I Reyes 18, 20-30

Ajab despachó órdenes a todo Israel, y los profetas se reunieron en el monte Carmelo. Elías se acercó a la gente y dijo:
–¿Hasta cuándo van a caminar con muletas? Si el Señor es el verdadero Dios, síganlo; si lo es Baal, sigan a Baal.
La gente no respondió una palabra. Entonces Elías les dijo:
– He quedado yo solo como profeta del Señor, mientras que los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta. Que nos den dos novillos: ustedes elijan uno, que lo descuarticen y lo pongan sobre la leña sin prenderle fuego; yo prepararé el otro novillo y lo pondré sobre la leña sin prenderle fuego. Ustedes invocarán a su dios y yo invocaré al Señor, y el dios que responda enviando fuego, ése es el Dios verdadero.
Toda la gente asintió:
–¡Buena idea! Elías dijo a los profetas de Baal:
– Elijan un novillo y prepárenlo ustedes primero, porque son más. Luego invoquen a su dios, pero sin encender el fuego. Agarraron el novillo que les dieron, lo prepararon y estuvieron invocando a Baal desde la mañana hasta mediodía:
–¡Baal, respóndenos!
Pero no se oía una voz ni una respuesta, mientras danzaban alrededor del altar que habían hecho. Al mediodía, Elías empezó a reírse de ellos:
–¡Griten más fuerte! Baal es un dios, pero estará meditando, o bien ocupado, o estará de viaje. ¡A lo mejor está durmiendo y se despierta! Entonces gritaron más fuerte, y se hicieron cortaduras, según su costumbre, con cuchillos y punzones, hasta chorrear sangre por todo el cuerpo. Pasado el mediodía, entraron en trance, y así estuvieron hasta la hora de la ofrenda. Pero no se oía una voz, ni una palabra, ni una respuesta. Entonces Elías dijo a la gente:
–¡Acérquense!
Se acercaron todos, y él reconstruyó el altar del Señor, que estaba demolido:
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