Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Salmo 78 (Vg 77): La Historia de los Padres, Enseñanzas para los Hijos.
E ste salmo es un poema sapiencial de tipo didáctico, sin grandes pretensiones líricas. La historia maravillosa de Israel es una gran lección para las generaciones presentes: los portentos obrados por Yahvé en favor de su pueblo, de un lado, y el espíritu recalcitrante y rebelde del pueblo israelita, del otro, deben hacer pensar a las nuevas generaciones para no incurrir en las manifestaciones punitivas del Omnipotente. La historia del éxodo, el establecimiento de Israel en Canaán y después la historia de las tribus deben aleccionar al pueblo para vivir en conformidad con la Ley divina. Entre todas las tribus se distinguió por su rebeldía la belicosa Efraím. El salmista declara que Dios ha abandonado el santuario de Silo para trasladarlo a Jerusalén en beneficio de la tribu de Judá, a la que pertenecía el admirable rey David. En realidad, fue un castigo de Efraím por sus infidelidades. Estas son las lecciones de este poema sapiencial que resume la historia de Israel.
No concuerdan los autores al determinar la fecha de composición del salmo, y así, mientras unos lo ponen en tiempos de David! y otros bajo Salomón 2, la mayor parte de los críticos suponen que es de época posterior al exilio 3. Sin embargo, no hay ningún indicio claro para rebajar tanto la fecha de composición. Quizá, dado el espíritu deuteronomístico que se refleja en el salmo, la época más apropiada para su composición sea la de Josías, a fines del siglo VII a. C. 4
Introducción: el pasado, lección para el presente (1-8).
1
MaskiL De Asaf5
. Atiende, pueblo mío, a mi enseñanza, dad vuestros oídos a las palabras de mi boca. 2
Abriré en sentencias mi boca, evocaré los arcanos del pasado: 3
lo que hemos oído y sabemos, lo que nos contaron nuestros padres, 4
No lo encubriremos a sus hijos, contando a las generaciones posteriores las glorias de Yahvé y su poderío y los nuestros padres enseñar a sus hijos, 6
para que las conociese la generación venidera, y los hijos que habían de nacer se las contasen a sus propios hijos; 7
para que éstos pusieran en Dios su confianza, y no olvidasen las gestas de Dios, y guardasen sus mandatos, 8
y no se hiciesen como sus padres, gente contumaz y rebelde, generación de corazón inconstante y de espíritu infiel a su Dios. El poeta quiere emplear el lenguaje sentencioso de los libros sapienciales para atraer la atención y fijar mejor sus ideas. Con todo énfasis llama la atención de su pueblo, al que quiere dar una lección de historia religiosa y de bien vivir 6. Moisés había ordenado que los padres transmitieran a los hijos las maravillas de que habían sido testigos en la azarosa vida del desierto 7. Conocía la propensión al olvido y la indocilidad de su pueblo, y por eso invita a hacer memoria sobre el pasado. El salmista quiere, según este espíritu mosaico, descifrar a las generaciones de su tiempo los
arcanos del pasado, los misterios de las gestas de Yahvé en favor de su pueblo, que, lejos de corresponder con fidelidad, se mostró siempre contumaz y rebelde. En realidad, el poeta-sabio no hace sino hacerse eco de la tradición:
lo que hemos oído (v.5).
Israel es un pueblo excepcional que gira en torno a una
ley establecida por el propio Dios (v.5): el deber de transmitir a las generaciones venideras los grandes hechos de la historia de Israel 8. La nación hebrea gira sobre el quicio de unas revelaciones históricas de Dios, y, por tanto, no puede volver las espaldas al pasado si quiere permanecer como pueblo elegido entre todas las naciones. Sin embargo, la historia prueba que Israel ha sido infiel a su Dios, y las generaciones pasadas han sido de corazón contumaz y versátil. El salmista quiere, por ello, adoctrinar a la presente para que no vuelva a reincidir en los yerros del pasado.
La apostasía de los efraimitas infieles a Yahvé (9-16).
9
Los hijos de Efraím, muy diestros arqueros, volvieron la espalda el día del combate. 10
No guardaron la alianza de Dios y rehusaron seguir su ley. 11
Dieron al olvido sus gestas y las maravillas que les hizo ver. 12
Ante sus padres habría obrado portentos en la tierra de Egipto, en el campo cíe Tanis. 13
Hendió el mar para darles paso, y paró las aguas corno si les pusiera un dique. 14
Los guiaba de día en la nube, y durante toda la noche con resplandor de fuego. 15
Hendió las rocas en el desierto y les dio a beber copiosas aguas9
. 16
Hizo salir arroyos de la piedra, hizo correr las aguas como ríos.
Los antepasados de Israel han sido versátiles; como los arqueros de Efraím, volvieron la espalda en el momento del combate. No sabemos a qué hecho alude el salmista, aunque quizá piense en la falta de decisión de los efraimitas en la expulsión de los cananeos, conviviendo con ellos 10, quedando así en plan de inferioridad respecto de la tribu de Judá, que expulsó a los habitantes de la región a ella asignada n. En el salmo hay una preocupación por anteponer la tribu de Judá de la que era oriundo David a la de Efraím, que con su espíritu belicoso había logrado prevalecer sobre las tribus del norte. Por eso pone a los efraimitas como ejemplo de
desobediencia a Dios, por lo que no se hicieron dignos de conservar el arca en el santuario de Silo. Por eso dice de ellos que fueron infieles a la
alianza de Dios, viviendo al margen de su
Ley (v.10) y olvidando las gestas de Yahvé en Egipto y en el desierto. El
campo de Tanis o de Soan, según el TM (la actual San, al NE. del Delta), aparece en los documentos egipcios; era la residencia del faraón del éxodo 12.
El poeta describe después el paso del mar Rojo conforme a la narración tradicional13; Yahvé los siguió acompañando en forma de
nube y de fuego 14, proporcionándoles milagrosamente agua de la roca 15.
El maná y las codornices (17-31).
17
Y, con todo, volvieron a pecar contra El y a rebelarse contra el Altísimo en el desierto. 18
Tentaron a Dios en su corazón y pidieron comida a su gusto. 19
Hablaron contra Dios, diciendo: ¿Podrá Dios preparar mesa en el desierto? 20
Hirió la peña, y brotaron las aguas y fluyeron torrentes. Pero ¿podrá también darnos pan y preparar en el desierto carne a su pueblo? 21
Oyólo Yahvé y se indignó, y fuego se encendió contra Jacob y subió la ira contra Israel. 22
Porque no creían en Dios y no confiaban en su salvación. 23
Dio orden a las nubes en lo alto, abrió las puertas del cielo. 24
Y llovió sobre ellos el maná para que comieran, dándoles trigo de los cielos. 25
Comió el hombre pan de fuertes 16
, y les dio comida hasta la saciedad. 26
Hizo soplar en el cielo el viento solano, y con su poder hizo venir el austro, 27
y llover como polvo sobre ellos la carne, como arenas del mar aves aladas. 28
Hízolas caer dentro del campamento y en derredor de las tiendas de éste. 29
Y comieron y se hartaron del todo, y así les dio lo que ansiaban. 30
Pero apenas habían acabado de saciar su avidez y aún tenían en su boca la comida, 31
cuando montó en cólera Dios contra ellos, e hirió de muerte a los robustos y abatió a la flor de Israel17
.
Sigue el salmista contando los incidentes de la estancia en el desierto, con los consiguientes portentos divinos y las rebeldías de Israel. A pesar del agua milagrosa, volvieron los israelitas a dudar de la omnipotencia divina18, tentándole descaradamente.
El v.21 parece traspuesto y alude al castigo de Dios narrado en
Num_11:1-3. El relato sobre el
mana y las
codornices se inspira en Ex :1 y
Num_11:15s. Se llama a aquél
trigo del cielo porque procede de lo alto 19, y
pan de los fuertes o de los ángeles (según los LXX) porque por su procedencia se suponía poéticamente que era el alimento de los seres angélicos 20. La
carne de las codornices traídas por viento
solano del sudeste de Arabia sació su voracidad, pero fue ocasión del castigo divino, por no haber reconocido la intervención divina y haberse entregado a la glotonería21. El salmista recuerda estas terribles correcciones de Yahvé para que el pueblo se percate
de que no debe tentar a Dios, olvidándose de sus beneficios y dudando de su omnipotencia.
La Inconstancia de los Israelitas en el Desierto (32-39).
32
Con todo, volvieron a pecar y no dieron crédito a sus maravillas. 33
Y consumió en un soplo sus días, y sus años con súbitos terrores. 34
Cuando los hería de muerte, le buscaban, se convertían y se apresuraban hacia Dios, 35
acordándose que era Dios su roca, y el Altísimo su redentor. 36
Y le halagaban con su boca, pero con su lengua le mentían, 37
y su corazón no era constante hacia El, ni eran fieles a su alianza. 38
Pero es misericordioso y perdonaba la iniquidad, y no los exterminó, refrenando muchas veces su ira para que no se desfogara su cólera. 39
Se acordó de que eran carne, un soplo que pasa y no vuelve. Por haber sido rebeldes a Yahvé a pesar de los prodigios obrados por Yahvé, los israelitas fueron condenados a morir en el desierto 22 hasta que surgiera una nueva generación. Sólo cuando Dios los castigaba le reconocían como Soberano, pero después se alejaban de El 23. Sobre todo no había sinceridad en su conducta, ya que, mientras le
halagaban y reconocían su soberanía con la boca, su corazón estaba lejos de ello 24. Si se salvaron algunos, fue debido a la pura misericordia divina, que refrenó su ira 25; por otra parte, tuvo Yahvé en cuenta la debilidad innata del ser humano que es por temperamento
carnal 26. La fragilidad humana es un atenuante para el hagiógrafo cuando se trata de enjuiciar la conducta contumaz de las generaciones del desierto.
Ingratitud y rebelión obstinada: las plagas de Egipto y entrada en Canaán (40-55).
40
¡Cuántas veces le provocaron en el desierto y le contristaron en la soledad! 41
Volvieron a tentar a Dios y enojaron al Santo de Israel. 42
No se acordaban de su mano ni del día en que los redimió de la opresión, 43
ni de cómo obró en Egipto sus prodigios, y sus portentos en la región de Tanis, 44
mudando sus ríos en sangre para que no pudieran beber de sus canales; 45
mandando contra ellos tábanos que los devorasen y ranas que los infestasen; 46
dando sus cosechas al pulgón, y los frutos de sus fatigas a la langosta; 47
devastando con el granizo sus viñas, y sus sicómoros con la piedra; 48
dando al pedrisco sus ganados, y al rayo sus rebaños. 49
Derramó sobre ellos el ardor de su cólera, la ira, el furor, la angustia, como un tropel de malignos espíritus. 50
Dio vía libre a su enojo; ni substrajo sus almas a la muerte, y abandonó sus vidas a la peste, 51
e hirió a todos los primogénitos de Egipto, a las primicias viriles en las tiendas de Cam. 52
En cambio, sacó a su pueblo como un rebaño y los condujo como grey por el desierto, 53
guiándolos seguros y sin temor, mientras cubría el mar a sus enemigos. 54
Los llevó hasta su santa frontera, al monte este que su diestra conquistó. 55
Arrojó ante ellos a las naciones, y, dividiendo en lotes su heredad, hizo habitar en las tiendas de aquéllos a las tribus de Israel. El salmista repite que la generación del desierto no fue digna de los portentos de que fue testigo, porque se mostró constantemente con espíritu recalcitrante e incrédulo; todo lo cual
contristaba a Dios en la
soledad del desierto (v.40). Con toda intención, el poeta da a Yahvé el título de Santo
de Israel, expresión corriente en Isaías, que se encuentra en algunos salmos 27, y que destaca, de un lado, el carácter trascendente e incontaminado de Yahvé, y del otro, su vinculación histórica al pueblo de las promesas. Pero esa su misma
santidad que implica separación e incontaminación exigía el castigo severo de los transgresores. Los israelitas del desierto pronto se olvidaron de la prodigiosa liberación de la opresión faraónica obrada por la
mano poderosa de Yahvé (v.42) y de los prodigios obrados en Egipto para convencer al faraón de que dejara salir a los hebreos.
Después el salmista enumera alguna de las plagas, si bien no según el orden del relato del éxodo. La primera es la de la conversión del
-agua en sangre 28, después la de los
tábanos 29, la de las ranas 30, la de la
langosta 31, la del
granizo, si bien el poeta, que vive en Canaán, describe sus efectos sobre los productos característicos de esta región, como la
viña y los sicómoros (v.47). La última plaga mencionada es la de las ñebres de los ganados 32.
Fueron tantas las calamidades enviadas contra los opresores egipcios, que el salmista presenta a Yahvé enviando un
tropel de malignos espíritus sobre ellos. Según la mentalidad popular antigua, las enfermedades y desgracias eran enviadas por espíritus malignos, aunque aquí bien pueden ser simples personificaciones poéticas de los mismos flagelos (v.49). En el libro de Job se presenta a Satán enviando personalmente las calamidades sobre el varón de Hus 33, y en
Exo_12:23 se habla del ángel exterminador. La décima plaga y la más terrible es la de la muerte de los
primogénitos 34
. Cam es una designación poética de Egipto 35. El salmista contrapone la terrible suerte de los castigados egipcios y la de los israelitas salidos bajo la protección de Yahvé, Pastor de su
rebaño 36. Los poetas idealizan el pasado conforme a la tradición épica nacional, y, en vez de describir a los israelitas como fugitivos amedrentados, escapando del ejército del faraón, los presenta caminando tranquilamente bajo el cayado pastoril de Yahvé, que los conducía a mejores pastos. Así, los llevó hasta la
frontera santa, la tierra de Canaán, la tierra prometida, donde estaba el
monte Sión, conquistado por la
diestra de Yahvé (v.54). Es el eco del cántico de Moisés: Tú los introdujiste y los plantaste en el
monte de tu heredad, ¡oh Yahvé! en el santuario que fundaron tus manos.37 Para asentarlos en la tierra de Canaán, Yahvé expulsó antes a sus habitantes, repartiendo la
heredad en lotes, como se dice en
Jos_23:4.
Las infidelidades de los efraimitas (56-64).
56
Pero tentaron e irritaron al Dios Altísimo y no guardaron sus mandatos. 57
Se extraviaron y fueron infieles como sus padres, y se volvieron como arco engañoso. 58
Le irritaron con sus altos y le provocaron con sus esculturas. 59
Lo oyó Dios y se indignó, tomando gran aversión a Israel. 60
Y abandonó el tabernáculo de Silo, la tienda de su morada entre los hombres. 61
Entregó a la cautividad su fuerza, y su magnificencia a las manos del opresor. 62
Entregó su pueblo a la espada y se enfureció contra su heredad. 63
Devoró el fuego a sus jóvenes, y sus vírgenes no tuvieron canto nupcial. 64
Sus sacerdotes cayeron bajo la espada, sin que los lloraran sus viudas. Los israelitas establecidos ya en la tierra de promisión no se comportaron mejor que la generación del desierto. Durante la época de los jueces, Israel se dejó contaminar con los cultos cananeos, olvidándose de Dios y de sus
mandatos (v.56). Los santuarios en los lugares
altos o
bamot tenían poco del yahvismo tradicional. El deuteronomista reprocha estos mismos pecados a Israel en los tiempos de la monarquía 38. Aquí el salmista se refiere a las prevaricaciones de los israelitas de las tribus septentrionales, entre las que destacaba la de Efraím.
Silo estaba enclavado en el territorio de esta belicosa tribu y era el santuario en que estaba el arca de la alianza, y, por ende, era lugar de peregrinación de las otras tribus 39. En la guerra contra los filisteos fue capturada el arca, lo que se consideró como la mayor catástrofe para los hebreos40. El salmista atribuye esta desgracia nacional a la protervia de los efraimitas, que fueron como
arco engañoso, que hace que la flecha se vuelva contra el que la dispara (v.57). Yahvé permitió que su
fuerza y magnificencia el arca fuera entregada a los filisteos (v.61)41. En ella se manifestaba sensiblemente a su pueblo. Desengañado de su pueblo, lo entregó a la espada, permitiendo que su
heredad Israel fuera conculcada42. La guerra devoró a la flor de la juventud, y las ceremonias de duelo y las nupciales quedaron desterradas por mucho tiempo de su pueblo (v.63)43. él v.64 parece aludir a la suerte de los hijos de Helí, sumo sacerdote, que murieron trágicamente, sin recibir honores funerarios de sus esposas.44
La elección de Sión como centro religioso de Israel (65-72).
65
Mas despertóse entonces el Señor corno quien duerme, corno el valiente dominado por el vino, 66
e hirió a sus opresores por la espalda, cubriéndoles de eterna ignominia. 67
Y tomó aversión a la tienda de José, y no eligió a la tribu de Efraím, 68
sino que escogió a la tribu de Judá, el monte de Sión, monte de su predilección. 69
Edificó su santuario alto como los cielos y (firme) como la tierra, que cimentó por los siglos. 70 ã eligió a David, su siervo, y le tomó de las majadas de las ovejas; 71
de tras de las ovejas de cría le tomó para que apacentase a Jacob, su pueblo; a Israel, su heredad. 72
Y él con corazón íntegro los apacentó, y las condujo con la prudencia de sus manos.
Cuando la situación de Israel había llegado a un punto crítico y angustioso, interviene Yahvé para salvarlo, como en otro tiempo, de la esclavitud egipcia. Dios estaba como dormido, despreocupado de la suerte de su pueblo por sus infidelidades, pero sus promesas son eternas; y por eso, cuando llegó el momento en que se comprometía la existencia de Israel, salió en su defensa, derrotando a los enemigos y cubriéndolos de
ignominia sin par45. Yahvé salió de su pasividad como el
valiente o gigante que está adormilado por el
vino, el cual reacciona violentamente al despertar. El símil es atrevido y no exento de vigoroso frescor arcaizante.
Aunque Yahvé salvó a su pueblo, quitó la hegemonía de
Efraím sobre las otras tribus, pasándola a la
de Judá. Aquélla como directora era la principal responsable de la catástrofe nacional, y con sus desvarios idolátricos se había atraído la
aversión divina (v.67). En adelante, el centro religioso no será
Silo, sino la colina de
Sión, lugar predilecto de Yahvé por establecer en ella su morada: el templo46. El poeta idealiza la situación del
santuario de Yahvé, que presenta tocando a los cielos y firmemente establecido y cimentado en la tierra, de forma que no se conmoverá47. Permanecerá, pues, como subsistirán los cielos y la tierra por los siglos de los siglos. Por otra parte, Yahvé está vinculado con una promesa a la familia davídica: de ella salió el gran pastor de Israel, David, objeto de las predilecciones divinas, elegido inesperadamente cuando guardaba los ganados de su padre48. Esto prueba el carácter gratuito de la elección, la omnipotencia divina, que escoge lo más humilde para las misiones más elevadas, como la de
apacentar a Jacob como heredad suya49. David fue el rey ideal, por haberse conformado a las directrices divinas en su gobierno, haciendo uso de su
prudencia y de la rectitud de corazón (v.72)50.
1 Así opina Zorell. 2 Opinión de Herkenne. 3 Así opinan Kittel, Gunkel y Baethgen 4 Opinión de Schmidt y de Podechard. 5 Sobre el sentido de los títulos véase com. a
Sal_74:1;
Sal_73:1. 6 Cf. Provs.i; S,i í 13:6. 7 Cf.
éxo_10:2; 12:26-27; 13:8; 14-15. 8 Cf.
Deu_4:9;
Deu_6:205;
2Ti_2:2. 9 Lit. abismos en abundancia. 10 Cf. Jüe 1:29. 11 Cf.
Jue_1:33. No pocos autores consideran este verso como glosa que anticipa lo del v.57 sobre Efraím. 12 Cf.
Num_13:22;
Isa_19:11.13;
Jue_30:4. Tanis o Soan, embellecida por Ramsés II, fue residencia de los faraones de la dinastía xxi (s.X a.C.) y xxm (s.VIII a.C.). 13 Cf.
Exo_15:8;
Exo_14:22. 14 Cf.
Exo_13:21-22. 15 Cf.
Exo_17:1-7; Núm
20,2-11. 16 Los LXX: pan de ángeles. 17 Lit. a los jóvenes de Israel. 18 Cf.
Exo_17:3-4;
Num_20:2-11. 19 Véase
Sab_16:20;
1Co_10:3;
Jua_6:31-33. Sobre el milagro del desierto véase
Biblia comentada I (Madrid 1960) p.469-474. 20 Cf.
Sab_16:20. 21 Cf.
Num_11:33;
Sal_106:15. 22 Cf.
Num_14:21-23.26-38. 24 Cf.
Isa_29:13;
Jer_12:2. 23 Cf.
Eze_20:18-19;
Amo_5:25-26, 25
Cf.
Num_14:18-19;
Sal_103:8;
Eze_20:21-23. 26 Qf.
Sal_103:14-16;
Gen_6:3;
Job_7:75. 27 Cf.
Isa_1:4;
Sal_71:22;
Sal_89:19. 28 Cf.
Exo_7:17-24. 29 Cf.
Exo_8:16-38;
Sal_105:31. 30 Cf. Ex 7:26-8:11;
Sal_105:30. 31 Cf.
éxo_10:1-20. Sobre el sentido de todas estas plagas véase Biblia
comentada I (Madrid 1960) p.424-441. 32 Cf.
Exo_9:15. 33 Cf.
Job_1:53;
Job_33:22;
2Sa_24:165;
2Re_19:35. 34 Cf.
Exo_11:1-10;
Exo_12:29-30;
Sal_105:36. 35 Cf.
Sal_105:23.27;
Gen_5:32;
Gen_10:6. 36 Cf.
Exo_12:42;
Exo_13:17-18. 37 En
Deu_3:25, la
montaña designa simplemente Canaán, región montañosa. Quizá tenga aquí este sentido y no el de colina de Sión. 38 Cf.
Deu_32:15-18. 39 Cf.
Jos_18:1;
Jos_19:51. 40 Cf. 1 Sam 4:1s. 41 Cf.
Sal_132:8;
Sal_96:6. 43 Cf.
Jer_16:4;
Eze_24:16-24;
Job_27:15. 42 Cf.
Deu_32:9. 44 Cf. Sam 4:11-19-22. 45 Probable alusión irónica a la vergonzosa enfermedad de los filisteos de que se habla en Sam 5:6-12. 46 Cf.
Sal_47:5;
Sal_87:22. 47 Cf.
Sal_89:30;
Sal_68:17;
Sal_104:5;
Sal_125:1. 49 Cf.
1Re_8:51;
Sal_15:6;
Jer_12:8;
Est_10:12. 48 Cf. Sam 16:6-13;
2Sa_7:8. 50 Cf.
1Re_9:4;
Eze_34:23; Zac 11:1s.