Salmos 30, 4-10

¡Oh Yahvé! has sacado mi alma del seol, me has hecho revivir de entre los que bajan a la fosa. Cantad a Yahvé vosotros, sus piadosos, y ensalzad su santo recuerdo. Porque un instante dura su cólera, y su benevolencia es de por vida. Alberga la tarde llantos, mas a la mañana está la exultación. Yo dije en mi prosperidad: “No seré jamás conmovido.” Tú, ¡oh Yahvé! por tu benevolencia me asegurabas honor y fortaleza, Apenas escondiste tu rostro, fui conturbado. A ti clamé, ¡oh Yahvé! y a Yahvé pedí piedad. ¿Qué provecho hay en mi sangre, en que yo descienda a la fosa? ¿Te alabará el polvo? ¿Cantará tu fidelidad?
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