La Biblia de Nuestro Pueblo (Liturgical Press, 2006),
Joás de Judá. Joás comienza su reinado siendo aún niño, por lo cual se presume que su protector y formador Yehoyadá sería también el regente hasta su mayoría de edad. El deuteronomista deja constancia de su valoración positiva del rey -
«hizo siempre lo que el Señor aprueba
» (3) -, pero también de que bajo su reinado no desapareció del todo el habitual culto en los lugares altos, donde se ofrecían sacrificios y se quemaba incienso (4). Israel debió haber abolido esta práctica a su llegada a la tierra de Canaán (cfr.
Núm_33:52;
Deu_12:2), así que su continuación mereció siempre la crítica y la condena de los profetas. A pesar del largo reinado de Joás, lo único que cuenta el narrador es su interés por la remodelación del Templo. Pese al decreto real que ordena destinar todos los ingresos a este fin, las obras no logran iniciarse, por lo que el rey tiene que intervenir de nuevo. Sobre el destino final que tienen los fondos para comprar la protección y la paz de Jerusalén al amenazante rey sirio, no hay ningún reparo aparente; sin embargo, uno se queda con la incertidumbre de si su muerte violenta no se debió precisamente a ello.