Genesis 34, 18-23

Sus palabras parecieron bien a Jamor y a Siquén, hijo de Jamor. El muchacho no tardó en ponerlo en práctica, porque quería a la hija de Jacob. Él mismo era el más honorable de toda la casa de su padre. Jamor y su hijo Siquén fueron a la puerta de su ciudad y hablaron de este modo a todos sus conciudadanos: «Estos hombres vienen a nosotros en son de paz. Que se queden en el país y circulen libremente, pues ya veis que pueden disponer de tierra espaciosa. Tomemos a sus hijas por mujeres y démosles las nuestras. Pero sólo con esta condición accederán estos hombres a quedarse con nosotros para formar un solo pueblo: que nos circuncidemos todos los varones, igual que ellos están circuncidados. Sus ganados, hacienda y todas sus bestias van a ser para nosotros, así que lleguemos a un acuerdo con ellos y que se queden con nosotros.»
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