I Reyes 12, 25-33


El culto cismático

Jeroboán fortificó Siquén, en la serranía de Efraín, y residió allí. Luego salió de Siquén para fortificar Penuel. Y pensó para sus adentros: Todavía puede volver el reino a la casa de David. Si la gente sigue yendo a Jerusalén para hacer sacrificios en el templo del Señor, terminarán poniéndose de parte de su señor, Roboán, rey de Judá. Me matarán y volverán a unirse a Roboán, rey de Judá. Después de aconsejarse, el rey hizo dos terneros de oro y dijo a la gente:
–¡Ya está bien de subir a Jerusalén! ¡Éste es tu dios, Israel, el que te sacó de Egipto! Luego colocó un ternero en Betel y el otro en Dan. Esto incitó a pecar a Israel, porque unos iban a Betel y otros a Dan. También edificó pequeños templos en los lugares altos; puso de sacerdotes a gente de la plebe, que no pertenecía a la tribu de Leví. Celebró también una fiesta el día quince del mes octavo, como la fiesta que se celebraba en Jerusalén, y subió al altar que había levantado en Betel a ofrecer sacrificios al ternero que había hecho. En Betel estableció a los sacerdotes de los pequeños templos que había construido. Subió al altar que había hecho en Betel el día quince del mes octavo – el mes que a él le pareció– . Instituyó una fiesta para los israelitas y subió al altar a ofrecer incienso.
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