Jueces 2, 6-10

Cuando Josué despidió al pueblo, los israelitas se volvieron cada uno a su heredad, para ocupar la tierra. El pueblo sirvió a Yahvé en vida de Josué y de los ancianos que le sobrevivieron y que habían sido testigos de todas las grandes hazañas que Yahvé había hecho a favor de Israel. Josué, hijo de Nun, siervo de Yahvé, murió a la edad de ciento diez años. Lo enterraron en el término de su heredad, en Timnat Jeres, en la montaña de Efraín, al norte del monte Gaás. También aquella generación fue a reunirse con sus padres y les sucedió otra generación que no conocía a Yahvé ni lo que había hecho por Israel*.
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