Romanos  11, 17-24

Si algunas ramas han sido cortadas, y tú, que eres un olivo silvestre, fuiste injertado en su lugar y has participado de la raíz y la savia del olivo, no te consideres superior a las otras ramas. Si lo haces, recuerda que no eres tú quien mantiene a la raíz, sino la raíz a ti. Me dirás: cortaron unas ramas para injertarme a mí. De acuerdo: a ellos los cortaron por no creer; tú, en cambio, estás firme gracias a la fe. Pero, en vez de llenarte de orgullo, teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco te perdonará a ti. Observa más bien la bondad y la severidad de Dios: con los que cayeron, Dios es severo; contigo, es bueno, siempre que te mantengas en el ámbito de la bondad; porque también a ti te pueden cortar. Y si ellos no persisten en la incredulidad, serán injertados. Porque Dios tiene poder para volver a injertarlos. Si tú, siendo olivo silvestre por naturaleza, fuiste cortado y, contra tu naturaleza, fuiste injertado en el olivo, cuánto más ellos que son las ramas naturales serán injertadas en su propio olivo.
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