I Reyes 6, 12-38

– Por este templo que estás construyendo, si caminas según mis mandatos, pones en práctica mis decretos y cumples todos mis preceptos, caminando conforme a ellos, yo te cumpliré la promesa que hice a tu padre, David: habitaré entre los israelitas y no abandonaré a mi pueblo Israel. Cuando Salomón acabó la construcción del templo, revistió los muros interiores con madera de cedro, desde el suelo hasta el techo; revistió de madera todo el interior; el suelo lo cubrió con tablas de abeto; los diez metros del fondo los recubrió con tablas de cedro, desde el suelo hasta las vigas del techo, y lo destinó a camarín o santísimo. El templo, es decir, la nave delante del camarín, medía veinte metros. El cedro del interior del templo llevaba bajorrelieves de guirnaldas con frutos y flores; todo era de cedro, no se veían las piedras talladas. El camarín, en el fondo del templo, lo destinó para colocar allí el arca de la alianza del Señor. El camarín medía diez metros de largo, diez de ancho y diez de alto; lo revistió de oro puro. Hizo un altar de cedro ante el camarín y lo revistió de oro. Revistió de oro todo el templo, hasta el último hueco. Para el camarín talló dos querubines en madera de olivo: medían cinco metros de altura. Las alas del primero medían dos metros y medio cada una, en total cinco metros de envergadura; el otro querubín medía también cinco metros. Así que los querubines tenían las mismas dimensiones y la misma forma; los dos medían cinco metros de altura. Salomón los colocó en medio del recinto interior, con las alas extendidas, de forma que sus alas exteriores llegaban a los dos muros, mientras que las alas interiores se tocaban una a otra en el centro del recinto. Y revistió de oro los querubines. Sobre los muros del templo, en el camarín y en la nave, todo alrededor, esculpió bajorrelieves de querubines, palmas y guirnaldas de flores. El pavimento del templo, tanto el del camarín como el de la nave, lo revistió de oro. Para la entrada del camarín hizo las puertas de madera de olivo, el dintel y los postes tenían forma pentagonal. Sobre las puertas de madera de olivo labró figuras de querubines, palmas y guirnaldas de flores, y los recubrió de oro, revistiendo con panes de oro el relieve de los querubines y las palmas. Para la entrada de la nave hizo un marco de madera de olivo, de forma cuadrangular, y dos puertas en madera de abeto, cada una con dos hojas giratorias; sobre ellas esculpió querubines, palmas y guirnaldas de flores, y los recubrió de oro, bien aplicado a los relieves. Construyó un patio interior con tres hileras de piedras talladas y una de vigas de cedro. El año cuarto, en el mes de mayo, echó los cimientos del templo, y en el año once, en el mes de noviembre, o sea el mes octavo, terminó todos los detalles, según el proyecto. Lo construyó en siete años.
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