Hechos 4, 24-31

Al oírlo, todos a una elevaron su voz a Dios y dijeron: «Señor, tú hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos; tú dijiste por el Espíritu Santo, por boca de nuestro padre David, tu siervo*: ¿Por qué se agitan las naciones, y los pueblos maquinan vanos proyectos? Se han congregado los reyes de la tierra y los jefes se han aliado contra el Señor y contra su Ungido*. «Porque verdaderamente en esta ciudad se han aliado Herodes y Poncio Pilato* con los extranjeros y la gente de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien has ungido*, para realizar lo que tu poder y tu voluntad* habían predeterminado que sucediera. Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos proclamar tu palabra con toda valentía. Extiende tu mano para realizar curaciones, signos y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús.» Acabada su oración, retembló el lugar donde estaban reunidos: todos quedaron llenos del Espíritu Santo y proclamaban la palabra de Dios con valentía*.
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