Nehemías 5, 1-12


Problemas sociales
Jr 34,8-22

La gente sencilla, sobre todo las mujeres, empezaron a protestar enérgicamente contra sus hermanos judíos. Unos decían: Tenemos muchos hijos e hijas; que nos den trigo para comer y seguir con vida. Otros: Pasamos tanta hambre, que tenemos que hipotecar nuestros campos, viñedos y casas para conseguir trigo. Y otros: Hemos tenido que pedir dinero prestado para pagar el impuesto real. Somos iguales que nuestros hermanos, nuestros hijos son como los suyos, y, sin embargo, debemos entregar como esclavos a nuestros hijos e hijas; a algunas de ellas incluso las han deshonrado, sin que podamos hacer nada, porque nuestros campos y viñas están en manos ajenas. Cuando me enteré de sus protestas y de lo que sucedía me indigné y, sin poder contenerme, me encaré con los nobles y las autoridades. Les dije:
– Ustedes se están portando con sus hermanos como usureros. Convoqué contra ellos una asamblea general, y les dije:
– Nosotros, en la medida de nuestras posibilidades, rescatamos a nuestros hermanos judíos vendidos a los paganos. Y ustedes venden a sus hermanos para que luego nos los vendan a nosotros.
Se quedaron cortados, sin respuesta, y yo seguí:
– No está bien lo que hacen. Sólo respetando a nuestro Dios evitarán el desprecio de nuestros enemigos, los paganos. También yo, mis hermanos y mis criados les hemos prestado dinero y trigo. Olvidemos esa deuda. Devuélvanles hoy mismo sus campos, viñas, olivares y casas, y perdónenles el dinero, el trigo, el vino y el aceite que les han prestado. Respondieron:
– Se lo devolveremos sin exigir nada. Haremos lo que dices.
Entonces llamé a los sacerdotes para que les tomasen juramento de que cumplirían su palabra.
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