I Samuel 6 Nueva Biblia de Jerusalén (Desclee, 1998) | 21 versitos |
1
Devolución del arca.
Siete meses estuvo el arca de Yahvé en territorio filisteo.
2 Llamaron los filisteos a los sacerdotes y adivinos y preguntaron: «¿Qué debemos hacer con el arca de Yahvé? Hacednos saber cómo la hemos de enviar a su sitio.»
3 Ellos respondieron: «Si queréis devolver el arca del Dios de Israel, no la devolváis de vacío, ofrecedle una reparación y entonces sanaréis y sabréis por qué no se ha apartado su mano de vosotros.»
4 Preguntaron ellos: «¿Qué reparación hemos de ofrecer?» Y respondieron: «Conforme al número de los príncipes de los filisteos, cinco tumores de oro y cinco ratas de oro, porque el mismo castigo sufrís vosotros que vuestros príncipes.
5 Haced imágenes de vuestros tumores y de vuestras ratas que devastan el país y dad gloria al Dios de Israel. Acaso aligere su mano de sobre vosotros, vuestros dioses y vuestra tierra.
6 ¿Por qué habéis de endurecer vuestros corazones como endurecieron su corazón los egipcios y el faraón? ¿No los tuvieron que dejar partir después haberlos dejado malparados?
7 Ahora, pues, tomad y preparad una carreta nueva y dos vacas que estén criando y que no hayan llevado yugo; unciréis las vacas a la carreta y haréis volver sus becerros al establo.
8 Tomaréis el arca de Yahvé y la pondréis sobre la carreta. Cuanto a los objetos de oro que le habéis ofrecido como reparación, los meteréis en un cofre, a su lado. Dejadla marchar y se irá.
9 Y fijaos: si toma el camino de su país, hacia Bet Semes, es él el que nos ha causado esta gran calamidad; si no, sabremos que no ha sido su mano la que nos ha castigado y que todo esto nos ha sucedido por casualidad.»
10 Así lo hicieron aquellos hombres: tomaron dos vacas que estaban criando y las uncieron a la carreta, pero retuvieron las crías en el establo.
11 Colocaron sobre la carreta el arca de Yahvé y el cofre con las ratas de oro y las imágenes de sus tumores.
12 Tomaron las vacas en derechura por el camino de Bet Semes y se mantuvieron en la misma ruta; caminaban mugiendo, sin desviarse ni a derecha ni a izquierda. Los príncipes de los filisteos las siguieron hasta los confines de Bet Semes.
13
El arca en Bet Semes.
Estaban los de Bet Semes segando el trigo en el valle y, alzando la vista, se sintieron dichosos de verla.
14 Al llegar la carreta al campo de Josué de Bet Semes, se detuvo; había allí una gran piedra. Astillaron la madera de la carreta y ofrecieron las vacas en holocausto a Yahvé.
15 Los levitas bajaron el arca de Yahvé y el cofre que estaba a su lado y que contenía los objetos de oro, y lo depositaron sobre la gran piedra. Los de Bet Semes ofrecieron aquel día holocaustos e hicieron sacrificios a Yahvé.
16 Cuando los cinco príncipes filisteos lo vieron, se tornaron a Ecrón el mismo día.
17 Éstos son los tumores de oro que los filisteos ofrecieron en reparación a Yahvé: uno por Asdod, uno por Gaza, uno por Ascalón, uno por Gat, uno por Ecrón.
18 Y ratas de oro, tantas cuantas son las ciudades de los filisteos, las de los cinco príncipes, desde las ciudades fortificadas hasta las aldeas abiertas y hasta la gran piedra que está en el campo de Josué de Bet Semes, hasta el día de hoy.
19 De entre los habitantes de Bet Semes, los hijos de Jeconías no se alegraron cuando vieron el arca de Yahvé, y castigó Yahvé a setenta hombres. El pueblo hizo duelo porque Yahvé los había castigado con un gran golpe.
20
El arca en Quiriat Yearín.
Dijeron entonces las gentes de Bet Semes: «¿Quién podrá resistir delante de Yahvé, este Dios Santo? ¿A quién subirá, alejándose de nosotros?
21 Enviaron mensajeros a los habitantes de Quiriat Yearín para decirles: «Los filisteos han devuelto el arca de Yahvé. Bajad y subidla con vosotros.»

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Introducción a I Samuel

Los libros de Samuel formaban una sola obra en la Biblia hebrea. La división en dos libros se remonta a la traducción griega que ha unido asimismo Samuel y Reyes bajo un mismo título: los cuatro libros de los Reinos; la Vulgata los llama los cuatro libros de los Reyes. El Samuel hebreo corresponde a los dos primeros. Este título proviene de la tradición que atribuía al profeta Samuel la composición de este escrito.

El texto es uno de los peor conservados del AT. La traducción griega de los Setenta da un texto bastante diferente, que se remonta a un prototipo del que las cuevas de Qumrán han proporcionado importantes fragmentos. Existían, pues, varias recensiones hebraicas de los libros de Samuel.

Se distinguen en él cinco partes:
a) Samuel, 1 S 1-7;
b) Samuel y Saúl, 1 S 8-15;
c) Saúl y David, 1 S 16 a 2 S 1;
d) David, 2 S 2-20;
e) suplementos, 2 S 21-24.

La obra combina o yuxtapone diversas fuentes y tradiciones sobre los comienzos del período monárquico. Hay una historia del arca y de su cautiverio entre los filisteos, 1 S 4-6, en la que no aparece Samuel y que proseguirá en 2 S 6. Está enmarcada por un relato de la infancia de Samuel, 1 S 1-3, y por otro relato que presenta a Samuel como el último de los Jueces y anticipa la liberación del yugo filisteo, 7. Samuel desempeña un papel esencial en la historia de la institución de la realeza, 1 S 8-12, donde se han distinguido desde hace tiempo dos grupos de tradiciones: 9; 1Sa_10:1-16 ; 11, por una parte, y 8; 1Sa_10:17-24 ; 12, por otra. Al primer grupo se le ha denominado versión monárquica del acontecimiento, y al segundo, versión antimonárquica; esta última sería posterior. En realidad ambas tradiciones son antiguas y solamente representan tendencias diferentes; además, la segunda corriente no es tan antimonárquica como se afirma, sino que solamente se opone a una realeza que no respetaría los derechos de Dios. Las guerras de Saúl contra los filisteos son narradas en 13-14, con una primera versión del rechazo de Saúl, 1Sa_13:7 a; una segunda versión de este rechazo se da en 15, en conexión con una guerra contra los amalecitas. Este rechazo prepara la unción de David por Samuel, 1Sa_16:1-13 . Sobre los comienzos de David y sus desavenencias con Saúl, se han recogido tradiciones paralelas y, al parecer, de igual antigüedad en 1Sa 16:14 - 2 S 1, donde los duplicados son frecuentes. El final de esta historia se encuentra en 2 S 2-5: el reinado de David en Hebrón, la guerra filistea y la toma de Jerusalén aseguran la confirmación de David como rey sobre todo Israel, 2Sa_5:12 . El cap. 6 prosigue la historia del arca; la profecía de Natán, 7, es antigua, pero ha sido retocada; el cap. 8 es un resumen redaccional. En 2 S 9 se inicia una larga narración que no concluirá hasta el comienzo de Reyes, 1R 1-2. Es la historia de la familia de David y de las luchas en torno a la sucesión al trono, escrita por un testigo ocular, en la primera mitad del reinado de Salomón. Queda interrumpida por 2 S 21-24, que agrupa trozos de origen diverso sobre el reinado de David.

Es posible que desde los primeros siglos de la monarquía hayan tomado cuerpo, además de la gran historia de 2 S 9-20, otras agrupaciones literarias: un primer ciclo de Samuel, dos historias de Saúl y David. Es posible, asimismo, que estos conjuntos hayan sido combinados en torno al año 700, pero los libros no recibieron su forma definitiva hasta que fueron incorporados a la gran historia deuteronomista. Sin embargo, la influencia del Deuteronomio resulta aquí menos visible que en Jueces y Reyes. Se la descubre particularmente en los primeros capítulos de la obra, especialmente en 1Sa_2:22-36 ; 7 y 12, quizá en una modificación de la profecía de Natán, 2 S 7; pero el relato de 2 S 9-20 se ha conservado casi sin retoque.

Los libros de Samuel abarcan el período que va de los orígenes de la monarquía israelita al final del reinado de David. La expansión de los filisteos (la batalla de Afec, 1 S 4, se sitúa hacia el 1050) ponía en peligro la existencia misma de Israel e impuso la monarquía. Saúl, hacia el 1030, es, en un principio, como un continuador de los Jueces, pero su reconocimiento por todas las tribus le confiere una autoridad universal y permanente: ha nacido la realeza. Comienza la guerra de liberación y los filisteos son arrojados hasta su territorio, 1 S 14; los encuentros ulteriores tienen lugar en los confines del territorio israelita, 1 S 17 (valle del Terebinto), 28 y 31 (Gelboé). Este último combate acaba en desastre y en él muere Saúl, hacia el 1010. La unidad nacional se ve de nuevo comprometida, David es consagrado rey en Hebrón por los de Judá, y las tribus del Norte le oponen a Isbaal, descendiente de Saúl, refugiado en Transjordania. Sin embargo, el asesinato de Isbaal hace posible la unión, y David es reconocido rey por Israel.

El segundo libro de Samuel no da más que un resumen de los resultados políticos del reinado de David: fueron, sin embargo, considerables. Los filisteos fueron definitivamente rechazados, la unificación del territorio concluye con la absorción de los enclaves cananeos, y en primer lugar Jerusalén, que se convirtió en la capital política y religiosa del reino. Fue sometida Transjordania, y David extendió su dominio sobre los arameos de Siria meridional. Con todo, cuando murió David, hacia el 970, la unidad nacional no estaba verdaderamente consolidada; David era rey de Israel y de Judá y estas dos fracciones se oponían a menudo: la rebelión de Absalón fue sostenida por las gentes del Norte, el benjaminita Seba quiso sublevar al pueblo al grito de «A tus tiendas, Israel». Se presiente ya el cisma.

Estos libros traen un mensaje religioso; exponen las condiciones y las dificultades de un reino de Dios sobre la tierra. El ideal sólo se ha conseguido bajo David; este logro ha sido precedido por el fracaso de Saúl y será seguido por todas las infidelidades de la monarquía, que atraerán la condenación de Dios y provocarán la ruina de la nación. A partir de la profecía de Natán, la esperanza mesiánica se ha alimentado de las promesas hechas a la casa de David. El NT se refiere a ellas tres veces, Hch_2:30 , 2Co_6:18 , Heb_1:5 . Jesús es descendiente de David, y el nombre de hijo de David que le da el pueblo es el reconocimiento de sus títulos mesiánicos. Los Padres han establecido un paralelo entre la vida de David y la de Jesús, el Cristo, el Ungido, elegido para salvación de todos, rey del pueblo espiritual de Dios y, sin embargo, perseguido por los suyos.

Fuente: Nueva Biblia de Jerusalén (1998) - referencias, notas e introducciones a los libros

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Notas

I Samuel 6,4
NOTAS

6:4 La mención de las ratas es sorprendente, pues no viene anticipada por nada en el texto. No pueden ser entendidas como animales propagadores de la peste, pues los antiguos desconocían esta vía de transmisión de las epidemias. En 1Sa_6:5 se evoca una invasión de ratas de campo. Es posible que el cap. 6, combinando dos tradiciones, se refiera a dos plagas: una que afecta a los hombres y otra que devasta el país.


I Samuel 6,5
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Jos_7:19; Jua_9:24

NOTAS

6:5 Expresión que invita a los filisteos a reconocer el poder del Dios de Israel y, al mismo tiempo, su propia transgresión, ver Jos_7:19.

I Samuel 6,7
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Núm_19:2; Deu_21:3; 2Re_2:20

NOTAS

6:7 (a) Se escoge una carreta nueva (ver 2Sa_6:3) y vacas que no han trabajado nunca (ver Núm_19:2; Deu_21:3) para realizar una acción sagrada según un procedimiento afín al de la adivinación. Si Dios lo quiere, las vacas tomarán la dirección de Israel a pesar de su instinto maternal.

6:7 (b) Lit. «a casa». La intervención de Yahvé es tanto más asombrosa cuanto más numerosos son los obstáculos, ver 1 R 18.

I Samuel 6,9
NOTAS

6:9 En el relato los pronombres se refieren al arca (masculino en hebreo) y no a la carreta (femenino en hebreo). Se pasa fácilmente de Dios al arca, símbolo de su presencia.

I Samuel 6,14
NOTAS

6:14 Cualquier piedra grande puede servir de altar, 1Sa_14:33.

I Samuel 6,15
NOTAS

6:15 1Sa_6:15 a interrumpe el relato para precisar quién puede tocar el arca y transportarla. Conviene observar que quienes llevan el arca son levitas, no sacerdotes, ver 1Re_8:3.

I Samuel 6,18
NOTAS

6:18 «y hasta la gran piedra», corr. según el griego.

I Samuel 6,19
NOTAS

6:19 (a) Versículo de difícil traducción. El verbo «castigar» tiene como sujeto a Dios, detalle que está implícito en el texto. No resulta clara la naturaleza de la falta cometida; algunos exegetas la han interpretado como el intento de descubrir el contenido del arca. El hebr. añade «cincuenta mil hombres», dato que puede ser una glosa, a menos que se entienda «setenta hombres entre cincuenta mil».

6:19 (b) Después de los filisteos, también los israelitas experimentan hasta qué punto es temible el arca para quien no la respeta, ver 2Sa_6:7+.

I Samuel 6,20
REFERENCIAS CRUZADAS

[1] Sal_76:8 [Sal_76:7]; Mal_3:2

I Samuel 6,21
NOTAS

6:21 Llamada también Baalá, Jos_15:9, donde el arca permanecerá hasta que David la traslade a Jerusalén, 2Sa_6:1-8.