Marcos 14, 53-64

Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote. Allí se reunieron todos los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas. También Pedro le siguió de lejos, hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote; y se quedó allí sentado con los criados, calentándose al fuego. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno andaban buscando contra Jesús un testimonio para darle muerte, pero no lo encontraban. Eran muchos los que lo acusaban en falso, pero los testimonios no coincidían. Algunos, levantándose, dieron contra él este falso testimonio: «Nosotros le oímos decir: ‘Yo destruiré este Santuario hecho por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres.’» Pero tampoco en este caso coincidía su testimonio. Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y, poniéndose en medio, preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿No oyes lo que éstos atestiguan contra ti*?» Pero él seguía callado y no respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito*?» Jesús respondió: «Sí, yo soy; y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo.» El Sumo Sacerdote se rasgó las túnicas y dijo: «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?» Todos juzgaron que era reo de muerte.
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