Eclesiástico 18, 5-7

¿quién podrá medir su inmensa grandeza?,
¿quién podrá narrar sus misericordias?
No hay nada que quitar, ni nada que añadir,
y no se pueden descubrir las maravillas del Señor.
Cuando el hombre termina, entonces empieza,
cuando se detiene, queda asombrado.
Ver contexto