Esdras  8 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 36 versitos |
1 Éstos son, según su genealogía, los cabezas de familia que subieron conmigo de Babilonia en el reinado del rey Artajerjes:
2 De los hijos de Pinjás: Guersón; de los hijos de Itamar: Daniel; de los hijos de David: Jatús,
3 hijo de Secanías; de los hijos de Pardós: Zacarías, con el que fueron registrados ciento cincuenta varones;
4 de los hijos de Pajat Moab: Eljoenay, hijo de Zerajías, y con él doscientos varones;
5 de los hijos de Zatú: Secanías, hijo de Yajaziel, y con él trescientos varones;
6 de los hijos de Adín: Ébed, hijo de Jonatán, y con él cincuenta varones;
7 de los hijos de Elam: Isaías, hijo de Atalías, y con él setenta varones;
8 de los hijos de Sefatías: Zebadías, hijo de Miguel, y con él ochenta varones;
9 de los hijos de Joab: Abdías, hijo de Yejiel y con él doscientos dieciocho varones;
10 de los hijos de Baní: Selomit, hijo de Josifías, y con él ciento sesenta varones;
11 de los hijos de Bebay: Zacarías, hijo de Bebay, y con él veintiocho varones;
12 de los hijos de Azgad: Juan, hijo de Hacadán, y con él ciento diez varones;
13 de los hijos de Adonicán: los últimos, cuyos nombres son: Elifélet, Yeiel y Semaías, y con ellos sesenta varones;
14 y de los hijos de Bigvay: Utay, hijo de Zabud, y con él setenta varones.
15 Yo los reuní junto al río que corre hacia Ahavá. Allí acampamos tres días. Observé que había laicos y sacerdotes, pero no encontré ningún levita.
16 Entonces llamé a Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Yarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulán, hombres discretos,
17 y les mandé donde Idó, jefe de la localidad de Casifías. Puse en su boca las palabras que habían de decir a Idó y a su hermano, establecidos en la localidad de Casifías, para que nos proporcionaran ministros para el templo de nuestro Dios.
18 Y gracias a la mano bondadosa de nuestro Dios que estaba con nosotros, nos trajeron a Serebías, de los hijos de Majlí, hijo de Leví, hijo de Israel, hombre experto, y a sus hijos y hermanos: dieciocho hombres;
19 además a Jasabías, y con él a su hermano Isaías, de los hijos de Merarí, y sus hijos: veinte hombres.
20 Y doscientos veinte donados de los que David y los jefes habían destinado al servicio de los levitas, todos ellos nominalmente designados.
21 Allí, a orillas del río Ahavá, pregoné un ayuno para humillarnos delante de nuestro Dios y pedirle un viaje feliz para nosotros, nuestros hijos y nuestros bienes.
22 Pues me daba vergüenza solicitar del rey soldados de infantería y de caballería para protegernos del enemigo en el camino; por el contrario, habíamos declarado al rey: «La mano de nuestro Dios está, para bien, con todos los que lo buscan; y su poder y su cólera sobre todos los que lo abandonan.»
23 Ayunamos, pues, e invocamos a nuestro Dios con este fin. Y él nos atendió.
24 Elegí a doce jefes de los sacerdotes, y además a Serebías y Jasabías, y con ellos a diez de sus hermanos;
25 les pesé la plata, el oro y los utensilios, ofrendas que el rey, sus consejeros, sus jefes y todos los israelitas que se encontraban allí habían reservado para el templo de nuestro Dios.
26 Pesé y les entregué seiscientos cincuenta talentos de plata, cien utensilios de plata de dos talentos, cien talentos de oro,
27 veinte copas de oro de mil dáricos y dos objetos de hermoso bronce dorado, preciosos como el oro.
28 Y les dije: «Vosotros estáis consagrados a Yahvé; estos utensilios son sagrados; esta plata y este oro son una ofrenda voluntaria a Yahvé, Dios de nuestros padres.
29 Vigilad y guardadlos hasta que los peséis ante los jefes de los sacerdotes y de los levitas y los cabezas de familia de Israel, en Jerusalén, en las cámaras del templo de Yahvé.»
30 Los sacerdotes y levitas tomaron entonces el oro y la plata ya pesados y los utensilios, para llevarlos a Jerusalén, al templo de nuestro Dios.
31 El día doce del primer mes partimos del río Ahavá para ir a Jerusalén. La mano de nuestro Dios estaba con nosotros y nos salvó en el camino de la mano de enemigos y salteadores.
32 Llegamos a Jerusalén y descansamos allí tres días.
33 El cuarto día, fueron pesados en el templo de nuestro Dios la plata, el oro y los utensilios, y entregados al sacerdote Meremot, hijo de Urías; estaba con él Eleazar, hijo de Pinjás; les acompañaban los levitas Jozabad, hijo de Josué, y Noadías, hijo de Binuy.
34 Todo se contó y se pesó, y se registró su peso total.
En aquel tiempo,
35 los deportados que volvían del cautiverio ofrecieron holocaustos al Dios de Israel: doce novillos por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos y doce machos cabríos por el pecado: todo en holocausto a Yahvé.
36 Y se entregaron los decretos del rey a los sátrapas del rey y a los gobernadores de Transeufratina, los cuales favorecieron al pueblo y a la Casa de Dios.

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Introducción a Esdras 

Los libros de Esdras y Nehemías formaban un solo «libro de Esdras» en la Biblia hebrea y en los Setenta. Como ésta retenía el libro apócrifo griego de Esdras y lo ponía en el primer puesto (Esdras I), denomina Esdras II al libro de Esdras-Nehemías. En la época cristiana fue dividido en dos, costumbre que siguió la Vulgata, en la cual Esdras I equivalía a Esdras, y Esdras II a Nehemías; la misma Vulgata llama Esdras III al apócrifo griego de Esdras. La designación de los dos libros por sus dos personajes principales, Esdras y Nehemías, es todavía más reciente y se ha introducido en las ediciones impresas de la Biblia masorética.

Los libros de Esdras y Nehemías son, como se ha dicho, continuación de la obra del Cronista. Después de los cincuenta años de destierro, del que no habla, vuelve aquél a tomar el hilo de la historia en el momento en que el edicto de Ciro, 538 a. C., autoriza a los judíos a volver a Jerusalén para reconstruir el Templo. El regreso escalonado comienza inmediatamente, pero los trabajos del Templo se interrumpen por la oposición de los samaritanos y no se reanudan hasta Darío I; el Templo se acaba el 515. En el medio siglo inmediato, los esfuerzos para levantar las murallas de Jerusalén son obstaculizados por los mismos samaritanos, Esd 1-6. Bajo Artajerjes, Esdras, un escriba encargado de los asuntos judíos en la corte de Persia, llega a Jerusalén con una nueva caravana. Viene provisto de un decreto que le concede facultades para imponer a la comunidad la ley de Moisés, reconocida como ley real. Se ve precisado a tomar severas medidas contra los judíos que habían contraído matrimonio con mujeres extranjeras, Esd_4:7-10. Luego, Nehemías, copero de Artajerjes, logra que el rey le otorgue la misión de ir a Jerusalén para levantar las murallas. Rápidamente se concluye este trabajo, a pesar de la oposición de los enemigos, y se repuebla la ciudad Ne 1:1-7:72a. Entre tanto, Nehemías ha sido nombrado gobernador. Esdras hace una lectura solemne de la Ley, se celebra la fiesta de las Tiendas, el pueblo confiesa sus pecados y se compromete a observar la Ley, Ne 7:72b-10:40. Siguen algunas listas y medidas complementarias y la dedicación de la muralla, 11:1-13:3. Nehemías, después de haber vuelto de Persia, regresa para una nueva misión, durante la cual se ve obligado a reprimir algunos desórdenes que ya se han introducido en la comunidad, Neh_13:4-31 .

Se ve, por este resumen, que estos libros tienen mucha importancia para la historia de la Restauración judía después del Destierro. Los primeros caps. de Esdras completan las informaciones que se pueden sacar de los profetas Ageo, Zacarías y Malaquías. Los dos libros son la única fuente de que disponemos sobre la actividad de Esdras y Nehemías. La fecha de su composición es anterior a la de las Crónicas; pero, sobre todo, utilizan y citan textualmente documentos contemporáneos de los hechos: listas de repatriados o de la repoblación de Jerusalén, actas de los reyes de Persia, correspondencia con la corte y, sobre todo, el informe en que Esdras dio cuenta de su misión y la memoria justificativa de Nehemías.

A pesar de esta abundancia de fuentes, la exégesis de Esdras y Nehemías está erizada de dificultades, porque los documentos se presentan en ellos en un orden desconcertante. La lista de los inmigrantes se da dos veces, Esd 2 y Ne 7; en la sección de Esd_4:6-6:18, escrita en arameo, los sucesos del tiempo de Darío son referidos después de los sucesos de los reinados de Jerjes y Artajerjes, que, sin embargo, se sitúan en los cincuenta años siguientes. Los escritos procedentes de Esdras y Nehemías han sido fraccionados para luego reunirlos combinándolos. Utilizando las fechas concretas que se dan en ellos, el informe de Esdras puede restituirse en el orden siguiente: Esd 7:1-8/4:36; Ne 7:72-8:18; Esd 9:1-10:44; Ne 9:1-37.

Pero este documento ha sido rehecho por el Cronista, quien puso algunas partes en tercera persona, y ha recibido adiciones: la lista de los culpables de Esd_10:18 , Esd_10:20-44 y las plegarias de Esd_9:6-15 y Neh_9:6-37 . La memoria de Nehemías comprende los trozos siguientes: 1-2; 3:33-7:5; 12:27-13:31. El Cronista ha introducido un documento sobre la reconstrucción de las murallas, Neh_3:1-32 . La lista de los primeros sionistas, Neh_7:6-72 a, se repite en Esd 2. El cap. 10 es otro documento más de archivo que pone el sello al compromiso aceptado por la comunidad durante la segunda misión de Nehemías, 13. El marco del cap. 11 es una composición del Cronista, a la que se han añadido listas de la población de Jerusalén y de Judá y, en el cap. 12, listas de sacerdotes y levitas.

Se ve que el Cronista ha querido proceder por medio de series unitarias. En Esd 1-6, su objetivo principal es la reconstrucción del Templo bajo Darío: agrupa los regresos sucesivos de la cautividad, difumina la figura de Sesbasar en beneficio de Zorobabel, forma una especie de expediente antisamaritano. A lo largo de los libros, presenta a Esdras y Nehemías trabajando juntos en la realización de una misma obra.

Tales procedimientos literarios plantean graves problemas a los historiadores. La cuestión más discutida y más difícil atañe a la cronología de Esdras y Nehemías. Según el orden del libro, Esdras llegó a Jerusalén el 458, el año siete de Artajerjes I, Esd_7:8 ; Nehemías se le unió el 445, el año veinte del mismo rey, Neh_2:1 . Permaneció doce años, Neh_13:6 , es decir, hasta el 433; volvió a Persia por tiempo indeterminado y regresó para una segunda permanencia, también bajo Artajerjes I, que no murió hasta el 424. Hay buenos exegetas que conservan este orden tradicional, pero que, conforme a las indicaciones precisas del mismo libro, limitan a un año la misión de Esdras, y le hacen volverse antes de la llegada de Nehemías. Otros exegetas invierten este orden porque les parece que la obra de Esdras supone ya realizada la de Nehemías. Los datos que suministra Esdras se referirían no al reinado de Artajerjes I, como los de Nehemías, sino al reinado de Artajerjes II, y Esdras no habría llegado hasta el 398. Finalmente, algunos exegetas recientes, concediendo que Esdras haya venido después de Nehemías, pero negándose a reconocer un cambio de reinado del que nada dice el texto, hacen venir a Esdras entre las dos misiones de Nehemías, a costa de una corrección textual de Esd_7:8 : Esdras habría llegado, no en el año 7, sino en el 37 de Artajerjes, el 428.

Cada una de estas soluciones puede invocar buenos argumentos, pero también cada una de ellas tropieza con dificultades; el problema ha de seguir abierto. Sólo un punto es seguro: la actividad de Nehemías en Jerusalén desde el 445 al 433 a. C.

Por lo demás, para la inteligencia religiosa de los libros, es de interés secundario. De conformidad con la intención del autor, presentan un cuadro sintético, pero no engañoso, de la Restauración judía; y para comprender ésta, importa mucho más conocer las ideas que la animaron que el orden exacto de los hechos. Los judíos, beneficiándose de la política religiosa liberal que los Aqueménidas aplicaban en su imperio, vuelven a la Tierra Prometida, restablecen el culto, restauran el Templo, levantan las murallas de Jerusalén y viven en comunidad, gobernados por hombres de su raza y regidos por la Ley de Moisés. Ello no les exige más que una lealtad, fácil de guardar ante un poder central respetuoso con sus costumbres. Es un acontecimiento de gran importancia: se trata del nacimiendo del Judaísmo, preparado en las largas meditaciones del Destierro y ayudado por la intervención de hombres providenciales.

Después de Zorobabel, que reconstruyó el Templo, pero cuyos títulos mesiánicos, reconocidos por Ageo y Zacarías, Hag_2:23 ; Zac_6:12 s, calla el Cronista, los pioneros de esta restauración fueron Esdras y Nehemías. Esdras es en verdad el padre del Judaísmo, con sus tres ideas esenciales: la Raza elegida, el Templo y la Ley. Su ardiente fe y la necesidad de proteger a la comunidad renaciente explica la intransigencia de sus reformas y el particularismo que impuso a los suyos. Es el modelo de los escribas y su figura ha venido agrandándose en la tradición judía. Nehemías está al servicio de las mismas ideas, pero actúa en otro plano: en la Jerusalén restaurada y repoblada por él, ofrece a su pueblo la posibilidad y el placer de una vida nacional. En su memoria, más personal que el informe de Esdras, se nos muestra sensible y humano, arriesgándose personalmente, pero prudente y reflexivo, confiando en Dios, a quien ora con frecuencia. Dejó un gran recuerdo y Ben Sirá canta el elogio del «que nos levantó las murallas en ruinas», Sir_49:13 .

No ha de extrañarnos que, en esta reagrupación de la comunidad en torno al Templo y bajo la égida de la Ley, el Cronista haya visto una realización del ideal teocrático que él había proclamado en las Crónicas. Sabe que hay que esperar algo más; pero es que su dependencia de los documentos que reproduce es mayor que en las Crónicas: conserva su tono particularista que las circunstancias justifican, y, en relación con la esperanza mesiánica, respeta su silencio, inspirado sin duda en una honrada lealtad. Escribe en medio de este período de los siglos IV-III antes de nuestra era, que tan mal conocemos y en el que la comunidad de Jerusalén, replegada sobre sí misma, se reconstruye en silencio y adquiere hondura espiritual.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

Esdras  8,1
NOTAS

8:1 Esta lista, que interrumpe el informe de Esdras entre Esd_7:28 y Esd_8:15, incluye dos sacerdotes descendientes de Pinjás e Itamar, un descendiente del linaje de David y doce familias, cuyos cabezas, excepto uno, también se encuentran en la lista de Esd 2 = Ne 7. Es una elaboración del Cronista o de un redactor. -Corregimos el texto, defectuoso en diversos pasajes, según 3 Esd 8 y las versiones.


Esdras  8,2
NOTAS

8:2 El descendiente de Pinjás pertenece al linaje sadoquita, únicamente representado en la lista de Esd 2 = Ne 7. El descendiente de Itamar pertenece al linaje de Abiatar, que había sido apartado del templo, ver 1Re_2:27. Su presencia en esta lista significa la reconciliación de las dos familias rivales que en el segundo Templo compartirán el sacerdocio de los «hijos de Aarón», aunque conservando los sadoquitas su preponderancia con dieciséis clases contra ocho los itamaritas, 1Cr_24:4.

Esdras  8,5
NOTAS

8:5 «Zatú» 3 Esd 8:32; omitido por hebr.

Esdras  8,10
NOTAS

8:10 «Baní» 3 Esd 8:36; omitido por hebr.

Esdras  8,14
NOTAS

8:14 «hijo de Zabud» 3 Esd 8:40; «y Zabud» hebr.

Esdras  8,15
NOTAS

8:15 Localidad desconocida. El «río» es un canal de riego.

Esdras  8,16
NOTAS

8:16 «hombres discretos» según griego y 3 Esd 8:43; «jefes, y Yarib y Elnatán, discretos» hebr.

Esdras  8,17
NOTAS

8:17 «su hermano» hebr.; «a sus hermanos» 3 Esd 8:45 y versiones. Casifías: localidad desconocida. No se puede deducir del texto que hubiera existido un lugar de culto en Casifías: si hubo allí una concentración de levitas, fue porque los deportados se habían mantenido agrupados según sus lazos familiares y su comunidad de origen.

Esdras  8,19
NOTAS

8:19 «su hermano Isaías, de los hijos de Merarí» 3 Esd 8:46; «Isaías, de los hijos de Merarí, sus hermanos» hebr.

Esdras  8,20
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Esd_2:43+

Esdras  8,22
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Neh_2:9

Esdras  8,26
NOTAS

8:26 «de dos talentos» lekikkarayim conj.; «de talentos» lekikkarîm hebr.

Esdras  8,35
NOTAS

8:35 «setenta y siete» hebr.; «setenta y dos» 3 Esd 8:63.