Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)
Capítulos 56-66.
La Nueva Etapa Gloriosa.
La perspectiva se alarga, y parece que el autor se mueve en nuevos horizontes históricos. Ya no padece la obsesión de la liberación de la cautividad, con el consiguiente castigo de los enemigos políticos de Sión, los babilonios. El profeta parece que contempla ya al pueblo establecido en la tierra de Israel, y toda su preocupación es la de purificar los miembros de la nueva teocracia que se está alumbrando. El profeta no se dirige, pues, a los cautivos de Babilonia, sino a los ciudadanos de Israel que son infieles a Yahvé. Ya no se menciona la liberación ni el retorno. En los capítulos 40-55 se describían con expresiones líricas hiperbólicas las condiciones placenteras de la nueva era inaugurada después del retorno del exilio. Aquí, en los capítulos que siguen (56-66), hay un dejo de amargura al constatar
que la nueva comunidad no es totalmente fiel a Yahvé.
Por la historia sabemos las condiciones precarias en que se hallaban los que habían retornado de la cautividad y el carácter modesto de su retorno. Los jefes, Zorobabel y Nehemías, tuvieron que luchar mucho por conservar la pureza de costumbres entre los repatriados. De nuevo reaparecieron los antiguos vicios, y el profeta en estos capítulos habla de la opresión de los pobres por parte de la clase directora. Al mismo tiempo rebrotaron los cultos paganos con todas sus bajezas
l. Además había cierta dependencia de opresores extranjeros, y Jerusalén era como una ciudad en ruinas abandonada2. La vida de sus moradores estaba expuesta a las incursiones de los enemigos, que los despojaban del fruto de su trabajo.
El profeta fustiga los vicios, pero al mismo tiempo, como antídoto de la situación, presenta el cuadro de la gloria esplendorosa futura de Jerusalén, en la que reinarán la justicia y la rectitud de sus moradores, siendo la admiración de los gentiles. De nuevo la imaginación desbordada poética desorbita las condiciones materiales de la nueva teocracia para excitar más las esperanzas mesiánicas.
Como nota preliminar, podemos decir que no existe un orden cronológico ni lógico en la distribución de los diversos oráculos de esta tercera parte de Isaías. La generalidad de los comentarista considera como autor de estos capítulos a un profeta anónimo que habría vivido en los tiempos de Nehemías, hacia mitad del siglo V.
1 Cf.
Isa_58:335;
Isa_59:13-15;
Isa_57:5ss;
Isa_65:11;
Isa_66:3.17 2
Isa_62:10.14;
Isa_61:4;
Isa_62:85.
Capítulo 56.
Invitación a la rectitud (1-2).
1 Así dice Yahvé: Guardad el derecho, practicad la justicia, que pronto va a venir mi salvación y a revelarse mi justicia. 2 Bienaventurado el varón que esto hiciere, y el hijo del hombre que a ello se asiere, y que guarde el sábado sin profanarlo y guarde sus manos de toda obra mala. Estos dos versículos parecen tener un carácter de introducción, y en ellos se exhorta de modo general a la práctica del bien, a guardar el
derecho (v.1), constituido por el conjunto de normas jurídicas por las que se debe ajustar la conducta del hombre, y el fruto del cumplimiento de estas normas es la justicia.
En Israel, el
derecho era el conjunto de leyes mosaicas que presidían la vida religiosa y social de la nación teocrática.
La justicia que aquí va a revelarse es sinónima de salvación, la cual se llama
justa en cuanto que es la realización de las promesas hechas por Dios. Por eso, en la literatura profética, frecuentemente
justicia es sinónima de
salvación, sobre todo cuando se hallan en paralelismo sinónimo.
La inminencia y realidad de esta
salvación hace prorrumpir al profeta en una frase que tiene el aire de un salmo:
Bienaventurado. (v.2). No se pone más condición para el que quiera participar de esta situación de la era de
salvación que el cumplimiento de los valores éticos y la incorporación a la comunidad de fieles adoradores de Yahvé. Junto a la rectitud y la justicia se exige el cumplimiento del descanso sabático, considerado en la legislación mosaica como ley fundamental y característica de la teocracia hebrea1, y que era el signo externo, junto con la circuncisión, de la fidelidad a la ley tradicional. En la época de Cristo, la observancia del sábado era de capital importancia en los medios religiosos selectos de Israel. Cristo tuvo que luchar contra la exagerada observancia del sábado en perjuicio de otros principios éticos 2.
Invitación a los prosélitos y locos (3-7).
3 Que no diga el extranjero allegado a Yahvé: Ciertamente me va a excluir Yahvé de su pueblo, Que no diga el eunuco: Yo soy un árbol seco. 4 Porque así dice Yahvé a los eunucos que guardan mis sábados, y eligen lo que me es grato, y se adhieren firmemente a mi pacto: 5 Yo les daré en mi casa, dentro de mis muros, poder y nombre mejor que hijos e hijas. Yo les daré un nombre eterno, que no se borrará, 6 Y a los extranjeros allegados a Yahvé, para servirle y amar su nombre, para ser sus servidores, a todo el que guarda el sábado sin profanarlo y se adhiere firmemente a mi pacto, 7yo les llevaré a mi monte santo, y los recrearé en mi casa de oración. Sus holocaustos y sus sacrificios serán gratos en mi altar, porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos. Para recalcar la universalidad de esta invitación
a formar parte de la nueva comunidad teocrática, el profeta afirma categóricamente que hasta los que ahora son considerados como ciudadanos de segundo orden, como el
extranjero, prosélito, y el
eunuco, despreciado de todos por no tener descendencia, tendrán acceso al nuevo orden de cosas. Sólo se exigirá
fidelidad religiosa y moral y cumplimiento de la ley tradicional israelita, simbolizada en la obligación de observar el
sábado (v.4).
Aquí se trata del
extranjero allegado a Yahvé (v.5), o prosélito, que vivía incorporado de algún modo al pueblo elegido. Ya en la época del desierto fueron admitidos como ciudadanos de segundo orden gentes procedentes de tribus sinaíticas que habían tenido relaciones con Israel 2. A los egipcios y edomitas se les permitía expresamente incorporarse plenamente a la comunidad israelita en la tercera generación 3; en cambio, a los moabitas y amonitas se los excluía perpetuamente.
La grandiosidad de la futura era gloriosa teocrática presentada a los moradores de Sión hacía temblar a los prosélitos y ciudadanos de segundo orden, como los eunucos:
Me va a excluir Yahvé de su pueblo, dirían aquéllos, y a su vez éstos, avergonzados de su situación humillante, dirían descorazonados: 503;
un árbol seco (v.3). En
Deu_23:1 se excluye expresamente a los eunucos de la participación de la ciudadanía israelita. El eunuco era un
árbol seco, ya que no podía aspirar a ser padre de familia, y, por tanto, a tener la gloria de que sus hijos asistieran un día a la espléndida manifestación mesiánica. Pero también para éstos llega el momento de la redención de su condición social si
guardan los sábados y eligen lo que es grato (v.4), adhiriéndose al
pacto de Yahvé4. Dios les dará
poder y nombre mejor que hijos e hijas (v.6),
y todo esto dentro del templo
(mi casa, dentro de mis muros, í.6). Su memoria permanecerá, porque Yahvé se encargará de recordarle en su templo ante todos y con todos los honores. Muchos autores traducen
les daré un monumento y un
nombre dentro de mi casa (v.21), aludiendo a un simbólico monumento dentro del mismo templo al estilo de las
masebah o estelas funerarias que erigían los fenicios para que su recuerdo permaneciera entre los vivos. En todo caso, esto es un lenguaje figurado para expresar el honor en que han de estar hasta los eunucos en la nueva teocracia si cumplen sus deberes religiosos y litúrgicos. Yahvé se encargará de darles
un nombre eterno (v.5), que les otorgará más gloria que los hijos
e hijas que pudieran tener, compensando de algún modo su irremediable esterilidad y la afrenta que ello suponía entre los israelitas.
Y a los
extranjeros allegados a Yahvé, o prosélitos, se les promete confiarles algo más que los simples servicios domésticos
5; se les promete el acceso, con plena participación, en los actos de culto:
los llevaré a mi monte santo y les recrearé en mi casa de oración, aceptando sus
sacrificios y holocaustos en plan de igualdad con los otros fieles israelitas. Sólo se les pide que
amen su nombre (v.6), es decir, que reconozcan la grandeza de Yahvé y la proclamen en los actos solemnes del culto.
Por fin, se promete lo mismo a
todo el que guarde el sábado (v.6), sin restricción de ningún género. Yahvé, pues, no hace distinción de clases sociales, ni siquiera de pueblos, ya que todos están invitados a participar de su manifestación gloriosa en el
monte santo (v.7), Sión, centro de la nueva teocracia mesiánica. Sólo exige entrega sincera de los corazones y fidelidad a sus mandamientos, expresión de su
pacto (v.6) o alianza con su pueblo,
renovada en la era mesiánica. Es interesante constatar que
no se pone como condición para pertenecer a la nueva comunidad mesiánica el rito de la circuncisión, del que estaban excluidos los prosélitos y demás extranjeros y ciudadanos de segundo orden, como los eunucos. El signo de pertenencia a la nueva teocracia
es el cumplimiento del sábado, que estaba al alcance de todos y era exigido por la antigua legislación mosaica 6.
El templo es llamado casa de oración (v.7), como lo proclamó Salomón el día de su inauguración 7.
Los malos pastores de Israel (8-12).
8 Oráculo del Señor, Yahvé, que reúne los dispersos de Israel: A los reunidos yo allegaré otros. 9 Todas las bestias del campo, venid a córner; todas las fieras de la selva. 10Mis guardianes son ciegos todos8, no entienden nada. Todos son perros mudos, que no pueden ladrar; soñadores, se acuestan, son amigos de dormir. 11Son perros voraces, insaciables; son pastores que no entienden, siguen cada uno su camino, cada cual busca su interés. 12Venid, voy en busca de vino, y nos embriagaremos de licores, y mañana será como hoy, día grande, muy grande. El v.8 comprende un oráculo que en realidad puede considerarse como una recapitulación de los precedentes. Dios quiere que a los
reunidos de Israel (v.8) se alleguen otros, los prosélitos y demás que cumplan sus mandamientos. Los
reunidos son los israelitas vueltos de la cautividad, a los que se juntarán otros para que participen de la nueva era mesiánica.
Pueden considerarse también estas palabras como introducción a lo que sigue: Israel constituye un rebaño con los
reunidos o repatriados del exilio, pero tienen malos pastores, y ahora va a caracterizarlos con los peores colores. El estado aquí reflejado es muy similar a lo que nos dicen Malaquías y Nehemías. Parece, pues, el mismo ambiente histórico. En aquel estado de miseria y abandono de la agricultura que caracterizó los años que siguieron al exilio, las
bestias del campo (v.9) y alimañas infestaban el país. Por otra parte, la situación de los pobres israelitas es muy precaria a causa del abandono en que los tienen los
pastores (v.10); de ahí que el profeta, inspirado en la situación reinante, invite a las bestias
del campo a devastar el país. Quizá
bestias del campo aquí tenga un sentido traslaticio, referido a los enemigos de Israel. La situación es tan caótica, que irónicamente invita a los enemigos de Israel a entrar a saco, pues la situación les es favorable, ya que los encargados de defender y guardar a Israel están
ciegos, son perros mudos, que no pueden ladrar; amigos de dormir (v.10). La invitación a las
bestias del campo (enemigos de Israel) a devorar el rebaño no ha de tomarse como un deseo, sino como frase irónica para reflejar un hecho, el del abandono en que se halla el pueblo, expuesto a todos los peligros 9. La clase directora de Israel, sacerdotes y funcionarios civiles 10, son indolentes y no se molestan en vigilar por los que están bajo ellos; no
pueden ladrar denunciando los vicios del pueblo y conminando a los que abusan de la situación. Los profetas eran
centinelas que tenían por oficio
gritar y dar la voz de alerta u. Son
soñadores, dispuestos a todo menos a cumplir su oficio, sumidos en la más soporífera indolencia. Por otra parte, sólo se preocupan de sus intereses 12, movidos de su voracidad insaciable. Son obtusos:
no entienden (v.11), preocupándose sólo de lo que les agrada:
sigue cada uno su camino. Su vida se consume en la vida epicúrea; por eso el profeta finge un coloquio entre ellos:
Venid, voy en busca de vino. (v.12). En vez de preocuparse de los problemas de su pueblo, sólo piensan en festines y francachelas 13. Para ellos, toda la vida será un continuo banquetear:
mañana sera como hoy, día grande sobremanera; es la mayor burla que se puede hacer a un pueblo hambriento y acosado por enemigos.
1 Cf. Ex Ao.Sss;
Deu_5:1 As. 2 Cf.
Lev_13:10-17. 2
Cf.
Num_24:21;
Jue_1:26. 3
Deu_23:8. 4 En Realidad, La Palabra
Yad, Que Traducimos Por
Poder O Mano, Puede Tener El Sentido D Monumento Funerario (Cf.
1Sa_15:12;
2Sa_18:18; Cf. Skinner, O.C., II 165; Con-Damin, O.C., P.302). 5 Cf.
Jos_9:21s;
Esd_8:20;
Neh_7:60. 6 Cf.
Eze_20:10;
Eze_31:15;
Lev_16:31. 7
1Re_8:29;
1Re_41:43. El Señor recuerda este texto al expulsar a los vendedores (cf.
Mat_21:13;
Mar_11:17;
Lev_19:46). 8 El texto masorético dice textualmente sus guardianes. Con una ligera corrección se obtiene una lectura más adaptada al contexto. 9 Cf.
Jer_12:9;
Eze_35:5-8. 10 Cf.
Jer_6:17;
Eze_3:17; 33:2s. 11 Cf.
Isa_58:1;
Eze_33:15;
Eze_33:6. 12 El final del v.11 y el v. 12 no están en los LXX. 13 Cf.
Isa_5:11; Miq 2; n.