Isaías 64, 8-12

[[64:7]] Pero tú, Yahvé, eres nuestro Padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero; todos somos hechura de tus manos. [[64:8]] No te irrites, Yahvé, demasiado, ni para siempre recuerdes la culpa; ten en cuenta que somos tu pueblo. [[64:9]] Tus ciudades santas están desiertas, Sión desierta ha quedado, Jerusalén, desolada. [[64:10]] Nuestro templo santo y glorioso, en donde te alabaron nuestros padres, ha parado en hoguera de fuego, y todas nuestras cosas más queridas han acabado arruinadas. [[64:11]] ¿Te inhibirás ante esto, Yahvé, callarás y seguirás humillándonos?
Ver contexto