Salmos 39, 5-12

Me concediste unos palmos de vida,
mis días son como nada ante ti:
El hombre no dura más que un soplo, es como una sombra que pasa;
sólo un soplo son las riquezas que acumula,
sin saber quién será su heredero. Entonces, Señor, ¿qué espero?
Mi esperanza está en ti. De todos mis delitos líbrame,
no me hagas la burla de necios. Enmudezco, no abro la boca,
porque tú has actuado. Aparta de mí tus golpes,
bajo tu mano hostil perezco. Castigando su culpa educas al hombre,
como polilla corroes su belleza.
El hombre no es más que un soplo. Escucha mi súplica, Señor,
atiende a mi clamor,
no seas sordo a mi llanto,
pues yo soy un forastero junto a ti,
un huésped como todos mis padres.
Ver contexto