Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
18. La Retribución equitativa individual.
Uno de los problemas morales que plantea el A.T. es el de la responsabilidad colectiva e individual. Dada la mentalidad semítica sobre la solidaridad del clan, generalmente se admitía antes del exilio que las buenas o malas obras de los individuos debían ser participadas por la colectividad. Todos eran solidarios en el bien y en el mal de los individuos. La catástrofe del exilio hizo que el problema se estudiara más a fondo. La gran ilusión de la colectividad nacional como fin de la actividad individual, en cuanto que Israel estaba destinada a una gran misión futura en los tiempos mesiánicos, se fue desvaneciendo con los reveses políticos. Todo parecía perdido. ¿Por qué la generación contemporánea de Ezequiel pagaba por los pecados de sus antepasados? Los padres comieron las agraces, y los hijos sufren la dentera, es el proverbio irónico que corre entre los exilados. Dios no parecía justo en la distribución de sus bendiciones y castigos, y, por tanto, no merecía molestarse en ser justo. Los exilados empezaban a sentirse escépticos, y el profeta se ve obligado a aclarar la doctrina sobre la retribución. Dios es justo y dará a cada uno lo que merece. Este es el tema del presente capítulo, de gran profundidad moral. La doctrina aquí expuesta le ha merecido a Ezequiel el título de campeón del individualismo en el A.T.. Sin duda que es un gran avance doctrinal en lo referente a la retribución, supuesta la mentalidad dominante en los profetas anteriores al exilio.
Suele dividirse el capítulo en tres partes:
a) el individuo es responsable de su conducta personal (v.1-20);
b) el hombre será juzgado por su conducta actual, no por la pasada (v.21-29);
c) invitación a la conversión (v.30-32).
Responsabilidad personal del individuo (1-20).
1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2¿Qué andáis repitiendo este proverbio en la tierra de Israel y decís: Los padres comieron las agraces, y los dientes de los hijos sufren la dentera? 3 Por mi vida, dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán en Israel. 4 Mías son las almas todas; lo mismo la del padre que la del hijo, mías son, y el alma que peca , ésa perecerá. 5 El que sea justo y haga juicio y justicia, 6 no banquetee por los montes, y no alce los ojos a los ídolos de la casa de Israel, no deshonre a la mujer de su prójimo y no se llegue a la menstruada, 7 y no oprima a nadie y devuelva al deudor su prenda, no robe y dé pan al hambriento y vestido al desnudo, 8 no dé a logro ni reciba a usura, retraiga su mano del mal y haga juicio de verdad entre hombre y hombre, 9 camine en mis mandatos y guarde mis leyes, obrando rectamente, ése es justo, vivirá, dice Yahvé. 10 Pero, si engendró un hijo violento, vertedor de sangre o que haga una de esas otras cosas, 11 y, no imitando a sus padres, coma por los montes, manche a la mujer de su prójimo, 12 oprima al pobre y al desvalido, robe, no devuelva la prenda, alce los ojos a los ídolos y haga abominaciones, 13 dé a logro y reciba a usura, ¿vivirá éste? No vivirá. Hizo todas esas abominaciones, de cierto morirá. Recaerá su sangre sobre él. 14 Pero, si éste engendró un hijo que, viendo todos los pecados de su padre, no los imita, 15 ni come por los montes, ni alza sus ojos a los ídolos de Israel, ni mancha a la mujer de su prójimo, 16 ni oprime a nadie, ni retiene la prenda, ni roba, da su pan al hambriento y viste al desnudo, 17 contiene su mano de la iniquidad, no recibe usura ni interés y cumple mis preceptos, éste no morirá por la iniquidad de su padre, vivirá. 18 Su padre, que agravió y despojó a su hermano y no obró el bien en medio de su pueblo, éste morirá por su iniquidad. 19 Y si dijereis: ¿Por qué no ha de pagar el hijo la iniquidad del padre? Pues porque el hijo hizo juicio y justicia y guardó mis mandamientos y los puso por obra, y de cierto vivirá. 20 El alma que pecare, ésa morirá; el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado. Ezequiel reacciona violentamente contra la opinión de los exilados, que irónicamente hacían correr de boca en boca el proverbio los padres comieron las agraces, y los dientes de los hijos sufren la dentera. Creen que ellos no merecen los castigos que les anuncia su profeta. Son sus antepasados los que colmaron el cáliz de la cólera divina; sin embargo, ellos son los que sufrirán las terribles consecuencias. De ahí deducían que Yahvé no era justo con ellos, ya que los hacía sólo solidarios en los castigos y no en las bendiciones prometidas a su pueblo. ¿Cómo Dios había permitido la muerte trágica del piadoso rey Josías en la batalla de Megiddo en 609 contra el faraón egipcio? ¿Por qué se acumularon tantas desgracias en tan poco tiempo sobre la misma generación? ¿Es que eran peores que sus antepasados? El principio de solidaridad en lo malo les angustiaba. La doctrina tradicional no era justa.
Ezequiel quiere esclarecer el problema. En realidad, cada uno sufrirá por sus propias iniquidades, porque todos, padres e hijos, son de Yahvé:
mías son las almas todas, lo mismo la del padre que la del hijo (v.4); por consiguiente, todos en principio están en plan de igualdad respecto de Dios. Sólo sus obras las diversifica, en cuanto que el pecado aleja de Dios y atrae sobre él el castigo, mientras que las buenas obras acercan a Dios y les traen las bendiciones de todo género. Es falsa la creencia de que el
hijo pertenece al
padre, y, por tanto, que aquél debe ser solidario de las obras de éste. En realidad, las
almas o personas pertenecen sólo a Dios, quien las trata conforme a sus obras:
el alma que pecare, ésa morirá (v.4b). La muerte física era el máximo castigo en una época en que no se conocía la retribución en ultratumba. Dios, pues, hará que el pecador sufra muerte prematura en castigo de sus pecados. Al contrario, el que sea recto en su conducta, practicando
el juicio y la justicia, en el sentido de acomodarse a las leyes de Dios tal como se especifican a continuación, ése vivirá. Hacer la
justicia y el juicio no se refiere sólo a las virtudes sociales de equidad con el prójimo, sino también equivale a ser
recto o perfecto en los caminos del Señor.
Y se opone a ello la serie de pecados que a continuación se enumeran: prácticas idolátricas por los
montes, acompañadas de festines conmemorativos. Es el culto en los
lugares altos, tan fustigado en la literatura profética *; adulterios (v.6) 2, impurezas legales, entre las que se contaban las relaciones sexuales con mujer
menstruada 3; opresiones a los débiles 4 por parte de los afortunados, los cuales muchas veces retenían en prenda cosas necesarias para la vida del deudor, lo que estaba expresamente prohibido en la Ley. Según ésta, debía devolverse el manto al deudor antes de que llegara la noche 5. Estaban también prohibidos la usura y el cohecho 6; por eso, fomentar el préstamo usurario era oponerse a las prescripciones divinas (v.8). Se permitía cobrar intereses sólo al extranjero. El programa social que Ezequiel recomienda se resume en la frase
haga juicio entre hombre y hombre (v.8). El sentido de equidad debe presidir todas las acciones del hombre en sus relaciones con el prójimo.
El justo debe en todo acomodarse a los mandatos de Yahvé (v.9).
Después de enumerar las diversas clases de transgresiones, el profeta especifica que sólo el que
personalmente las cometa será reo de pecado. Los padres no sufrirán por los pecados de los hijos, ni viceversa (v.20).
El hombre será juzgado por su conducta actual (21-32).
21 Y si el malvado se retrae de su maldad, y guarda todos mis mandamientos, y hace lo que es recto y justo, vivirá y no morirá. 22 Todos los pecados que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá. 23 ¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice el Señor, Yahvé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva? 24 Pero, si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad conforme a todas las abominaciones que hace el impío, ¿va a vivir? Todas las justicias que hizo no le serán recordadas; por sus rebeliones con que se rebeló, por sus pecados que cometió, por ellos morirá 25 Y si dijereis: No es recto el camino del Señor, escucha, casa de Israel. ¿Que no es derecho mi camino? ¿No son más bien los vuestros los torcidos ? 26 Si el justo se aparta de su justicia para obrar la maldad y por eso muere, muere por la iniquidad que cometió. 27 Y si el malvado se aparta de su iniquidad que cometió y hace lo que es recto y justo, hará vivir su propia alma. 28 Abrió los ojos y se apartó de los pecados cometidos, y vivirá y no morirá. 29 Y dice la casa de Israel: ¿No son derechos los caminos del Señor? ¿Que no son derechos mis caminos, casa de Israel? ¿No son más bien los vuestros los torcidos? 30 Yo, pues, os juzgaré a cada uno según sus caminos, ¡oh casa de Israel! dice Yahvé. Volveos y convertios de vuestros pecados, y así no serán la causa de vuestra ruina. 31 Arrojad de sobre vosotros todas las iniquidades que cometéis, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de querer morir, casa de Israel? 32 Que no quiero yo la muerte del que muere. Convertios y vivid. En este fragmento se expresa de un modo bellísimo la disposición de Dios a perdonar al pecador. Sólo exige, por parte de éste, arrepentimiento y cambio de vida. En cualquier momento, pues, puede el impío entrar por el buen camino, porque Dios no tiene interés especial en perderle. Dios hace caso omiso de los pecados pasados supuesta la voluntad de cambiar de vida (v.21): todos
los pecados que obró no le serán recordados. Dios no sólo es justo, sino que es también misericordioso. No puede, pues, complacerse
en la muerte del impío (v.23). Aquí la
muerte tiene el sentido inmediato literal de muerte física, que era considerada como el máximo castigo. No obstante,
vida en la literatura sapiencial tiene el sentido de relaciones amistosas con Yahvé. El profeta no alude aquí a una muerte espiritual de ultratumba. San Pablo dirá más tarde que Dios quiere que todos se salven7, en cuanto a su vida de ultratumba;
pero ésta es una nueva perspectiva neotestamentaria que no tenemos derecho a suponer en este estadio de la revelación de la época de Ezequiel. Aquí el profeta quiere resaltar ante los exilados el grado de responsabilidad
de cada individuo ante Dios. Lo que interesa es la voluntad de arrepentimiento del hombre en sus relaciones actuales con Dios.
Ezequiel, en su deseo de invitar a la penitencia y a la esperanza en Yahvé, recarga las tintas, y así dice que las
justicias que hizo (
el justo)
no le serán recordadas. (v.24). La frase no debe urgirse demasiado en el sentido de que las obras pasadas no tienen valor ante Dios, sino en el sentido relativo de que lo que interesa sobre todo son las buenas obras actuales. Por muy buenas que hayan sido las pasadas, si las presentes son malas, de nada sirven para justificarse ahora ante Dios. Hay que colocarse en la perspectiva del profeta, el cual quiere hacer ver que lo que interesa ahora es la conducta presente, no la pasada. Es tiempo de emprender el buen camino y concillarse la misericordia divina. Esta es su idea principal. La otra del valor de las acciones pasadas está subordinada conceptualmente a ésta: el pasado, quiere decir, pesa poco en comparación con el presente. Esta doctrina era extraña a los oyentes del profeta, habituados a la idea de solidaridad con el prójimo y con el pasado, y por eso Ezequiel, retóricamente, reproduce la supuesta reacción del público:
no es recto el camino del Señor (v.25). Pero, en realidad, lo que es
recto es la nueva doctrina de que cada uno sufra por sus pecados y de que ante todo interesa la actitud presente del pecador. En este supuesto, les invita a entrar por el camino de la sincera conversión como único medio de librarse de la
ruina (v.30). Es preciso
un corazón y un espíritu nuevo (v.31), una nueva disposición interna de acercamiento sincero a Dios. Es el pacto nuevo escrito en los corazones, de que habla Jeremías 8, como gran promesa mesiánica.
En el nuevo orden de cosas, la responsabilidad personal será la base de las relaciones de los individuos con Dios. 1 Cf. Ez 6:1s. 2
Exo_20:14;
Lev_20:10. 3
Lev_18:19;
Lev_20:18. 4 Cf.
Amo_2:6-7;
Mal_3:5. 5 Cf.
Exo_22:26;
Deu_24:6;
Amo_2:8. 6 Cf.
Exo_22:24;
Lev_25:35-37;
Deu_23:20. 7 Cf.
1Ti_2:4;
2Pe_3:9. 8 Cf.
Jer_31:295.