Proverbios 4 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 27 versitos |
1 Escuchen, hijos, la instrucción de un padre, presten atención, para poder comprender:
2 lo que yo les doy es una sana doctrina, no abandonen mi esperanza.
3 Yo también fui un hijo para mi padre, tierno y muy querido a los ojos de mi madre.
4 El me decía para instruirme: Que tu corazón retenga mis palabras, observa mis mandamientos y vivirás.
5 Adquiere la sabiduría, adquiere la inteligencia, no olvides las palabras de mi boca ni te desvíes de ellas.
6 No la abandones, y ella te protegerá, ámala, y ella te cuidará.
7 El comienzo de la sabiduría es tratar de adquirirla; con todo lo que poseas, adquiere la inteligencia.
8 Apréciala al máximo, y ella te encumbrará; te glorificará, si tú la abrazas.
9 Pondrá en tu cabeza una diadema de gracia, te obsequiará una corona de gloria.
10 Escucha, hijo mío, y recibe mis palabras. y tus años de vida se multiplicarán.
11 Yo te instruyo sobre el camino de la sabiduría, te encamino por senderos rectos.
12 Cuando camines, no se acortará tu paso, y si corres, no tropezarás.
13 Aférrate a la instrucción, no la sueltes; guárdala bien, porque ella es tu vida.
14 No entres en la senda de los malvados ni avances por el camino de los malos.
15 Evítalo, no pases por allí, desvíate de él, y pasa de largo.
16 Porque ellos no duermen, si no hacen el mal; pierden el sueño, si no hacen caer a alguien,
17 ya que se alimentan con el pan de la maldad y beben el vino de la violencia.
18 La senda de los justos es como la luz del alba, que va en aumento hasta que es pleno día.
19 Pero el camino de los malos es como una densa oscuridad: ellos no saben dónde van a tropezar.
20 Hijo mío, presta atención a lo que te digo, inclina tu oído a mis palabras.
21 Que ellas no se aparten de tus ojos, guárdalas bien dentro de tu corazón,
22 porque son vida para los que las encuentran y salud para todo ser viviente.
23 Con todo cuidado vigila tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida.
24 Aparta de ti las palabras perversas y aleja de tus labios la malicia.
25 Que tus ojos miren de frente y tu mirada vaya derecho hacia adelante.
26 Fíjate bien dónde pones los pies y que sean firmes todos tus caminos.
27 No te desvíes ni a derecha ni a izquierda, aparta tus pies lejos del mal.

Patrocinio

 
 

Introducción a Proverbios


Proverbios

El libro de los PROVERBIOS reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de "Salomón, hijo de David, rey de Israel" (1. 1). Tal atribución se debe a que la tradición israelita consideraba a aquel célebre rey como el "sabio" por excelencia. Según el primer libro de los Reyes, él "pronunció tres mil maximas" ( 1Ki_5:12 ) y su sabiduría "superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto" ( 1Ki_5:10 ).
Dentro de esta amplia gama de géneros literarios, la expresión más frecuente y característica es el aforismo o dicho breve y agudo, que encierra una verdad útil para la vida. En algunos pasajes del libro de los Proverbios -como en otros Libros sapienciales del Antiguo Testamento- se perciben notables influencias de la antigua sabiduría egipcia y oriental, e incluso se encuentran en él varias sentencias de dos sabios extranjeros ( 1Ki_30:1-14 ; 1Ki_31:1-9 ). Esto pone de manifiesto el aprecio que tenia Israel por aquella sabiduría ancestral y su capacidad para asimilarla creativamente, haciéndola compatible con las exigencias de su propia fe.
La visión teológica expresada en el Libro es relativamente sencilla. El Señor es el Creador del mundo y todo lo ha hecho con sabiduría. Las huellas de esa sabiduría divina han quedado grabadas en cada una de sus obras. Por lo tanto, aquel que ponga todo su empeño en abrir los ojos a la realidad que lo rodea, encontrará el camino que lo lleva a la vida y lo libra de la muerte. Lo importante es buscar el orden establecido por Dios en el mundo y vivir en conformidad con él. Pero la adquisición de la sabiduría presupone ciertas condiciones morales. Una actitud específicamente sapiencial es prestar atención a las advertencias y exhortaciones de los sabios, que son los portadores de una experiencia acumulada a través de los siglos.
El ideal de estos sabios es descubrir y enseñar el arte de vivir bien. Lo que más les preocupa es guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en esta vida. Ningún aspecto de la actividad humana es indigno de su atención. De ahí que las personas de toda condición social encuentren en los Proverbios consejos adecuados a su edad o profesión: reyes, jueces y comerciantes, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y ancianos. Con frecuencia se alude a las relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre patrones y servidores. Su reflexión se extiende al ámbito religioso, moral, político y social, con el fin de encontrar para cada circunstancia una norma práctica fundada en la sabiduría.
El lector cristiano puede quedar sorprendido por el carácter aparentemente "profano" de la mayor parte de los consejos dados en el libro de los Proverbios, especialmente en las dos colecciones salomónicas (10. 1 - 22. 16; 25 - 29). Pero esta impresión pierde mucho de su fuerza si se tiene en cuenta la totalidad del Libro. Este se abre y se cierra con una alusión al "temor del Señor" ( I . 7; 31. 30), entendido como una actitud a la vez filial y reverencial con respecto a Dios, que no sólo es el Creador del mundo sino también el Dios de la Promesa y de la Alianza. El "temor de Dios", es el principio y la coronación de la sabiduría por la que debe regirse toda la conducta humana.
Otro aspecto desconcertante es el énfasis puesto en el propio interés y en el éxito personal como motivaciones del comportamiento moral. Estas motivaciones, lo mismo que la idea de una retribución meramente terrena de las acciones humanas, han quedado superadas por el Evangelio. Pero hay otras riquezas de los Proverbios que mantienen plena vigencia. El amor a la sabiduría, la preocupación por encontrarla y llevarla a la práctica en circunstancias concretas de la vida, la fe en la justicia de Dios y en el gobierno divino del mundo son valores permanentes, asumidos por el Cristianismo. De hecho, el Nuevo Testamento contiene numerosas citas del libro de los Proverbios: entre ellas, merece destacarse la que se refiere a la actitud paternal con que Dios corrige a sus hijos (Heb. l2. 5-6).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

Patrocinio

Notas

Proverbios 4,1-27

4. Ver 6. 23; 7. 2; 8. 35.