Juan  10, 24-39

Los judíos lo rodearon y le preguntaron: «¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente*.» Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho*, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas*. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos*, y nadie puede arrebatar nada* de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno*.» Los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle. Jesús les dijo: «Os he mostrado muchas obras buenas de parte del Padre. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?» Le respondieron los judíos: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia, y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios.» Jesús les respondió: «¿No está escrito en vuestra Ley: Yo he dicho: dioses sois*? Si llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la palabra de Dios —y no puede fallar la Escritura—, a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: ‘Yo soy Hijo de Dios’? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed al menos por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre.» Querían de nuevo* prenderle, pero se les escapó de las manos*.
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