II Samuel  5, 6-9

El rey marchó con sus hombres sobre Jerusalén, contra los jebuseos que habitaban aquella tierra. Dijeron éstos a David: «No entrarás aquí, porque hasta los ciegos y cojos bastan para rechazarte*.» (Querían decir que David no podría entrar allí.) Pero David conquistó la fortaleza de Sión, o sea, la Ciudad de David. En aquella ocasión dijo David: «Todo el que quiera atacar a los jebuseos deberá subir por el canal*. En cuanto a los ciegos y a los cojos, David los aborrece*.» Por eso se dice: «Ni cojo ni ciego entrarán en la Casa.» David se instaló en la fortaleza y la llamó Ciudad de David*. Edificó una muralla en derredor, desde el Miló hacia el interior*.
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