Hechos 19, 23-40

Por entonces sobrevino una gran crisis a causa del Camino del Señor. Un tal Demetrio, platero, fabricaba en plata reproducciones del templo de Artemisa y proporcionaba buenas ganancias a los artesanos. Los reunió con todos los del gremio y les dirigió la palabra:
– Compañeros, ustedes saben que nuestra prosperidad depende de esta actividad. Pero ahora ustedes ven y oyen que ese Pablo, no sólo en Éfeso, sino en Asia entera, está ganando con su propaganda mucha gente, diciendo que los dioses que se fabrican con manos humanas, no son dioses. Con lo cual no sólo está en peligro de descrédito nuestra profesión, sino que el templo de la gran diosa Artemisa, venerada en toda Asia y en el mundo entero, va a perder toda su grandeza. Al oírlo se enfurecieron y se pusieron a gritar:
–¡Viva la gran Artemisa de Éfeso! Se produjo un gran tumulto en la ciudad y todos se precipitaron hacia el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, macedonios compañeros de Pablo. Pablo intentaba acudir a la asamblea, pero los discípulos no se lo permitieron. Algunas autoridades de Asia, amigos suyos, le enviaron un mensaje aconsejándole que no acudiera al teatro. Entretanto, cada uno gritaba una cosa, había una gran confusión en la asamblea y muchos de la concurrencia ni siquiera sabían la causa. Algunos de la multitud explicaron el asunto a Alejandro, a quien los judíos habían empujado al frente de todos. Éste, haciendo un gesto con la mano, intentaba dar una explicación a la asamblea. Pero, al reconocer que era judío, todos se pusieron a gritar durante dos horas:
–¡Viva la gran Artemisa de Éfeso! El secretario logró calmar a la multitud y les habló:
– Efesios, ¿hay alguien que no sepa que Éfeso custodia el templo de la gran Artemisa y su imagen caída del cielo? Como eso es indiscutible, lo importante es que conserven la calma y no obren con precipitación. Han traído a esos hombres, que ni son sacrílegos ni han insultado a nuestra diosa. Si Demetrio y sus artesanos tienen alguna queja contra alguien, ahí están los jueces y prefectos: que allí resuelvan su pleito. Si se trata de un asunto más grave, podrá resolverlo la asamblea legal. De hecho, corremos peligro de ser acusados de agitadores por el tumulto de hoy ya que no tenemos motivo que justifique tal alboroto.
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