Mateo 9, 20-22

En esto, una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto, pues decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré.» Jesús se volvió y, al verla, le dijo: «¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado.» Y desde aquel momento quedó sana la mujer.
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