Hechos 15, 1-7

Algunos que habían bajado de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis según la costumbre de Moisés, no podréis salvaros. Y tras un enfrentamiento y altercado no pequeño por parte de Pablo y de Bernabé contra ellos decidieron que Pablo, Bernabé y algunos otros de ellos subieran a Jerusalén, a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre dicha controversia. Ellos, pues, provistos por la Iglesia de lo necesario para el viaje, atravesaron Fenicia y Samaría, refiriendo la conversión de los gentiles y proporcionando una gran alegría a todos los hermanos. Llegados a Jerusalén, fueron bien recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y presbíteros, a los cuales informaron de todo cuanto Dios había hecho con ellos. Pero surgieron algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, los cuales decían que era necesario circuncidarlos y mandarles guardar la ley de Moisés. Reuniéronse, pues, los apóstoles y los presbíteros para examinar este asunto. Después de larga controversia, se levantó Pedro y les dijo: «Hermanos, vosotros sabéis cómo desde los primeros días aquí entre vosotros quiso Dios que los gentiles oyeran de mi boca la palabra del Evangelio y abrazaran la fe.
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