Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
3. Crímenes de Israel.
Anuncio del castigo (1-8).
1 Oíd esta palabra que Yahvé ha pronunciado sobre vosotros, hijos de Israel; sobre todas las familias que hice subir de la tierra de Egipto, diciendo: 2 Sólo a vosotros conocí yo de entre todas las estirpes de la tierra; por eso he de hacer justicia de todas vuestras iniquidades. 3 ¿Podrán caminar dos juntos sin estar de acuerdo? 4 ¿Rugirá el león en el bosque no habiendo presa? ¿Dejará oír su rugido el leoncillo en su cubil sin haber despojos? 5 ¿Se dejará caer el ave sobre la red en tierra si no hubiere lazo? ¿Se levantará del suelo la red sin haber cazado nada? 6 ¿Tocarán la trompeta en la ciudad sin que se alarme el pueblo? ¿Habrá en la ciudad calamidad cuyo autor no sea Yahvé? 7 Porque no hace nada el Señor, Yahvé, sin revelar su designio a sus siervos los profetas. 8 Rugiendo el león, ¿quién no temerá? Hablando el Señor, Yahvé, ¿quién no profetizará? El oráculo se refiere a Israel, si bien puede aplicarse también al reino de Judá, ya que la recriminación
se basa en la falta de fidelidad a Yahvé, que los sacó de Egipto con toda liberalidad. El pueblo israelita es un pueblo excepcional, pues es el único que ha sido elegido entre todos los pueblos para ser amigo y aliado de Yahvé:
sólo a vostros conocí de entre todas las estirpes de la tierra. (v.2). Pero este honor fuera de serie suponía obligaciones; de ahí que las
iniquidades de Israel revistan la particular malicia de ingratitud e infidelidad; por ello que el castigo para ellos será duro e inexorable.
La culpabilidad reiterada de Israel ha roto las relaciones con su Dios; por eso no es posible que caminen de acuerdo en adelante:
¿Podran caminar dos juntos sin estar de acuerdo? (v.3). Israel, pues, no puede pretender gozar de la protección divina mientras siga sus perversos caminos. Es más, como pueblo rebelde, que no ha cumplido sus compromisos, debe sufrir los rigores de la justicia divina. El castigo es inminente, e Israel puede ya columbrar su trágico destino por las amenazas que Yahvé lanza por sus profetas; como el león no ruge sino cuando tiene la presa delante (¿
rugirá el león. no habiendo presa.?
v.4), así, cuando Yahvé lanza sus rugidos y amenazas, es que la presa (Israel) está ya al alcance de su mano.
Con una nueva comparación expresa el profeta la inminencia del castigo. Yahvé ha extendido una
red para que caiga en ella Israel, y no levantará el
lazo hasta que haya hecho presa, como el cazador no quita la trampa hasta que haya logrado cazar:
¿se levantará del suelo la red sin haber cazado nada? (v.5). Un nuevo símil recalca la inminencia del castigo: cuando se toca la trompeta en la ciudad, es que el peligro es inminente, y, en consecuencia, el pueblo se alarma y se apresta a la defensa (v.6). Amos, como profeta, es el
centinela de su pueblo, que anuncia la inminencia del castigo enviado por Yahvé, y todos deben aprestarse al arrepentimiento,
alarmados ante la próxima manifestación de la inexorable justicia divina.
La
calamidad que se abate sobre la ciudad no es de un enemigo cualquiera, del cual puedan librarse:
¿Habrá en la ciudad calamidad cuyo autor no sea Yahvé? (v.6b). Los que desprecian al profeta y sus amenazas deben pensar que los castigos y calamidades que anuncia vienen, en definitiva, de Dios, y, por tanto, no deben burlarse de ellos, porque la venganza será inexorable. La idea está expresada en sentido interrogativo para dar un carácter enigmático al enunciado. No deben, pues, los israelitas jugar con sus amenazas, porque, en definitiva, están jugando con la justicia divina.
Deben tener en cuenta que los profetas son los mensajeros de los designios divinos, pues Dios les comunica de antemano sus planes de destrucción y de bendición:
Porque no hace nada Yahvé sin revelar' sus designios a sus siervos los profetas (v.7). Amos, pues, se presenta como enviado de Yahvé y siente una fuerza secreta interior que le obliga a anunciar estas amenazas:
Rugiendo el león, ¿quién no temerá? hablando Yahvé, ¿quién no profetizará? (v.8). Como es inevitable sentir escalofríos de temblor al oír el rugido de un león enfurecido, así el profeta, al oír los vaticinios conminatorios de Yahvé, no puede menos de profetizar, comunicándolos a sus destinatarios.
La ruina de Samaria (9-15).
9 Echad pregón en los palacios de Asdod 1 y en los palacios de Egipto, diciendo: Reunios en los montes de Samaría para ver los grandes desórdenes que hay en ella y las violencías de su interior. 10 No saben obrar rectamente, dice Yahvé, atesorando en sus palacios rapiñas y despojos. 11 Por eso así dice el Señor, Yahvé: Rodeará la tierra el enemigo, que robará tus fuerzas y saqueará tus palacios. 12 Así dice Yahvé: Como rescata el pastor de las fauces del león un par de patas o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel. Vosotros, los que estáis sentados en Ascalón en el ángulo de un diván, o en Damasco sobre un lecho 2, 13 escuchad y dad testimonio contra la casa de Jacob, dice Yahvé, Dios de los ejércitos. 14 Porque el día que haga yo justicia sobre Israel por sus crímenes, haré justicia de los altares de Bet-El y serán derribados los cuernos del altar y caerán a tierra. 15 Y derribaré las casas de invierno sobre las casas de verano, y serán destruidos los palacios de marfil, y desaparecerán muchas casas, oráculo de Yahvé. El profeta, con énfasis, convoca a las naciones paganas (
Asdod y
Egipto)
para que sean testigos de los desórdenes y abusos que se cometen en Samaría, de forma que quede justificada la intervención punitiva de Yahvé (v.9). Las opresiones sociales se acumulan, como lo prueban las rapiñas y despojos que han atesorado oprimiendo al débil (v.10). Por tales abusos son merecedores del máximo castigo, y por eso Yahvé les enviará un
enemigo que les
robará sus fuerzas, destruyendo sus fortalezas, y después
saqueara sus palacios (v.11). El exterminio será de tales proporciones, que apenas se salvarán algunos de la catástrofe
(como rescata el pastor de las fauces del león un par de patas, v.12). Amos, como
pastor, había tenido que luchar más de una vez con las fieras para rescatar sus ovejas de sus garras 3. La imagen es expresiva para describir la situación de angustia en que se hallarán los hijos
de Israel cuando llegue el invasor asirio.
El profeta, en un arranque oratorio, invita a los ricos
(sentados en el diván) de
Ascalón y de
Damasco a que den testimonio del castigo a que ha sido sometido
Jacob (Israel) por sus pecados (v.15). La destrucción del reino de Israel alcanzará a los altares de los ídolos de
Bet-El (v.14) y a los palacios de
invierno y de
verano de las clases dirigentes y opulentas (v.15). Los
palacios de marfil4, o construcciones con decoraciones en marfil, han sido encontrados en las excavaciones recientes de Samaría, precisamente en los estratos arqueológicos correspondientes a esta época del profeta Amos.
Algunos autores creen que la mención de los
altares de Betel (v.14) se debe a una glosa, o está fuera de lugar, pues no se ha hecho mención de este lugar de culto en estos tres capítulos primeros. Parece que su lugar propio debiera ser después
Deu_4:4. Los
cuernos del altar son los ángulos del mismo, que eran ungidos con la sangre de las víctimas 5 y tenían un carácter propiciatorio, de forma que los perseguidos que se acogían a dichos
cuernos o ángulos del altar debían ser preservados de la muerte6.
1 En los LXX, en vez de Asdod, se lee
Asiría, lo que hace buen paralelo con Egipto del mismo dístico. 2 La inserción de
Ascalón en vez de Samaría es una suposición de Hoonacker por paralelismo con el Asdod del v.9. Otros prefieren traducir: así serán librados los hijos de Israel que están sentados en Samaría, ya en el ángulo de un diván, ya en cojinetes de Damasco de una cama (Cantera). Esta es más o menos la traducción de la
Bib. de Jér. 3 Según la Ley, si el pastor lograba presentar alguna parte de una oveja muerta con la señal de los dientes de la ñera, quedaba libre de restitución. Cf.
Exo_22:13. 4 Sobre las casas de marfil cf.
Sal_45:8;
1Re_22:39. 5 Cf
Exo_29:12;
Lev_4:7;
Lev_18:25. 6 Cf.
1Re_1:50;
1Re_2:28.