II Crónicas  32, 24-26

Por entonces, Ezequías había enfermado de muerte. Oró al Señor, que le prometió sanarlo y le concedió un prodigio. Pero Ezequías no correspondió a este beneficio; al contrario, se llenó de orgullo y atrajo sobre sí, sobre Judá y sobre Jerusalén la cólera del Señor. Pero luego se arrepintió de su orgullo, junto con todos los habitantes de Jerusalén, y la ira del Señor no se abatió más sobre ellos en vida de Ezequías.
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