Nehemías 9 Biblia Peshitta en Español (Holman Bible Publishers, 2015) | 38 versitos |
1 En ese mismo mes, en el día veinticuatro, se reunieron los hijos de Israel en ayuno, vestidos de cilicio y echaron ceniza sobre sí.
2 Entonces los hijos de Israel se apartaron de los demás pueblos, y habiéndose puesto de pie, hicieron confesión de sus pecados y de los pecados de sus padres.
3 Y puestos de pie en su lugar, leían el libro de la ley de Yahweh su Dios. Durante una cuarta parte del día leían, y otra cuarta parte del día hacían confesión y adoraban a Yahweh su Dios.
4 Después se pusieron de pie los dirigentes de los levitas, Jesúa, Cadmiel, Benai, Jesabías, Serabías, Cabni, Hodaías, Sebanías y Petajías, y ellos oraron a Yahweh su Dios con gran clamor.
5 Entonces dijeron los levitas Jesúa, Cadmiel, Benai, Jesabías, Serabías, Hodaías, Sebanías y Petajías:
¡Levántense! ¡Bendigan a Yahweh su Dios desde la eternidad hasta la eternidad! ¡Bendito es su glorioso Nombre! ¡Exaltado es con alabanzas sobre todas las creaciones!
6 ¡Sólo tú eres Yahweh! Tú hiciste los cielos y los cielos de los cielos y todas sus huestes, la tierra y todo lo que hay en ella, las aguas y todo lo que hay en ellas; tú eres el que da vida a todos ellos; los ejércitos de los cielos te adoran.
7 Tú eres Yahweh Dios que escogiste a Abram. Lo sacaste de Ur de los caldeos, y cambiaste su nombre a Abraham;
8 encontraste su corazón puro delante de ti, e hiciste con él pacto bajo juramento de entregarle la tierra de los cananeos, de los heteos, de los amorreos, de los ferezeos, de los haveos, de los jebuseos y de los gergeseos, a fin de entregarla a él y a su descendencia; y le cumpliste tu promesa porque tú eres justo.
9 Tú viste a nuestros padres mientras estaban subyugados en Egipto, y prestaste atención a su clamor junto al mar Rojo;
10 hiciste señales y portentos en contra del faraón, en contra de todo su ejército y en contra de toda la gente de su país, porque tú sabías que ellos se habían conducido con arrogancia contra tu pueblo, y te hiciste un Nombre, como en este día.
11 Dividiste el mar frente a ellos, y cruzaron por en medio del mar por tierra seca; pero a los que los perseguían hundiste en las profundidades del mar, como una piedra sumergida en violentas aguas.
12 Durante el día los guiaste con una columna de nube, y con una columna de fuego durante la noche, para iluminarles el camino por el cual habrían de andar.
13 Descendiste sobre el monte Sinaí, y les hablaste desde el cielo. Les diste estatutos rectos y leyes firmes, pactos y mandamientos buenos.
14 Les diste a conocer tu santo día de reposo, y les ordenaste mandamientos, estatutos y leyes por medio de tu siervo Moisés.
15 Pan del cielo les diste cuando tuvieron hambre, y aguas de la peña les proveíste cuando tuvieron sed, y les prometiste que entrarían a tomar posesión de la tierra que tu mano había preparado para entregarla a ellos.
16 Sin embargo, ellos y sus padres se condujeron con arrogancia, endureciendo su cerviz y no prestando atención a tus ordenanzas.
17 Se negaron a obedecer y a recordar tus portentos que habías realizado entre ellos, y tornaron su corazón a sus malas obras. A pesar de ello, tú que eres Dios perdonador, misericordioso y clemente, tardo para la ira y presto a la súplica, no los abandonaste.
18 Aun cuando se hicieron un becerro de metal fundido, y dijeron: “Éste es tu dios, oh Israel, que te hizo salir de la tierra de Egipto”, y cometieron grandes maldades,
19 tú, en la abundancia de tu misericordia, no los dejaste en el desierto, y la columna de nube no se apartó de ellos para guiarlos durante el día por el camino, ni la columna de fuego por la noche para iluminarles el camino por el cual habrían de ir.
20 Tu buen Espíritu les diste para que los instruyera; no apartaste el maná de su boca, y les diste agua para saciar su sed.
21 Nada les faltó durante cuarenta años en el desierto; sus ropas no se envejecieron, ni se rompieron sus sandalias.
22 Les entregaste los reinos de los pueblos, y los distribuiste entre cada uno de ellos. Tomaron en posesión la tierra de Sejón, la tierra del rey de Hesbón, y la tierra de Og, rey de Basán.
23 Multiplicaste sus hijos como las estrellas de los cielos, y los llevaste a la tierra que habías prometido a sus padres para que entraran en ella y la tomaran en posesión.
24 Entonces entraron los hijos y tomaron posesión de la tierra. Derrotaste delante de ellos a los moradores de la tierra de los cananeos, y a ellos, a sus reyes y a los pueblos de la tierra los entregaste en sus manos, de modo que hicieron con ellos como quisieron.
25 Tomaron ciudades fortificadas y una tierra fértil, casas repletas de todo bien, cisternas cavadas, viñedos, olivares, árboles y abundante alimento. Comieron hasta saciarse, engordaron y disfrutaron de tu gran bondad.
26 Pero ellos se pervirtieron y te fueron infieles; apartaron tu ley de sus pensamientos, y dieron muerte a tus profetas porque ellos les hablaban para que se volvieran a ti. Cometieron grandes maldades.
27 Por lo cual los entregaste en mano de sus enemigos, quienes los sometieron a opresión. Y cuando ellos suplicaron a ti en el tiempo de aflicción, tú escuchaste desde el Cielo conforme a tus muchas misericordias, y les levantaste un libertador que los libró de la mano de los que los oprimían.
28 Pero cuando les dabas alivio, ellos volvían a prácticas detestables ante ti. Entonces los abandonaste en manos de sus enemigos, y ellos los subyugaron. Pero arrepentidos, oraron a ti, y tú escuchaste desde el Cielo y siempre los libraste, conforme a la multitud de tus misericordias.
29 Los amonestaste para hacerlos volver a tu ley, pero ellos se comportaron arrogantemente no obedeciendo tus mandamientos, sino que pecaron contra tus estatutos, los cuales si el hombre pone por obra vivirá. Pero ellos dieron la espalda en rebeldía, y endurecieron su cerviz y no escucharon.
30 No obstante, les estuviste advirtiendo durante muchos años, y los amonestaste con tu Espíritu por medio de los profetas, pero ellos no obedecieron. Por lo cual, tú los entregaste en manos de los pueblos de los países.
31 Pero a causa de tus muchas misericordias, no los exterminaste ni los abandonaste, porque tú eres Dios clemente y misericordioso.
32 Ahora, oh Dios nuestro, Dios grande, poderoso y temible, que guardas los pactos y la verdad, no pase inadvertida ante ti la angustia que nos ha sobrevenido a nosotros, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes, a nuestros profetas, a nuestros padres y a todo el pueblo, desde el tiempo del rey de Asiria hasta este día.
33 Sin embargo, tú eres justo en todo lo que nos ha sobrevenido, porque has actuado con justicia, pero nosotros con arrogancia;
34 pues nuestros reyes, nuestros príncipes, nuestros sacerdotes y nuestros padres no han puesto por obra tu ley, ni han atendido tus ordenanzas ni tus amonestaciones mediante las cuales los amonestaste,
35 sino que habiendo renegado de tu reino y de tu gran bondad, la cual les mostraste en la buena y fértil tierra que les diste, no te rindieron culto ni se arrepintieron de sus malas obras.
36 Por esa causa, ahora somos esclavos, y la tierra que diste a nuestros padres para que se alimentaran de ella y de su bien, he aquí que estamos como esclavos trabajando en ella;
37 y los reyes que designaste sobre nosotros toman sus frutos debido a nuestros pecados, y se enseñorean de nuestros cuerpos y de nuestro ganado como les place. Habitamos bajo una gran aflicción.
38 A causa de todo esto, hacemos un compromiso firme y testificamos en documento sellado, nuestros ancianos, los levitas, nuestros sacerdotes y todos los que hemos sobrevivido:

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Introducción a Nehemías

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