Hechos 1, 3-11

También con numerosas pruebas se les mostró vivo después de su pasión, dejándose ver de ellos por espacio de cuarenta días y hablándoles del reino de Dios. Y en el curso de una comida, les ordenó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre «de la que me habéis oído hablar; porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en Espíritu Santo dentro de no muchos días». Los reunidos le preguntaban: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?» Él les dijo: «No os corresponde a vosotros saber los tiempos o momentos que el Padre ha fijado por su propia autoridad.» Sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que sobre vosotros vendrá, y seréis testigos míos en Jerusalén, y en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.» Y dicho esto, a la vista de ellos fue elevado, y una nube lo ocultó a sus ojos. Estaban ellos mirando atentamente al cielo mientras se iba, y de pronto se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Hombres de Galilea, ¿qué hacéis ahí parados mirando al cielo? Este mismo Jesús que os ha sido arrebatado al cielo volverá de la misma manera que le habéis visto irse al cielo.»
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