocimiento de los pecados de Jerusalén, presa ahora de las exigencias de la justicia airada de Dios.
13 Mem. - Mandó desde lo alto un fuego que consume mis huesos 20, tendió a mis pies una red, y me hizo caer hacia atrás y me arrojó en la desolación, consumida todo el día.La mano pesada de la justicia divina se hace sentir como un
fuego que consume los
huesos de Jerusalén. La metáfora puede aludir simplemente a un castigo enviado por Dios
desde lo alto, el cielo donde Yahvé habita, o quizá aluda concretamente a una epidemia que siguió normalmente a la ruina política y económica de la nación, la cual se hace sentir de modo especial con manifestaciones de intensas
fiebres. En este caso, la frase
fuego que consume los
huesos adquiere más realismo 21. Pero parece más lógico tomar
fuego como instrumento de castigo en general 22. La imagen siguiente tiene también un sentido general: Jerusalén ha caído en la
red que le ha tendido Yahvé. La Ciudad Santa era como una avecilla descarriada que andaba volando libremente separada de su Dios, pero Yahvé, en su amor, le ha tendido una
red y ha caído en ella. Esa
red que hará recapitular a Jerusalén sobre sus caminos es la desgracia y la ruina 23. Yahvé ha actuado como hábil cazador, buscando atraerla por la vía de la expiación:
me arrojó en la desolación. Por todo ello se siente como
consumida y agotada.
14 Nun. - El yugo de mis iniquidades pesa sobre mí 24 entretejidas por su mano. Su yugo es sobre mi cuello y ha quebrantado mis fuerzas. Me entregó Yahvé en sus manos, no puedo levantarme.Jerusalén reconoce, humillada, sus transgresiones, que pesan sobre ella como yugo insoportable. Los crímenes de la Ciudad Santa son como las partes diversas del yugo con sus cuerdas, que han sido entretejidas por el mismo Yahvé,
obligado a enviarle un castigo purificador por exigencia de su justicia. Ante el castigo enviado por Dios, Jerusalén está impotente, presa de la justicia divina, y no puede
levantarse. Es la imagen de la bestia con el yugo al cuello, sin poder levantar la cabeza.
15 Sámec. - Rechazó a todos mis guerreros en medio de mí, convocó contra mí una asamblea para quebrantar a mis mancebos. Como en lagar ha pisado Yahvé a la virgen hija de Judá.Yahvé mismo ha convocado a los enemigos de Judá a una
asamblea o concentración para que se abalancen contra sus
guerreros, que iban a ser sacrificados 25. Los escritores bíblicos prescinden en sus descripciones de las causas segundas, y lo atribuyen todo directamente a Dios. En toda la tragedia de Judá ha estado la mano justiciera de Yahvé como causa total. El hagiógrafo tiene una visión teológica de la historia,
y lo considera todo a través de las leyes de la justicia divina ultrajada: Como en lagar ha pisado Yahvé a la virgen hija de Judá. La metáfora es atrevida y muy expresiva; ninguna mejor para indicar el rigor de la inexorable justicia divina. La
hija de Judá es Jerusalén, concebida como una
virgen hermosa y atractiva que ha sido mancillada y despreciada. Algunos autores creen que aquí se alude a un banquete sacrificial: Yahvé ha convocado a los enemigos de Judá a una
asamblea litúrgica en la que no falta el
banquete de ritual ni el vino. Este vino aquí es la sangre de la
virgen de Judá, exprimida como en un lagar 26. La metáfora es posible, pero quizá el contexto no exija tanto.
16 Ayin. - Por eso lloro, y manan lágrimas mis ojos, y se alejó de mí todo consuelo que aliviase mi alma; mis hijos están desolados al triunfar el enemigo.De nuevo la tragedia se apodera de la desconsolada Judá. Ese triunfo de sus enemigos la ha sumido en la mayor amargura. No le queda sino derramar
lagrimas; se siente sola: sus amigos la han abandonado, y Yahvé no le sirve sino para mostrarle sus transgresiones, haciendo pesar sobre ella su mano vengadora.
17 Pe. - Tiende Sión sus manos, pero nadie la consuela. Dio Yahvé contra Jacob órdenes a los enemigos que la rodeaban, y Jerusalén fue para ellos objeto de abominación.Ahora habla el profeta para contar la tragedia íntima de Sión: su soledad en la hora de la prueba es total. Jerusalén tiende sus manos en busca de auxilio 27, pero en vano. Todo lo que pasa está decretado por Yahvé, que para castigar a su pueblo convoca a sus
enemigos circunvecinos, de forma que sean testigos de la humillación de Judá. Para ellos, la Ciudad Santa se ha convertido en cosa inmunda 2S, objeto de abominación y desprecio, pues en su catástrofe parece llevar
la maldición de su Dios.18 Sade. - Justo es Yahvé, pues yo fui rebelde a sus mandatos. Oíd, pueblos todos, y contemplad mi dolor: mis doncellas y mis mancebos han ido al cautiverio.La confesión de los pecados por parte de Jerusalén es sincera, y en ella se reconoce la justicia del castigo enviado por Yahvé. Pero, como antes se había dirigido a los viandantes para que contemplaran sus ruinas y su tragedia, ahora se dirige a los
pueblos todos para que piensen en la mayor tragedia de una madre: mis
doncellas y mancebos han ido al cautiverio. Lejos de imprecar a las naciones que sarcásticamente contemplan su ruina, les pide compasión, apelando a los elementales sentimientos de piedad y de conmiseración.
19 Qof. - Llamé a voces a mis amigos, pero me engañaron.Mis sacerdotes y mis ancianos perecieron en la ciudad,buscando comida con qué sostener sus vidas.De nuevo el corazón lacerado de Jerusalén piensa en la traición de los que creía sus amigos, pero que le fallaron en la hora de la prueba. Todo esto le infunde profunda amargura. Por otra parte, no puede olvidar a sus
sacerdotes y ancianos, antes la clase directora de la sociedad y ahora muertos de hambre y de necesidad. Los conceptos se repiten, pero tienen siempre un acento afectivo que impresiona al lector.
20 Res. - Mira, ¡oh Yahvé! mi angustia. Mis entrañas rugen, mi corazón se revuelve dentro de mí por haber sido muy rebelde. Fuera hizo estragos la espada, dentro la mortandad.En medio de tanta desolación y angustia no le queda a Jerusalén sino implorar a Yahvé el fin de tantos dolores. Las
entrañas y el
corazón - centro de las emociones - la desazonan sobremanera al contemplar en su vida tanta prevaricación y rebeldía. Sólo la misericordia divina puede llevar tranquilidad a su alma. Por otra parte, la tragedia ha sido inmensa y suficiente para calmar la justicia divina; todos sus hijos han desaparecido: los que estaban
fuera de los muros, por la
espada, y los que estaban asediados, por la epidemia y
mortandad.21 Sin. - Oyen mis gemidos, y nadie me consuela; todos mis enemigos han sabido mi desgracia, y se alegran de lo que has hecho. ¡Haz venir el anunciado día, y que sean como yo!Jerusalén se vuelve a Yahvé implorando su justicia también para los que se alegran de su miseria y de su ruina y tienen una especial satisfacción en constatar que
Yahvé, el Dios de que se gloriaba Judá como su protector, la ha castigado de esta manera. Esto hace despertar en la ciudad destruida un sentimiento de revancha y de venganza:
Haz venir el anunciado día y sean como yo. Según las esperanzas populares, Dios se manifestaría un día (
el día de Yahvé)
sobre los enemigos de Israel, castigándolos por su conducta para con él. Contra esta esperanza se había levantado el profeta Amos, anunciando que el
día de Yahvé sería de
tinieblas, no de
luz; es decir, de castigo y no de victoria para Israel, si ésta no cambiaba su mala conducta 29. Jerusalén, ahora humillada, clama a la omnipotencia divina para que descargue también su ira sobre los pueblos vecinos que hacen befa de ella.
22 Tau. - ¡Que se ponga a tus ojos toda su maldad, y trátalos como me has tratado por mis rebeldías, porque son muchos mis suspiros y está muy dolorido mi corazón!Desarrolla los sentimientos del verso anterior: también sus enemigos deben tener una debida retribución 30. Aun reconociendo sus propios pecados, cree que ya es bastante lo que ha sufrido hasta ahora para
aplacar las exigencias de la justicia divina. Es hora ya de que Yahvé la descargue sobre sus enemigos, tan culpables como ella 31.
1 Cf. Lam 2 y 4. - 2 Cf.
Isa_47:8. - 3 Cf.
Jer_4:30;
Jer_30:14;
2Re_24:2; Sal I37:6s;
Eze_26:3;
Eze_29:6s;
Jer_28:5. - 5 Cf.
Jer_40:11; c.42-43. - 6 Cf.
Exo_15:20;
Jue_21:21;
Sal_68:25; Jer 31:13- - 7 Cf.
Pro_31:23;
Jer_26:10;
1Re_22:10;
2Re_7:1;
2Cr_32:6;
Job_29:7. - 8 Cf.
Lam_2:1. - 9 Cf.
Jer_32:7ss. - 10 Cf.
Jer_39:48. - 11 Lit. el hebreo dice menstruo, considerado como de suma impureza legal (cf.
Lev_15:19). - 12 Eufemismo por sus vergüenzas. - 13 Cf.
Isa_47:3;
Jer_13:26;
Eze_16:37;
Ose_2:5; Nah 3:5- - 14 Cf.
Jer_2:34;
Jer_13:22. - 15 Cf.
Deu_32:29; Is 47:7- - 16 Cf.
Jer_48:26.42. - 17 Cf.
Jer_52:175;
Eze_44:7. - 18 Cf.
Hec_21:28-29. - 19 El TM dice No vosotros, que es ininteligible. Hemos seguido a los LXX, conforme al contexto. - 20 La
Bible de Jérusalem: ha enviado fuego que ha hecho descender sobre mis huesos*. Streane: envió fuego a mis huesos y los dominó. - 21 Jeremías habla de un fuego que consume sus entrañas; es el fuego clei celo abrasador por la causa de Yahvé. Cf.
Jer_20:9. - 22 Cf.
Sal_18:17;
Sal_102:20. - 23 Sobre esta imagen, cf.
Ose_5:1;
Ose_7:12;
Eze_12:13;
Eze_17:20;
Jer_10:8;
Sal_9:16;
Sal_31:5. - 24 El verso es traducido de muy diversos modos: Cantera: Ha
vigilado sobre mis peca- - dos, en su mano se han entretejido, gravitan sobre mi cuello. Streane: El yugo de mis transgresiones es atado por su mano. Están entretejidos sobre mi cerviz. - 25
Cf.
Ose_1:7;
Isa_13:3;
Jer_46:10;
Eze_39:17. - 26 Así Streane, o.c., 335; cf.
Jer_46:10;
Isa_34:6;
Eze_39:175;
Sof_1:7. - 27 Cf.
Jer_2:3;
Jer_2:4-31; Is 1:15- - 28 En hebreo, lit. menstruo. - 29 Cf.
Amo_5:18;
Sof_1:14. - 30 Cf.
Jer_50:11-13. - 31 Cf.
Deu_32:41s;
Sal_58:7-12;
Deu_137:7-9;
Jer_18:21-23.